viernes, 20 de marzo de 2020

Sexto día de cuarentena. La primavera


Sexto día, con sol a ratos. Dicen que hoy empieza la primavera. Hasta en eso nos convertimos en unos pejilgueros de la precisión -nos dicen hasta la hora que llega-. Antes estudiábamos en el colegio que la primavera empezaba a día fijo, y nadie se atrevía a hacer puntualización alguna. El 21 de marzo abrías la ventana y la primavera entraba por ella a raudales, aunque lloviera. La estación había cambiado y nuestro ánimo también. No había margen para la duda ni la discusión. Era un mundo mucho más fácil, cuando algunas cosas se sometían a una regla que admitíamos sin rechistar. Lo demás, eran cuestiones de científicos, que al común de los mortales nos importaba un bledo.
    En estos días, también, nos importa poco la llegada de la primavera. Casi mejor que no venga, porque solo nos faltaba que  afuera los días se vayan convirtiendo en un espectáculo de lujuria ambiental y nosotros solo pudiéramos verlo desde la ventana. Por alguna razón los monjes se esconden en los monasterios, alejados del mundanal ruido y la pecaminosa naturaleza.
Pero seguimos aguantando, aplaudiendo, bailando, ofreciendo conciertos desde los balcones, charlando y viendo la vida pasar frente a nosotros, sin inmutarnos. Algo bueno debemos estar encontrando en el encierro, para que no haya gente que se tire desde el balcón.
Protesta. En la Comunidad de Madrid se ha autorizado que una cadena de pizzas y otra de sándwiches den de comer a los niños damnificados por el cierre de los comedores escolares. Chapeau a estas empresas por su buena voluntad solidaria. Pero manda narices que a la presidenta madrileña, tan ocurrente siempre con sandeces, le parezca bien que los infantes madrileños no coman todos los días un menú de comida saludable.   Eso demuestra el interés que tiene los dirigentes madrileños por la salud de la población, más allá de los problemas que les está causando el coronavirus. Han tenido que salir algunos ayuntamientos al quite de tamaño despropósito, para garantizar una comida saludable a las niñas y los niños de sus municipios que no puedan tenerla a diario.
Aplauso. Se lo doy a Ximo Puig, presidente de la Comunidad Valenciana, por hablar poco y hacer mucho. La idea de construir tres hospitales de campaña con un total de 1.100 camas en las tres capitales valencianas, merece nuestro aplauso, porque no solo supone una anticipación a que las cosas se pongan peor, sino que va a ser un alivio para la sobrecarga que algunos hospitales de la Comunidad empiezan a tener.
Pienso que en estos días debemos ser cautos en la crítica a los gobernantes, porque es necesario hacer piña para que nadie se venga abajo en el ánimo. Pero hay cosas que claman al cielo y ni siquiera ahora deben silenciarse. Y entre ellas está la salud de los más pequeños y la protección de los más débiles.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bullying político

  Pasados ya los días de tensión nacional e internacional y de incertidumbre expectante que hemos tenido en España y quizá en parte del mund...