martes, 24 de marzo de 2020

Décimo día de cuarentena. A pesar de todo, no desfalleceremos


Décimo día de cuarentena. Estamos en un momento delicado del confinamiento. La tozudez de las cifras no son, precisamente, un bálsamo para animarnos y la perspectiva de dos semanas más encerrados en casa, nos coloca ante una durísima situación, que puede quebrar muchas voluntades. Se contagia mucha gente, muere mucha gente, y ya vemos como en nuestro entorno empieza a haber casos, que son como un cerco que poco a poco se va cerrando sobre nosotros. Es comprensible, que a mucha gente se le empiece a hacer cuesta arriba la situación. Por eso son tan importantes los aplausos de cada día, para que como seres gregarios que somos, podamos sentir el calor de los demás, el apoyo a  nuestro esfuerzo, el mensaje de que no estamos solos, ni nosotros ni quienes están en primera línea.
Lo que no es comprensible, es que se empiece a levantar la veda de las críticas a quienes están llevando el mando de la situación. O que una dirigente autonómica siembre dudas sobre la honestidad del gobierno al mandar una carta pidiendo que no se bloquee el material sanitario que ella ha pedido. ¿Qué pretende esta señora con este tipo de comportamiento? ¿Esconder el desastre de la sanidad pública madrileña, que ha ido siendo desmantelada desde hace 25 años por su partido político? ¿Ocultar su incapacidad para afrontar el problema con seriedad? Le iría mejor si asumiera, como lo ha hecho el alcalde de Madrid, con una gran dosis de sentido común, que es mejor estar en segunda línea y ponerse al servicio del gobierno, que ir haciendo el ridículo en las redes sociales.
Qué ya tengamos en Cataluña un presidente descerebrado, al que sólo le interesa el confinamiento de la comunidad autónoma, para vivir su ensoñación independentista al margen del resto de España, ya lo damos por descontado. A nadie le asombra. Pero que a la fiesta del chivo se una la madrileña, solo puede indicar que ambos no pueden justificar por qué sus comunidades son las que más casos están teniendo, algo que no es ajeno a la privatización de la sanidad puesta en marcha en los dos territorios.
Solo puedo entender que el comportamiento de estas personas y la de otros, es una falta de respeto hacia todos los que estamos cumpliendo con disciplina la cuarentena; hacia los que están padeciendo el riesgo de contagio diariamente. Es una falta de consideración hacia la sociedad movilizada en torno a las medidas del gobierno, con el único fin de salvar su culo o vivir en la virtualidad de los sueños.
Tiempo habrá de valorar si lo que se ha hecho en España y en el mundo ha sido lo correcto, porque todos estamos en la misma situación. Mientras tanto, seguimos resistiendo como si fuéramos un ejército de hoplitas,  hasta que el virus acabe siendo derrotado  con el esfuerzo de  todos.

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