sábado, 28 de marzo de 2020

Decimocuarto día de cuarentena. Aplausos contra supremacistas


Decimocuarto día de cuarentena. Los aplausos a quienes están en la primera línea de este combate mundial contra un enemigo invisible, que jamás hubiéramos imaginado ni en las mejores películas de invasiones a la Tierra, se extienden por todas las ciudades del planeta. Es la reacción solidaria de la gente común, de aquellos y aquellas que vemos como los días pasan y no se atisba el final de esta amenaza. Los balcones han dejado de ser ese elemento decorativo de las fachadas de los edificios, para convertirse en zonas seguras de la retaguardia, desde las que podemos relacionarnos con nuestros semejantes, aunque solo sea con la simpleza de una aplauso diario. Si el mundo es global, ahora lo está siendo más que nunca, a pesar de que muchos, cegados por sus intereses económicos, políticos o de cualquier otra índole, no parece que quieran entenderlo.
Contrasta con esa solidaridad planetaria el comportamiento de dirigentes políticos de algunos países, que no pueden disimular su ideología de supremacía racial, que los convierte en otro foco de peligro para humanidad, con sus discursos xenófobos y racistas. Eso es lo que hemos podido leer tras la cumbre de jefes de estado de la UE (me voy a fijar solo en este asunto, porque si hablo de los del otro lado del charco, no acabo).
Esa supremacía racial que despliegan gobiernos como el holandés, el alemán, y otros del norte de Europa, creyéndose que ellos lo hacen todo bien y que el resto lo hacemos mal, dice muy poco en favor de los valores que, supuestamente, defiende la UE. Cuando un jefe de estado sale acusando de repugnantes a otros después de una reunión, es que algo más allá de los límites normales de una negociación ha sucedido.
Parece que el coronavirus no va con esos países, como si creyeran que su genética es mucho más poderosa que la de los demás; qué olor a naftalina histórica, que todavía no se han podido expurgar. Cómo si el calificarse como  ricos les proporcionara una vacuna contra la pandemia.
Quieren darnos lecciones para no ser solidarios y no se dan cuenta que están poniendo en jaque mate el futuro de la UE; que están alimentado muchos “brexit” por su egoísmo xenófobo.
Ellos, que no están siendo transparentes con sus datos, ocultando contagiados y muertos, para aparentar lo que no son: supuestos eficientes norteños. Acusan a los países del sur de descontrol; a los que están siendo más transparentes con  la crisis. Luego cuando la realidad se les eche encima y ya no tengan donde esconder sus enfermos, copiarán lo que estamos haciendo por aquí. Pero ellos seguirán creyéndose los ricos inalcanzables, en un mundo que ya ha empezado a cambiar en los balcones de todas las ciudades. Hasta las ocho.


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