LORCA. Creo que a todos nos ha
resultado inevitable relacionar el asalto al Capitolio de EEUU hace un año, con
el asalto al Ayuntamiento de Lorca de hace un par de días. A esos energúmenos
que se llaman ganaderos, solo les ha faltado una cornamenta de búfalo, en este
caso de vaca frisona, para haberlo bordado. Claro, que muchos dirán que no se
puede comparar uno con otro y yo me pregunto por qué. ¿A caso un ayuntamiento
no es una institución democrática tan respetable como el Capitolio o el Congreso?
No es una cuestión de tamaño, sino de dignificación de la democracia. Y
condenar lo sucedido sin exigir responsabilidades es hacer un flaco favor a la representación
de la ciudadanía que simboliza un ayuntamiento. No digamos ya, condenar y echar
la culpa al ministro Garzón, lo que nos indica que para la derecha todo es
bueno con tal de socavar al gobierno.
Me gustaría hacer dos preguntas a
la fiscalía general del Estado:
1. ¿Piensa
intervenir de oficio contra el asalto violento a una institución democrática? Recordemos
que por un intento de asalto a la Consejería de Economía de Cataluña, algunos independentistas
catalanes acabaron en la cárcel, entre otras cosas, por la implacable actuación
de la fiscalía, a los que acusó de rebelión.
2. Y
si en vez de energúmenos de extrema derecha, manejados y alentados por partidos
y grupos ultraderechistas, hubieran sido radicales izquierdistas o antisistema los
que hubieran asaltado un ayuntamiento gobernado por el PP. ¿Qué estaría
diciendo la derecha? ¿Y la fiscalía?
Por dar una supuesta patada a un
policía, un diputado de izquierdas es inhabilitado y se le retira su escaño.
Por manifestarse frente al Congreso, no por asaltarlo, la fiscalía pide hasta
siete años de cárcel a 21 acusados (aquí
si se les identifica rápidamente). Por participar en un piquete, la fiscalía
pidió hace cinco años otros siete años de cárcel contra dos sindicalistas. No
sigo, porque la lista se me hace muy vergonzosa.
Esperemos que lo de Lorca no
quede impune, porque eso sí es un atentado grave contra la democracia, y que se
llegue hasta el final sobre quiénes son los inductores de el asalto. Porque no
se trata de un asunto de desórdenes públicos al acabar una manifestación. Por
eso el tipo de los cuernos de búfalo, como sublimación del nuevo fascismo, ha
vuelto a nuestra memoria.
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