Estimado Salvador Illa: Mal momento has escogido para dejar el ministerio. La verdad es que en España siempre es mal momento para cualquier asunto, sobre todo si tiene que ver con la cosa pública. Uno acaba olvidando la cantidad de veces que ha escuchado: “no es el momento”. Esa maldición de frase que cae sobre el progreso como una losa de conformismo o, siendo maligno, como freno a cualquier querencia por hacer algo que no satisface al poder. Por eso, tu adiós al ministerio de Sanidad, nunca va a ser bien recibido, aunque sean los mismos que llevan tiempo pidiendo tu dimisión, los que ahora más gesticulan cuando te vas. Cosas de la sinrazón política en un país cainita como ninguno. Porque de lo que se trata no es de tu gestión al frente de la mayor amenaza para la salud de los ciudadanos y la sanidad del país, eso da igual. Podrías haber sido el saltimbanqui del gobierno, que si sacaras mucho la cabeza, no tardarías en convertirte en un muñeco de tiro al blanco, de esta feria de pueblo perdido en la ignorancia, en la que se ha convertido la política en España.
Pero tu problema se agrava y la cacería
solo acaba de empezar, al mutarte en candidato a las elecciones catalanas.
Siento decirte que se acabaron los amigos políticos. Incluso aquellos que aplaudían
tu gestión hasta hace poco, se van a convertir en feroces neandertales a la
caza de la presa. Sobre todo, porque tu candidatura ha trastocado los planes de
muchos y dado alas a la mediocridad de otros, poniendo nerviosa a demasiada gente.
Por eso no va a haber misericordia
contigo, y no solo te van a acusar de haber traído la pandemia al país y al
mundo, para forjar tu imagen de candidato a las elecciones catalanas, sino que
no tardarán en convertirte en el único responsable de todas las crisis que ha desatado
esta pandemia. Triste final para un buen ministro de Sanidad en circunstancias extremadamente
difíciles.
Ignoro cómo va a ser tu papel de
candidato, pero a mí me has parecido un buen ministro, el mejor junto con la
titular del ministerio de Trabajo. No tengo por qué ocultarlo, porque, además, ni debo nada a tu Partido, ni tu Partido me
debe nada a mí. Lo digo desde la honestidad y la convicción de que lo mejor que
nos ha podido pasar en este país durante estos duros meses, es tener un filósofo
al frente del ministerio de Sanidad; una persona acostumbrada a pensar y
ponderar todos los pliegues de la realidad. No me imagino que al frente
del ministerio hubiera habido un médico
o un economista, con sus visiones correctas de las cosas, pero limitadas a su
área de conocimiento.
Decía antes que has puesto nerviosos
a tus adversarios en las elecciones catalanas.
Tanto que todos han apostado por aplazar las elecciones, a ver si el denominado
“efecto Illa, que tanto gustan los medios de comunicación propagar, se diluía
como un azucarillo en la mediocridad cortoplacista de la política catalana, que
no es mucho más mediocre que la española, la europea y la mundial. No te des por aludido, pero es que
corren malos tiempos para los políticos, sobre todo por su incapacidad de mirar
a la sociedad como un ente de ciudadanos con problemas reales y no como un
número de votos en una encuesta.
Para terminar, solo tengo que
decirte que te estoy agradecido por tu trabajo al frente del ministerio de Sanidad
estos meses; desearte que tengas mucha suerte en tu nueva andadura política, a
ver si introduces un poco de sentido filosófico a la política catalana y se acaba
con ese frentismo imbécil de nacionalismos trasnochados, que se ha instalado en la sociedad de Cataluña
y, por extensión, en el resto de España.
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