lunes, 17 de octubre de 2022

La expendora de carnets

 


No hay nada más ridículo que la estupidez intelectual que algunos escritores, escritoras, llevan por bandera allá por donde vayan.  Se quieren tanto a sí mismo, que acaban convirtiéndose en bufones de su figura o del pretendido personaje que quieren mostrar que son.

Empiezo tan fuerte y despectivamente, que me van a perdonar; criticar como un criticón no me gusta. Todo viene porque esta mañana he escuchado una entrevista a una escritora encantada de haberse conocido, que se ha erigido en chamán de alguna especie de ministerio literario en la sombra, con la capacidad de otorgar carnets de escritor o escritora, según los criterios que a esta literata le parecen ajustados, que no son otros que la ridiculización de quienes, probablemente con bastante esfuerzo, han escrito un libro, un solo libros y osan denominarse escritores. Ella ya ha dejado bien claro que lleva escritos veinticinco, lo que debe darle una autoridad sobrada para decidir quién se puede considerar escritor/a y quien no.

Se olvida la susodicha y prolífica escritora, que el título de escritor/a no te lo da publicar un solo libro, sino los lectores que deciden leer tu obra y sentirse identificados con ella, sea muchos o pocos. ¿Cómo deberíamos considerar, entonces, a Sallinger, John Kennedy Tool o Emily Bronte? Tres ejemplos autores/as de un solo libro a los que nadie, incluida nuestra querida expendedora de carnets, tendría la ocurrencia  de negar su condición de escritores (aunque la necedad humana es tan excelsa que no puedo afirmar esto con rotundidez).

¡Qué le vamos a hacer! La necedad solo tiene un recodo del camino donde se encuentra bien: la ignorancia. No hay necio que no sea ignorante y si, además´, entra en juego el ego, apaga y vámonos. Porque de necios engreídos está el mundo literario lleno, hayan escrito un libro o decenas. A lo mejor si se hubieran leído La  conjura de los necios, serían más comedidos en su vanidad. Pero, claro, esa novela es de John Kennedy Tool, escritor de un solo libro al que no merece la pena dedicarle atención ni dar entrada en el Olimpo de la literatura.

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