martes, 26 de octubre de 2021

Enésima crisis del capitalismo

 


Parece que la enésima crisis del capitalismo está en ciernes, cuando todavía no hemos salido de la hecatombe económica que ha supuesto la pandemia de coronavirus. Nada nuevo bajo el sol en una sociedad que ha dimitido de sus derechos ciudadanos, para convertirse en un rebaño de ovejas mansas dirigidas por el apetito del dinero y el consumo. Y así vamos encadenando una crisis tras otra -ajustes del capitalismo lo llaman sus más entusiastas seguidores-, que parece ser es ya la única manera de que las grandes corporaciones, léase multinacionales, que dominan la economía y la política sigan aumentando sus beneficios sin control.

La nueva crisis de falta de todo que se avecina, no sé por qué nos extraña, en un mundo globalizado que solo ha servido para que los capitales puedan ir y venir a su antojo por esos caminos del Señor y que la industria se haya deslocalizado a zonas del mundo donde las regulaciones laborales o medioambientales son escasas o inexistentes. Si en este caso Europa se ha desindustrializado por el auge del pensamiento neoliberal que solo busca la optimización de los beneficios y decidido producir bienes en los países asiáticos, no solo se está creando un problema de empleo en el continente con el empobrecimiento generalizado de la clase trabajadora, sino que se ha colocado en una situación de dependencia absoluta de países terceros, como hemos comprobado con la falta de material higiénico y médico durante la pandemia, o ahora con la escasez de componentes de todo tipo que puede derivar en una crisis comercial e industrial de incalculables consecuencias.   

Estamos, por tanto, atrapados en una espiral de egoísmo capitalista, que como ya vamos comprobando demasiadas veces, es incapaz de atender a las necesidades de la población, y no me refiero a la necesidad de consumir sin solución de continuidad, sino al bienestar social, la salud, la educación, la movilidad y todo lo que se puede englobar en un ámbito de reparto de la riqueza para mejorar la vida de la ciudadanía.

Nueva crisis, de la que la mayoría de la población no es responsable,  pero ya saben ustedes, que en cada crisis aumenta un poquito más la pobreza y las desigualdades.

    

 

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España huele a podrido.

El único resumen que se me ocurre para despedir el año, es que la sociedad española está podrida, y cada vez, en su podredumbre, huele peor....