
Cuando uno habla
con Sergi González tiene la sensación de estar haciéndolo con un hombre de la
cultura, pero no de los que entienden esta para redimir a la humanidad de sus
desatinos, sino de quien la entiende como la mayor expresión de civilidad que hemos
construido los humanos para comunicarnos. Se inicia como gestor cultural en un
grupo de teatro de Vila-real, para más tarde convertirse en programador
cultural del Auditorio Municipal de esta localidad. Pero será con el teatro
cuando se sumerja en el mundo dela creación y al dirección, con la creación de
la compañía Teatro de la Saca, y el estreno de su primera obra teatral
“Fhürer”, con la que estuvo de gira por España y el mundo durante cuatro años.
Sin embargo será con su salto al cine cuando desarrolle toda su capacidad como
creador, convirtiéndose en uno de los principales directores de cortos de este
país, cuatro veces premiado con un “Roel” en la Semana de Cine de Medina del
Campo, uno de los más importantes de España, entro otros galardones y menciones
recogidos estos años. Actualmente, desde ha ya cuatro años, dirige el Festival
Cortometrando que se realiza bajo los auspicios de la Diputación de Castellón.
1.-
Desde hace más de una década eres
un dinámico emprendedor cultural en diferentes ámbitos, sobre todo en el teatro
y el cine. ¿En estos años, cómo y en qué ha cambiado la vida cultural en
España?
Cuando yo empecé a trabajar en el
mundo del teatro todo era más fácil porque los ayuntamientos disponían de más
presupuesto para las programaciones. La crisis todavía no había llegado, se
tenía más dinero y todo era más fácil. Imagino que esto se puede extrapolar a
todos los sectores, pero había más alegría y, la gente tenía más ganas de ir a
sitios.
Por ejemplo, “Führer”, el espectáculo
que escribí para Teatro de la Saca, recorrió distintos países con un elenco de
16 personas de gira, un caché que, a día de hoy, es casi inimaginable.
Quizá esa sea la principal diferencia.
También entiendo que la gente lo ha
pasado o lo está pasando mal, y esa alegría ha desaparecido en algún modo y con
ella las ganas de ir al teatro, al cine o a eventos culturales.
Cierto es que se percibe un despertar,
que las cosas parecen volver a su sitio poco a poco, aunque me temo que nunca
regresaremos a aquel punto del que partimos hace ya muchos años.
Por otro lado, y viendo cómo está el
patio, entiendo que para una entidad pública (llámese ayuntamiento, por
ejemplo) sea más importante atender las necesidades de las personas que viven
en situaciones precarias que subvencionar un cortometraje, o una obra de
teatro. Las necesidades de la población marcan, en este caso, las obligaciones
municipales. Es más importante que nadie pase hambre, que rodar un
cortometraje, evidentemente.
No soy un activista de la cultura, ni
entiendo que los organismos públicos deben pagar todos nuestros proyectos. La
mayor parte de mis cortos me los he financiado yo, a veces con alguna ayuda
simbólica de ayuntamientos o diputaciones, pero siempre he sido yo el que se ha
jugado el dinero. Creo que forma parte de mi trabajo, y que no puedo vivir a
expensas de ayudas públicas.
Los nuevos tiempos nos han reeducado
en muchas cosas. El apoyo institucional se ha quedado en un segundo plano, y
tenemos que aceptar que las prioridades ahora son distintas.
2.-
Dices que no eres un activista de la cultura, sin embargo, renuncias a una
cultura sustentada en subvenciones, y te enfrentas al reto de financiar tus
proyectos. Eso te da más libertad a la hora de programar tu actividad ¿Crees
que si la cultura no fueses tan clientelar del poder sería más dinámica?
Por supuesto, el dinamismo reside en
la libertad para crear. No se crea igual cuando dependes del “visto bueno” de
quien te da la pasta. La libertad tiene un precio. El comúnmente conocido como
“cine independiente”, sin cánones, sin sistemas, hace lo que les da la gana
porque no deben explicaciones a nadie. Y no se trata de transgredir ni de ir en
contra de ningún sistema, se trata de libertad creativa. Se juegan su dinero,
sólo el suyo, para bien o para mal. Hay un poco de locura en todo esto, por
fortuna.
Yo hago publicidad, videoclips, bodas,
todo lo que me pidan audiovisualmente hablando. Mantengo a flote mi empresa y,
cuando consigo ahorrar algo de dinero, dirijo un corto, o un documental… A
veces pido algo de ayuda, otras no. Depende de proyectos.
3.-¿En
qué medida las instituciones públicas y privadas deben ser agentes económicos
para el fomento de la cultura?
Siempre he pensado que los
ayuntamientos, el de Vila-real por ejemplo, deberían tener una partida anual
para colaborar con toda la producción audiovisual que se haga en su ciudad.
Hablo de colaborar, no de subvencionar. Sería muy sencillo recibir los
proyectos y dotarlos con una cantidad simbólica que ayudase a arrancar. Ninguna
cantidad en concreto, una parte del presupuesto demostrable, una manera de
colaborar y de ayudar a que su ciudad crezca culturalmente.
Respecto a la empresa privada, tan
solo hay que hacerles ver que la cultura es un maravilloso medio publicitario.
No siempre es dinero lo que necesitamos. Un vehículo para el rodaje, vestuario,
maquillaje, una casa donde poder rodar… Hay mil maneras de que se involucren de
manera coherente. Un trueque, a veces, puede resultar más beneficioso que una
aportación económica.
Mi experiencia con la empresa privada
ha sido muy positiva hasta el momento. Con el apoyo de diferentes firmas,
ninguna llega a tener tanto poder como para
imponer ningún tipo de criterio. Claro, así es difícil conseguir el 100%
de financiación, pero ya te he dicho que soy más de jugármela yo…
En definitiva, tanto la empresa
pública como la privada tienen en la cultura un medio de rentabilizar social o
publicitariamente su inversión. Creo que deben “estar” en ciertos proyectos, de
manera simbólica, pero estar.
Como ejemplo, el Festival
Cortometrando premia a los seis equipos de rodaje con 900 euros por equipo.
Evidentemente con ese dinero no se rueda un corto, pero les da ese primer
empujón. Luego les ayuda publicitariamente y les permite estrenar sus cortos en
una Gala frente a cientos de personas. Es una pequeña ayuda, pero muy
importante para los cortometrajistas. Los cortos finales, con el sello de la
Diputación impreso, recorren varios países del mundo y te aseguro que
rentabilizan cada uno de los euros que han recibido de ayuda para comenzar a
rodar.
4.-
Durante unos años estuviste trabajando en el mundo del teatro ¿Qué te llevó a
cambiarlo por la producción audiovisual?
Me atrevería a decir que fue un
proceso natural, una evolución hacia aquello que siempre me había entusiasmado.
Siendo todavía programador del Auditorio de Vila-real, allá por el 2000, hice
amistad con el programador del Auditorio de Medina del Campo, y un año me
invitó a su Semana de Cine. Eso fue suficiente para darme el empujón que
necesitaba. Yo ya había escrito varios relatos cortos y había ganado algún que
otro premio menor. Pensé que un relato corto podía ser también el guion para un
cortometraje.
Al regresar de Medina, todavía
fascinado por todo lo que allí había vivido, y por la gente a la que había
conocido, me puse a leer guiones de pelis, de cortos, de todo lo que caía en
mis manos. Tiempo después trabajaba para pulir “Éxodo, 23:20”, que a la postre
sería mi primer cortometraje. Estrenado en la Semana de Cine de Medina del
Campo (en el fondo soy un romántico) y premiado con el Premio del Jurado Joven.
Muchos de mis amigos del teatro me
ayudaron en aquellos inicios, al fin y al cabo muchos actores de teatro también
hacen cine. No fue fácil, pero fue como si de repente todo tuviera sentido en
mi vida y hubiese encontrado un camino escondido entre la maleza.
Se puede decir con la voz bien alta
que dirijo cortos por culpa de la Semana de Cine de Medina del Campo y de
Eduardo López, su coordinador. De hecho, tengo una promesa con ellos. Si algún
día recojo un Goya, cosa poco probable (seamos realistas que la cosa está muy
jodida) me pondré debajo del traje la camiseta de la Semana de Cine de Medina
del Campo.
5.-
Vemos que Medina del Campo y su festival de cortometrajes ha sido muy
importante en tu carrera profesional ¿Es este festival el culpable del Festival
Cortometrando que se celebra en Castellón desde hace cuatro años?
No de manera directa. Más bien diría
que Cortometrando es el resultado de muchos otros festivales. Me explico. Tras
recorrer festivales de toda España me di cuenta de que hay muchos festivales
que premian el cortometraje acabado, el resultado final, pero que había muy
pocos que premiaban el proyecto, el guion. Lo realmente difícil no es mover un
cortometraje por festivales, lo realmente difícil es rodar un cortometraje con
presupuestos ridículos la mayor parte de las veces.
Quisimos poner en marcha un festival
diferente, un festival donde se ayudase desde la base, desde el origen, que es
lo más difícil. Queríamos ayudar a arrancar, pegar ese primer empujón para que
la producción audiovisual de nuestra provincia creciese.
Héctor Folgado, diputado de Cultura de
la Diputación de Castellón hace cuatro años, también quería hacer algo con los
cortometrajistas, un festival… Le propuse Cortometrando, le añadimos el factor
turístico al rodarlo en pueblos de interior… Y aquí estamos, cuatro años
después con 25 cortos ya rodados en estos años y con una aceptación social en
aumento.
Aun así, Eduardo López, coordinador de
la Semana de Cine de Medina del Campo, fue jurado en la primera edición de
Cortometrando y estuvo acompañándonos y entregando un premio en la primera
edición de nuestro festival.
6.-
Cortometrando, entonces, es un festival que trata de poner en valor la fuerza
del cortometraje uniéndola con la promoción de Castellón, desde una mirada
cinematográfica. Te pregunto como cineasta ¿Qué tal casan turismo y cine?
Pues a las mil maravillas siempre y
cuando el guion exija o permita localizaciones “turísticas”.
“La venus de las pieles” (2013), de
Polanski, por ejemplo, sucede dentro de un teatro, poca promoción turística se
puede hacer con ese guion.
Sin embargo, hay millones de personas
que acuden anualmente a Nueva Zelanda tan solo para visitar los lugares donde
se rodó “El señor de los anillos”. Nueva York, tiene diferentes rutas
turísticas siguiendo el recorrido de cientos de películas míticas. Incluso en
París puedes seguir los pasos de Robert Landon (Tomk Hans) en el Código Da
Vinci.
El cine es una maravillosa herramienta
de promoción turística siempre y cuando esté justificado. Cortometrando exige a
los directores que sus guiones estén basados en pueblos pequeños del interior
de nuestra provincia, y en la selección previa se descartan todos los que no
reúnan ese requisito indispensable.
Tenemos lugares realmente bellos,
atractivos para los que no los conocen.
Hasta ahora hemos rodado 25
cortometrajes, gran parte de los cuales han recorrido varios festivales de
España, incluso del mundo, llevando con ellos los paisajes de nuestro interior.
El propio José Luis Cuerda (Amanece
que no es poco, entre otras muchas) bromeaba conmigo hace menos de un año en la
Semana de Cine de Medina del Campo, donde coincidimos en una comida. Le hablé
de Cortometrando y me dijo que se venía a Morella a rodar su próxima peli, que
le encantaba el pueblo… Lo de venir a rodar era una broma, pero lo de que le
encantaba el pueblo no lo era.
Otros directores, menos conocidos,
también me han preguntado en ocasiones por posibles localizaciones en nuestra
provincia. Creo que Cortometrando está abriendo muchos caminos en ese aspecto.
7.-
Estamos en la IV Edición de Cortometrando ¿Cómo director del Festival qué tiene
de nuevo este año?
Cada año vamos sumando. Recuerdo el
primer año cuando nadie sabía ni siquiera qué era Cortometrando. Algunos
ayuntamientos no sabían ni que se iba a rodar en su pueblo.
Ahora ya nos conocen. Los
ayuntamientos se involucran más porque se han dado cuenta de que Cortometrando
es un auténtico regalo para ellos. Un cortometraje rodado en sus calles que
guardará para siempre sus imágenes, y que las llevará por diferentes partes del
mundo.
Como ejemplo significativo siempre
tomo el día de la Gala Final, que es cuando se proyectan públicamente los seis
cortos y se entregan los premios. El primer año la hicimos en el Paraninfo de
la UJI. Esa misma mañana me llamó Héctor Folgado (Diputado de Cultura por aquel
entonces) y me preguntó que íbamos a hacer si no se presentaba nadie, si no
venía público… Al llegar a la sala por la mañana, el técnico me preguntó cuánta
gente esperábamos. “Lleno”, le dije yo… No voy a reproducir sus palabras, por
educación, pero se rió en mi propia cara… Llenamos, hasta la bandera.
Ante el tremendo éxito de público, la
segunda edición se hizo en el Teatro Principal, con más capacidad. También lo
llenamos, creo recordar que quedaron cinco o seis butacas libres en todo el
teatro. La tercera edición repitió en el Principal, pero esta vez nos
desbordaron y dejamos fuera a más de 200 personas porque el teatro estaba lleno
y ya no cabía nadie más. Exitazo ¡!!! Y este año nos vamos al Auditorio, con
capacidad para más de 1.000 personas.
Creo que es un buen referente para
valorar el crecimiento del festival. Que 25 localidades hayan quedado
reflejadas en algún corto y 25 directores hayan recibido un primer empujón para
sacar adelante sus proyectos.
Y nos hemos convertido en un referente
a nivel nacional en cuanto a la gestión de un festival, por lo novedoso y por
lo peculiar del mismo.
8.- Está claro que Cortometrando se está
consolidando como un Festival importante en el mundo del cortometraje y el
crecimiento exige mayor planificación ¿Cómo va a afrontar el Festival el
futuro?
Pues de la misma manera que hasta el
momento. Por fortuna, Diputación está muy comprometida con el proyecto, y hasta
ahora se ha ido incrementando el presupuesto cada año, y se ha ido subiendo la
dotación de los premios.
La primera edición incluso llegó a
costarme dinero, porque no había presupuesto y queríamos sacarlo adelante.
Necesitaba demostrarles que era un formato que podía funcionar, y no me importó
arriesgar hasta ese punto.
Ahora se trabaja más a gusto. El
festival forma parte habitual de los presupuestos y los pagos son fluidos. Eso
permite que todo sea más ágil. Piensa que es un festival que implica muchos
desplazamientos, muchas horas de lectura de guiones, muchas reuniones,
controlar seis rodajes en seis localidades distintas y casi todos a la vez. Es
una locura, pero la implicación desde Diputación lo hace todo muy fácil.
Creo que ya nos hemos convertido en un
habitual para los cortometrajistas de la provincia, ya esperan que salgan las
bases hacia febrero para ir enviando sus trabajos, cada año más y con mayor
calidad.
Los ayuntamientos, ahora, incluso
piden que vaya el festival a su pueblo. Miro hacia delante con la tranquilidad
de que el festival se ha construido con muy buenos cimientos, y que dentro de
poco funcionará casi por inercia. Algo impensable cuando arrancamos hace ya
casi cinco años.
9.-
Para finalizar ¿Qué proyectos cinematográficos tienes en mente, después de tu exitoso último corto
en Festivales: “Ni dos, ni cuatro”?
Ahora toca comenzar a disfrutar un
poco de “Ni dos, ni cuatro”. Estrenamos hace un mes y ya tenemos tres
selecciones importantísimas (una internacional, en el mejor festival de Bolivia
y dos festivales nacionales que pre-seleccionan ambos para los Goya) Algo
impensable en tan poco tiempo. Con este arranque todo hace esperar que las
selecciones continúen llegando y, con suerte, algún premio que consolide la
trayectoria del documental.
Tener un corto en el circuito de
festivales, “Ni dos, ni cuatro” en este caso, implica una serie de
desplazamientos que te permiten conocer distintos festivales, y aprender de
todos ellos. Vamos a estar en Arnedo (La Rioja), donde proyectarán el corto
dentro de su festival Octubre Corto. Después se proyecta en el FENAVID de
Bolivia, ahí no puedo ir porque me pilla un poco lejos y el vuelo debe ser
carísimo. Y a finales de mes, el 28 de octubre (un día después de la Gala de
Cortometrando) debo estar en Albacete, donde “Ni dos, ni cuatro” participa en
el festival Abycine.
Por otro lado, uno de mis últimos
guiones ha sido seleccionado este año en el festival “Navarra: Tierra de Cine”,
un festival que funciona un poco como Cortometrando, pero a nivel internacional.
Este año se recibieron unos 60 guiones de distintas partes del mundo y seleccionaron
10, entre los cuales está “Ya no quedan domingos”, que será mi próximo corto.
Ya estuve la semana pasada en Viana
(Navarra) para hacer un pequeño casting y localizar los exteriores donde vamos
a rodar. Tenemos previsto regresar el fin de semana del 4, 5 y 6 de noviembre
para completar el rodaje y ponernos en seguida con la edición del corto, porque
debe estar entregado antes del 30 de noviembre. El corto se estrenará a
mediados de diciembre en el teatro de Tudela. Habrá un jurado que dictaminará
un total de cinco premios para los diez cortos finalistas.