La escritura esférica: La ciudad como espacio de convivencia y bienestar

martes, 1 de noviembre de 2016

La ciudad como espacio de convivencia y bienestar

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Foto: González de la Cuesta

Artículo publicado en Levante en el año 2005

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No hay literatura más excelsa que la poesía, porque con ella las palabras alcanzan un nivel superior de arte. Como escritor de poemas, me considero un poeta circunstancial, sin oficio, que ha ido plasmando a lo largo de toda su vida sentimientos que brotaban a borbotones en forma de versos. De esa desnudez del alma, surge este libro, recopilatorio de poemas escritos durante años, en los que el amor, el desamor, la desazón, el agradecimiento, la pasión y el vacío interior, han convivido conmigo, convirtiéndose en sujetos con los que he compartido mesa, sueños, llanto sin lágrimas, noches de insomnio, y emociones que en el momento de vivirlas se manifestaban como un revulsivo interior, a veces paralizante, a veces exultante.

Sofía de Valdivieso es una mujer madura, moderna, empoderada, soltera y de gran prestigio profesional, lo que hace que lleve una vida muy activa. Hereda de su padre un libro: un ejemplar único, manuscrito por Cervantes, de la segunda parte de El Quijote, que le hace conocer a Matías Alonso, un librero de libros antiguos, joven y atractivo. Entre ellos sucede lo que se supone que no debería ocurrir: el amor se cruza entre los dos y la vida de Sofía se desbarata, ya que no está preparada para enamorarse de un hombre veinte años menor que ella. Mientras tanto se despierta un interés creciente entre cierta gente por el manuscrito de Cervantes, pese a que su existencia se supone que es un secreto familiar, despeñando la vida de Sofía por un abismo de confusión y caos. El dilema de Sofía es una novela de amor, desamor, intriga y libros antiguos que nos sumerge en el Madrid vital y atractivo de principios del siglo XXI, y en la que ciudades como Cuernavaca, Monterrey, Marrakech, Imlil, Roma o las playas de Castelló de la Plana, tienen un papel relevante en el desarrollo de la trama.

Durante la primavera de 2020, una inesperada pandemia nos obligó a recluirnos en nuestras casas en una cuarentena que duró tres meses de encierro y el desconfinamiento posterior. En realidad, lo que vivimos desde el primer día, fue el deseo de ser desconfinados, para volver a la normalidad anterior a la pandemia, de ahí el título. Este libro recoge el diario que escribió el autor durante esos días, hasta que pudimos retomar una cierta normalidad en nuestras vidas, cuando todavía no sabíamos que el virus iba a estar presente entre nosotros muchos más tiempo y que vendrían otras medidas restrictivas. Son impresiones del día a día, de cómo se vive una situación así y cómo se ve lo que sucede en el mundo desde la ventana real y virtual, cuando la vida se ha detenido tal y como la conocíamos.

Un hombre y una mujer en busca de saldar las cuentas con su pasado se conocen en el Hotel Voramar de Benicasim, mediada ya la década de los cincuenta del siglo pasado, tratando de olvidar y recomponer su vida. Encuentran en el amor que va surgiendo entre ellos, bajo el aroma estival del Mediterráneo, el consuelo necesario para volver a ser felices. Pero la felicidad siempre se bebe en pequeños sorbos.

El Hotel Voramar es el escenario perfecto para una historia que comenzó en 1957 y acabó en la actualidad, pasando por la Alemania de la época nazi y el Madrid de los años 50.

“Nunca seremos los mismos” de las que impactan al lector y lo hacen partícipe de las barbarie de los tiempos de guerra: el exilio, el hambre, el cansancio, la muerte, las injusticias… Aventuras y viajes que llevarán al lector a entender cómo vivían unos jóvenes milicianos que simplemente soñaban con la libertad y que en su camino hacia el exilio se cruzarán con varios personajes históricos de la Guerra Civil: Manuel Azaña y Antonio Machado, entre otros, antes de llegar a sus destinos: París y Nueva York, donde se darán cuenta que sus vidas han cambiado para siempre, y ya nunca volverán a ser los mismos.

martes, 1 de noviembre de 2016

La ciudad como espacio de convivencia y bienestar

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Gracias Irene, por enseñarnos el camino