El rey Felipe VI dice en su discurso de Nochebuena (ese que
todo el mundo ve sí o sí, por mucho que cambies de canal, pero nadie escucha, porque
esta cenando o con los últimos preparativos de la cena) que la ética está por encima
de las consideraciones familiares. Una buena forma de dar carpetazo a un asunto
del que no quiere hablar ni como rey ni como hijo. Lo que no queda claro es a
qué tipo de familia se refiere cuando hace esa alusión: ¿A una familia cualquiera?
¿A la familia es la familia de Vito Corleone cuando le dijo a su hijo: “Nunca
digas lo que piensas a alguien fuera de la familia”? ¿A la familia Telerín? No
queda claro. Y es lo que pasa con la ambigüedad, que nunca se calcula bien y
siempre deja insatisfechos a muchos. Es como cuando quieres ligar y la otra
persona está deseando que le preguntes ¿en tu casa o en la mía?, y tú te pasas
la noche tomando cubatas y diciendo gilipolleces, y al final duermes solo.
Mal asunto este y el otro del que no habló. ¡Hombre Felipe
VI!, que tenga vuesa majestad a un nutrido grupo de militares tocando arrebato
contra la democracia, incluso con número de muertos necesarios para instaurar el
fascismo, y usted, capitán general de los ejércitos, no diga nada, da mucho que
pensar. Porque a los españoles, que
somos muy refraneros, enseguida se nos viene a la cabeza el de quien calla otorga.
En fin, debe pensar que como nadie le escucha, ocupados con
pelar las cabezas de los langostinos, tiene licencia para decir y no decir lo
que le venga en gana, para eso es rey inviolable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario