miércoles, 18 de noviembre de 2020

Los presupuestos no son inocuos y la derecha lo sabe

 


El escenario más temido por la derecha se está empezando a materializar estos días en el Congreso. Porque no hay nada que puedan temer más que se aprueben los Presupuestos Generales del Estado y el gobierno de Pedro Sánchez tome oxígeno hasta agotar la legislatura. Eso es lo que llevan pretendiendo que no se produzca desde las últimas elecciones; diría que desde el minuto uno de la victoria de la izquierda. Toda su estrategia se ha basado en intentar que el Congreso devolviera los PGE, y que como ya pasó en la vez anterior  no tenga más remedio que convocar elecciones. Suma y sigue, hasta la victoria final, que eleve a Pablo Casado a los altares de la Moncloa. Ese es el único objetivo de la derecha, que tardaría cero coma en reeditar a nivel nacional los pactos PP-CS-VOX.

En medio de ese objetivo se les ha cruzado la pandemia, y con ella por bandera, utilizando torticeramente a las víctimas por coronavirus de estos meses, igual que lo hacen siempre que les interesa las del terrorismo etarra, han intentado por activa y por pasiva que cayera el gobierno y la misión ya estaría cumplida.

Pero volvamos a los PGE. La derecha sabe dos cosas, principalmente:

Primera, que no son inocuos. Es decir, que son política en estado puro, porque toda la acción de gobierno pasa por su aprobación y desarrollo; a pesar de lo que nos quieren hacer ver sus medios de comunicación afines, presentándolos como si de un balance, en el que hay que cuadrar debe y haber, se tratara. Esto es absolutamente falso, ya que si hay una acción de gobierno politizada al máximo exponente esa es la elaboración de las cuentas públicas. Es aquí donde más se pueden diferenciar unos gobiernos de otros, al entrar en barreno la ideología como armazón que los sostiene. El PP es un maestro en ello, porque ha sido durante sus etapas en el gobierno cuando más ideología han destilado; ahí están los recortes en el estado de bienestar, las privatizaciones de los servicios públicos y las políticas económicas protectoras del capital y los capitalistas, mediante exenciones fiscales, laxitud en la persecución de los delitos tributarios y/o el reparto desigual de la riqueza. Porque de esto es al final de lo que se trata: de cómo se reparte la riqueza entre los españoles y qué medidas e instrumentos se articulan para hacer ese reparto. Y cómo la economía, al final es un  sistema de vasos comunicantes, si se beneficia a los ricos, se perjudica al resto de la sociedad y viceversa, generando más o menos desigualdad entre la ciudadanía.

Segundo, que un gobierno que consigue aprobar los PGE, es un gobierno difícil de tumbar, porque al margen de toda la legislación que pueda presentar al Congreso ajena a los presupuestos, ciertamente no mucha, con los presupuestos aprobados tiene recorrido para la acción de gobierno, y eso, la derecha no puede consentirlo. De ahí que utilice todas las artimañas mediáticas (bulos y mentiras), posibles para intentar impedirlo. Sin olvidarnos de las argucias parlamentarias, como presentar miles de enmiendas parciales para retrasar su aprobación, algo que ya hacían en la primera legislatura de la República, para bloquear las iniciativas legislativas del gobierno. Ahora, toda la polémica con Bildu es una patraña política, que solo tiene como objetivo desestabilizar al gobierno, con el apoyo inestimable de algunos barones del PSOE echados al monte del nacionalismo español, pensando en unas hipotéticas elecciones a corto plazo. 

Por eso pensar que la derecha va a apoyar unos presupuestos de un gobierno de izquierdas es un trampantojo dialéctico, porque iría en contra de sus intereses y principios. No nos engañemos, en el caso de España no es lo mismo salir de la crisis provocada por la pandemia con unos PGE de derecha que con unos de izquierda. Sobre todo para la mayoría de la población. Solo tenemos que mirarnos en el espejo de la memoria y comparar el presupuesto del gobierno actual, con los que elaboraba el gobierno del PP en la crisis del 2008. Y en el caso de CIUDADANOS, es un señuelo para romper los apoyos que el gobierno pueda tener a su izquierda; saben perfectamente que nunca llegarán a apoyar unos presupuestos con la vitola de la izquierda. Pero, si por el camino consiguen que Pedro Sánchez pierda apoyos, el horizonte de unas elecciones a corto puede no ser una quimera.

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