Por enésima vez, un dirigente del
Partido Popular reniega del pasado de este para salvarse de la quema de
corrupción sistémica habida en su partido desde aquellas famosas conversaciones
del Caso Naseiro, allá por 1990, en las que Vicente Sanz, por aquellas fechas secretario
general del PP de Valencia y más adelante presidente de RTVV, dijo: “Estoy en política
para forrarme”, a lo que un Eduardo Zaplana, entonces presidente del PP en
Alicante, contestaba: “Me tengo que hacer rico, porque estoy arruinado”, y a
ciencia cierta que lo consiguió.
Ahora, en esta historia
interminable de corrupción en y del Partido Popular, el último que se apunta a renegar del pasado es su actual presidente, queriéndonos
hacer ver que eso ya está superado y que él no tiene nada que ver, como si de
un marciano recién aterrizado en los pasillos de la calle Génova se tratase. No
es de extrañar, porque cualquier comportamiento corrupto ajeno al PP, que
haberlos los ha habido, palidece en la comparación con estos.
De lo que Pablo Casado no quiere
hablar es que él llegó a la presidencia del Partido aupado por los que han
delinquido durante años, robando a diestro y siniestro para su mayor beneficio
personal y político. Entre otros nombres, siempre con la sospecha de la
corrupción encima o ya hundidos por el peso de esta, están: Esperanza Aguirre,
José María Aznar, Alfredo Prada (exvicepresidente segundo y exconsejero de
Justicia del gobierno madrileño en época de Aguirre), Rafael Catalá, Juan Ignacio
Zoido, etc. No parece que el actual presidente de los populares esté muy
desvinculado a un pasado fundamentado en los comportamientos corruptos, los
sobres de dinero negro y los grandes gastos electorales financiados por
empresarios de todo tipo.
Un Pablo Casado que ha sido:
·
Presidente de Nuevas Generaciones entre 2005 y
2013
·
Diputado en la Asamblea de Madrid entre 2007 y
2009
· Portavoz del Comité de Campaña para las elecciones
autonómicas y municipales en 2015
·
Vicesecretario General de Comunicación del PP en
2015
Como verán, no ha habido ningún adviento,
sino más bien una carrera política apadrinada por unos dirigentes corruptos en
un partido corrupto, del que ahora Pablo Casado pretende hacernos ver que él no
tiene nada que ver. A no ser que su paso por ese PP del que quiere desmarcarse
haya sido tan poco presencial como su master en la Universidad de Harvard
(Aravaca). Conclusión, o no se entera o nos miente, lo que no sé qué es peor.
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