jueves, 5 de marzo de 2020

No me gusta una sociedad sin igualdad


No me gusta una Comunidad Valenciana donde la violencia sobre las mujeres es el pan nuestro de cada día. Mujeres agredidas por sus parejas; mujeres agredidas por empresarios que abusan de su condición de mujer para la explotación laboral, con contratos parciales y jornadas completas, con graves diferencias salariales y con condiciones precarias de trabajo. No me gusta que se siga utilizando a la mujer como reclamo publicitario, o que sean las grandes perdedoras del sistema público de pensiones. No me gusta, que las amas de casa sean un cero a la izquierda o que las trabajadoras carguen con la mayoría del trabajo doméstico. Pero tampoco me gusta, que haya unos horarios laborales, escolares, etc., imposibles para la conciliación familiar de hombres y mujeres. Ni me gusta ese feminismo de “estamos hasta le culo de tanto macho chulo”, porque al final se acaba por no distinguir el trigo de la paja y todos los hombres terminamos siendo machos chulos. Ni el de “queremos una Comunidad Valenciana de dones”, porque siempre he pensado que la igualdad entre hombres y mujeres es cosa de dos, que no es posible alcanzarla sin la complicidad de los hombres, porque la sociedad será igualitaria cuando todos, hombres y mujeres, entendamos que es una tarea común.
Sí entiendo que el 8 de marzo sea un día exclusivo para que las mujeres se reivindiquen como sujetos de la historia y la sociedad actual. Para que transcendiendo muchos otros roles, reclamen su papel en un mundo que sin ellas sería imposible, y no me estoy refiriendo solo a la natalidad. Pero el resto del año, si la igualdad no es una tarea común, seguirá quedándose en un reivindicación sin resultados tangibles de avance. La sociedad no tiene por qué ser feminista, con todos los respetos y reconocimiento de la labor del feminismo; la sociedad tiene que ser igualitaria, que es la única manera de acabar con la discriminación, la invisibilidad, el vacío, las brechas, la marginación y el olvido.
Esa es la sociedad que me gustaría, pero me temo que falta mucho para ella, por eso el 8 de marzo va a ser imprescindible durante mucho tiempo.  
     

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