Parece
que la enésima crisis del capitalismo está en ciernes, cuando todavía no hemos
salido de la hecatombe económica que ha supuesto la pandemia de coronavirus. Nada
nuevo bajo el sol en una sociedad que ha dimitido de sus derechos ciudadanos,
para convertirse en un rebaño de ovejas mansas dirigidas por el apetito del
dinero y el consumo. Y así vamos encadenando una crisis tras otra -ajustes del
capitalismo lo llaman sus más entusiastas seguidores-, que parece ser es ya la única
manera de que las grandes corporaciones, léase multinacionales, que dominan la
economía y la política sigan aumentando sus beneficios sin control.
La
nueva crisis de falta de todo que se avecina, no sé por qué nos extraña, en un
mundo globalizado que solo ha servido para que los capitales puedan ir y venir
a su antojo por esos caminos del Señor y que la industria se haya deslocalizado
a zonas del mundo donde las regulaciones laborales o medioambientales son
escasas o inexistentes. Si en este caso Europa se ha desindustrializado por el
auge del pensamiento neoliberal que solo busca la optimización de los
beneficios y decidido producir bienes en los países asiáticos, no solo se está creando
un problema de empleo en el continente con el empobrecimiento generalizado de
la clase trabajadora, sino que se ha colocado en una situación de dependencia absoluta
de países terceros, como hemos comprobado con la falta de material higiénico y
médico durante la pandemia, o ahora con la escasez de componentes de todo tipo
que puede derivar en una crisis comercial e industrial de incalculables
consecuencias.
Estamos,
por tanto, atrapados en una espiral de egoísmo capitalista, que como ya vamos comprobando
demasiadas veces, es incapaz de atender a las necesidades de la población, y no
me refiero a la necesidad de consumir sin solución de continuidad, sino al
bienestar social, la salud, la educación, la movilidad y todo lo que se puede
englobar en un ámbito de reparto de la riqueza para mejorar la vida de la
ciudadanía.
Nueva
crisis, de la que la mayoría de la población no es responsable, pero ya saben ustedes, que en cada crisis aumenta
un poquito más la pobreza y las desigualdades.
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