No hay nada más ridículo que la
estupidez intelectual que algunos escritores, escritoras, llevan por bandera
allá por donde vayan. Se quieren tanto a
sí mismo, que acaban convirtiéndose en bufones de su figura o del pretendido personaje
que quieren mostrar que son.
Empiezo tan fuerte y despectivamente,
que me van a perdonar; criticar como un criticón no me gusta. Todo viene porque esta mañana he escuchado una
entrevista a una escritora encantada de haberse conocido, que se ha erigido en
chamán de alguna especie de ministerio literario en la sombra, con la capacidad
de otorgar carnets de escritor o escritora, según los criterios que a esta literata
le parecen ajustados, que no son otros que la ridiculización de quienes, probablemente
con bastante esfuerzo, han escrito un libro, un solo libros y osan denominarse
escritores. Ella ya ha dejado bien claro que lleva escritos veinticinco, lo que
debe darle una autoridad sobrada para decidir quién se puede considerar escritor/a
y quien no.
Se olvida la susodicha y prolífica
escritora, que el título de escritor/a no te lo da publicar un solo libro, sino
los lectores que deciden leer tu obra y sentirse identificados con ella, sea
muchos o pocos. ¿Cómo deberíamos considerar, entonces, a Sallinger, John Kennedy
Tool o Emily Bronte? Tres ejemplos autores/as de un solo libro a los que nadie,
incluida nuestra querida expendedora de carnets, tendría la ocurrencia de negar su condición de escritores (aunque la
necedad humana es tan excelsa que no puedo afirmar esto con rotundidez).
¡Qué le vamos a hacer! La necedad
solo tiene un recodo del camino donde se encuentra bien: la ignorancia. No hay
necio que no sea ignorante y si, además´, entra en juego el ego, apaga y vámonos.
Porque de necios engreídos está el mundo literario lleno, hayan escrito un libro
o decenas. A lo mejor si se hubieran leído La conjura de los necios, serían más
comedidos en su vanidad. Pero, claro, esa novela es de John Kennedy Tool,
escritor de un solo libro al que no merece la pena dedicarle atención ni dar
entrada en el Olimpo de la literatura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario