jueves, 18 de febrero de 2021

Pablo Iglesias, el chivo expiatorio de la derecha

 



En los últimos días se ha intensificado la campaña de acoso y derribo contra Pablo Iglesias, en la que están participando, activamente, los medios de comunicación, desgraciadamente no solo los de derecha; la izquierda giratoria y recauchutada en defensa de los privilegios de los privilegiados; tertulianos que hablan al dictado de quienes les coloca en las tertulias y paga; la judicatura, que no cesa de buscar debajo de las alfombras algún motivo para que su partido siga siendo carne de tribunales; y, como no, las redes sociales a saco. Todo vale, si de lo que se trata es de desprestigiar al vicepresidente del gobierno y convertirle en un cadáver político.  

No voy a negar yo aquí que su incontinencia verbal y la dificultad para asumir que ahora no es un activista social, sino todo un vicepresidente del gobierno, no estén dando munición a toda la caverna, antes citada, para activar la cacería. Pero tengo la sospecha de que no es Pablo Iglesias lo que les importa. ¿Lo hacen porque sea un pérfido comunista que pretende sovietizar bancos, medios de comunicación y la frutería de la esquina? ¿Es porque se trata de un agente infiltrado por la masonería en el poder para destruir los valores tradicionales de Dios, Patria y Rey que guían, desde hace siglos, a las clases dominantes en España? ¿Acaso es porque tiene un antepasado judío, y ya saben ustedes desde el domingo, que los judíos son los culpables de todo?

A mí me parece que en el fondo, Pablo Iglesias, aparte de tocarles las narices con algunas verdades como puños, les importa un pimiento. Porque el objetivo de toda esta campaña despiadada es otro más importante.

Desde que el gobierno actual tomó posesión, la derecha y la izquierda recauchutada, solo han tenido un objetivo: hacer que caiga. En ello han derrochado sus energías, sus fake news, sus insultos y su falta de empatía hacia los graves problemas de los españoles, como hemos podido ver durante la pandemia, que como muestra bien vale un botón. Y no han encontrado mejor resquicio que asediar al vicepresidente del gobierno, con la esperanza de que Pedro Sánchez no tenga más remedio que cesarlo, y provocar la salida de Podemos del ejecutivo.

Saben que si esta situación se diera, el gobierno de Pedro Sánchez tendría los días contados; ya se encargarían ellos de que la presión fuese insoportable, para que tuviera que convocar nuevas elecciones y si Dios lo quisiese, tuviéramos en el gobierno de la nación la repetición de los gobiernos de la vergüenza apoyados en la extrema derecha, cada vez más orgullosa de reivindicar el fascismo.  

Qué mejor manera de acabar con la política social que está poniendo en marche este gobierno, y restablecer en el poder a quienes consideran que les pertenece por derecho divino o de pernada o de bolsillo.      

 

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