El Reino Unido aplica una
cuarentena a España de dos semanas y el facherío patrio se relame: pecado del
gobierno social/comunista de Sánchez, dicen y dirán. Como si nosotros tuviéramos
la culpa de que el gobierno británico tenga que lavar toda la ropa sucia de su mala
gestión con la crisis del coronavirus, que ha colocado a la isla de Albión con el
mayor número de contagios, etc., por Covid de toda Europa.
¿Realmente estamos tan mal? Desde
mi ignorancia, creo que no es para tanto. Otra cosa es que se quiera amplificar
el momento actual en los medios para vender más (vaya chollo que tienen con el coronavirus)
o, en el caso de los medios afines al Cid Campeador y la mascarilla con la banderita,
dar cera al gobierno.
Pero claro, todo tiene sus
consecuencias, y si al rebrote actual, muy localizado, muy controlado en la
mayoría de los sitios e irrisorio en comparación a lo que hemos vivido, estás
todos los días de la semana, a todas horas, en todas las tertulias, diciendo
que se acerca un nuevo apocalipsis, al final, parece que estamos ante una nueva
escalada irrefrenable del virus, y los países, que solo necesitan un ¡hay! para
poner una venda a sus maltrechas economías, aprovechan para que el dinero de
sus paisanos se gaste en el país propio y no en uno que cada día, gracias a los
medios, parece estar sumido en un descontrol de contagios.
Realmente somos un país de
quijotes, o como decía Marx, de ideas sin actos y actos sin ideas. Aquí en vez
de hacer un poco de piña, preferimos bebérnosla colada en nuestra propia estupidez.
Mientras, el resto del mundo trata de poner barreras al desastre económico,
pero eso no va con nosotros. Luego la culpa la tendrá el gobierno, que es lo
que están deseando decir y buscando desesperadamente, como a Susan.
A ver si somos capaces de darnos
cuenta de que todas esas cuarentenas que se están aplicando unos países a
otros, tienen más que ver con la jungla del mercado económico en la que se está
convirtiendo el mundo, que con una verdadera protección de la ciudadanía.
Estamos en el sálvese quien pueda. Y España lo tiene difícil, por haber fiado
gran parte de su economía a una actividad tan volátil como el turismo. Pero no
sé si seremos capaces de aprender la lección a futuro. Eso sí que es preocupante.
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