martes, 6 de diciembre de 2016

Diario esférico 6.12.2016

               
                                                                                                Foto: Autor desconocido
Leo en diferentes medios de comunicación las razones que la derecha nueva y vieja da para no acometer la reforma Constitucional. Parece que se han abonado a la falta de consenso, como argumento más sólido, para dejar las cosas como están, es decir, que los problemas que se quedaron sin cerrar en la Constitución de 1978, sigan pudriendo la convivencia y deteriorando el estado de bienestar. Empiezo a pensar que a los santos barones de la derecha y a algunos de la izquierda les viene bien “el cuanto peor mejor”, así pueden seguir manejando a su antojo los designios del país.
                Lo que no logro entender es a qué consenso se refieren. O no tiene ni idea de cómo se fraguó la Constitución actual o están tratando de construir un relato muy alejado de la realidad del momento. Pues nada hay más disparato que hacernos creer que  antes de empezar la negociación constituyente había un consenso previo. Ni mucho menos. En lo único que estaban de acuerdo era en que había que elaborar una Constitución, pero esto era casi un imperativo político, una vez disuelto el franquismo, el fuero de los españoles y los principios fundamentales del movimiento. Difícilmente se podía dar la imagen en el mundo de que España caminaba hacia una democracia, si no se aprobada una Carta Magna que así lo hiciese parecer. Hasta ahí el consenso.  El resto fue una dura, larga y tensa negociación, que estuvo en algunos momentos a punto de estallar, hasta que Alfonso Guerra y Abril Martorell se encerraron en el restaurante José Luis de Madrid, sine die, hasta que llegaron a un acuerdo de mínimos, que trasladaron al resto de los Partidos y sus ponentes en la negociación.  Porque, la Constitución de 1978, fue eso: un acuerdo de mínimos, pactado entre la UCD y el PSOE. Así que, de consenso poco, y sí mucha negociación a cara de perro.

                Pero eso no se sostiene que ahora nos vengan diciendo que no hay consenso para iniciar su reforma. Si la sociedad está convencida que se debe reformar hay que iniciar las negociaciones ya, sin tanta demagogia y a cara de perro si es necesario, como se hizo en 1978. Lo importante es que al final se llegue a un acuerdo que no satisfaga a ningún Partido, pero que puedan asumirlo todos, y que nosotros podamos refrendarlo.  

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