Tengo
la fortuna de conocer a Desirée Ruiz desde hace varios años, y en todo este
tiempo, siempre, he creído que había en ella un alma de novelista que algún día
tendría que mostrarse en todo su esplendor. Y ahora, a pesar de su corta
carrera literaria, solo tres novelas, me ha hecho ver que no estaba equivocado,
tras la publicación de su tercera novela “Villa Melania” (Espasa 2023).
Con “Ofelia
descalza” (Ediciones Hades 2015), Desirée Ruiz, a pesar de ser su primera
novela, ya apuntaba maneras en el manejo de un género que cabalgaba entre lo psicológico
y la tensión narrativa del misterio. Con unos personajes muy bien trabajados e insertados
en la trama. En la segunda: “El silencio acuna pesadillas” (Ediciones Hades
2020), torna a envolvernos en ese mundo tan propio de personajes que deambulan por
el alambre de sus fantasmas mentales, y en esta ocasión con un mayor protagonismo
del misterio en clave policiaca. Se nota una evolución en su escritura, con
mucho más oficio narrativo.
Pero
el salto inesperado de Desirée Ruiz como novelista, es la publicación de “Villa
Melania”. En ella, muestra una sorprendente evolución de sus capacidades, tanto
narrativas, como de estilo, como de estructura argumental. De tal manera que desde
la primera página, el lector ya sabe que está entrando en una historia de la
que no se va a poder desprender durante las 420 páginas siguientes.
“Villa
Melania” es un territorio, que si al principio puede parecer físico (se trata
de una casa de estilo modernista de principios del siglo XX, con un hermoso jardín
que la protege del exterior), conforme vamos adentrándonos en su misterio descubrimos
que realmente es un territorio mental, donde los personajes habitan atrapados
en su propia historia de silencios y sentimientos reprimidos. Personajes, que
como si de figurantes de un gran escenario se tratase, van ocupando cada uno su
espacio en esta historia de la que son piezas fundamentales para que no se derrumbe.
Están tan magistralmente acoplados unos a otros, que si faltara alguno de ellos,
la historia se vendría abajo. Eso, y su tránsito por los acontecimientos que
marcan la vida de esa saga familiar, desde 1966 hasta 2020, es lo que hace de
Desirée Ruiz una magnífica novelista, de la que ya no podremos prescindir.
Por último,
me gustaría hacer mención al papel que juega la ciudad de Zaragoza en esta intriga,
en este caso más psicológica que policiaca. No puede ocultar Desirée Ruiz que
ama esa ciudad, a la que trata con tanta delicadeza, como un escenario subsidiario
de villa Melania, que uno acaba amándola y deseando transitar por sus calles, sus
rincones, sus plazas, sus bares y sus restaurantes.
En
definitiva, “Villa Melania” es una gran novela, que nos regala una excelente escritora,
que ya no está por descubrir. La tenemos entre nosotros.
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