Parece que ha empezado la caza contra Yolanda
Díaz, y no precisamente por sus adversarios ideológicos, que estarán velando
armas para cuando llegue el momento, sino por sus “supuestamente” amigos políticos.
Ya lo dice el refrán: Con amigos
así, para qué quieres enemigos. Y es que en la izquierda lo de los amigos
es una quimera que siempre se viene abajo por un quítame esas pajas, o mejor dicho, por esa
competición cainita de ver quién es el primero en redimir a la humanidad.
La parodia de “La vida de Brian”, entre Frente Judaico
Popular y/o Frente Popular de Judea, se repite, esta vez sin la gracia de los Monty
Pynthon, como un sainete en la izquierda, que muchas veces deriva en astracanada.
Así ha sucedido en Andalucía, que tanto discutir para ver quién
se posicionaba mejor en la coalición de izquierdas redentoras de los andaluces,
que a uno de los partidos en liza se le ha hecho tarde para inscribirse en el
registro electoral. Buena imagen de solvencia política.
Pero no se crean, la derecha también
tiene estos devaneos de quítate tú para ponerme yo, lo que pasa, es que como
ellos no pretenden salvar el mundo, sino sus cuentas corrientes, es más fácil ponerse
de acuerdo y hacer borrón y cuenta nueva. Que
no está la cosa como para perder dinero en discusiones políticas.
Volviendo al esperpento de Andalucía.
Como no hay por donde cogerlo, ahora el foco tratan de ponerlo en Yolanda Diaz
y su “frente amplio”, o en cómo leches se termine llamando (sic Pablo Iglesias).
Si yo fuera ella, los mandaría a todos a freír
monas y me retiraría como la mejor ministra de trabajo que ha habido en
España desde que Franco cautivó y desarmó al Ejército Rojo, antes del Auto de Fe.
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