No voy a ocultar que siempre he pensado
que Cataluña debería tener un concierto económico similar al del País Vasco.
Quizá porque he creído y creo que la España de las autonomías es un empastre
regional impuesto por la derecha franquista durante la Transición, que no
solucionó el encaje territorial de regiones como Cataluña, enquistando el
problema de la formación de un país aceptado por todos. Un problema que
trajeron los Borbones, triunfadores de la Guerra de Sucesión a principios del
siglo XVIII, trasponiendo el centralismo férreo de la monarquía francesa a
España. Lo que me lleva a pensar que como siguen los Borbones, nadie se plantea
derogar los decretos de Nueva Planta impuestos por Felipe V contra la Corona de
Aragón y reinstaurar, aunque con unos siglos de retraso, el modelo confederal
que tenía la monarquía de los Austrias.
No sé si en la actualidad el modelo idóneo
sería el confederal o el federal. Lo que sí tengo claro es que el autonómico es
un fracaso que sólo sirve para alimentar el centralismo de una derecha que se
espanta cada vez que un territorio solicita más competencias, en nombre de la
unidad de España, con el mantra de la igualdad de los españoles.
Igualdad de los españoles que sólo sacan a
pasear cuando no son ellos los que promueven la desigualdad, como el dumping
fiscal que lleva años practicando la Comunidad de Madrid, por ejemplo. Una
desigualdad que sólo les preocupa cuando se habla de la “sagrada unidad
centralista de España”, pero que no les mueve la ropa ante la brecha que sus
políticas sociales y económicas abren entre españoles.
Que el modelo autonómico hace aguas por
todas sus costuras lo pone negro sobre blanco el sistema de financiación
autonómica, cuasi inexistente, que condena a las autonomías a depender,
financieramente hablando, de la generosidad del gobierno central de turno o de
su cicatería o de su silencio. Silencio cuando son los míos los que rompen la
financiación común y aspavientos cuando son los otros.
Que Cataluña tenga un concierto económico
singular al modo del País Vasco, es una reparación histórica, puesto que
Cataluña es un territorio singular, como viene demostrando desde hace siglos. Y
no entiendo, salvo que haya intencionalidad política en ello, por qué la
derecha se opone tan vehementemente. O sí lo entiendo. Desgraciadamente en
España tenemos una derecha que no disimula en esconder su nacionalismo
centralista exacerbado, anteponiendo el centro sobre el resto de España. Ni
tampoco me creo que el resto del país se vaya a resentir por que los impuestos
los recojan unos u otros, siempre que haya mecanismos de compensación
solidarios entre territorios.
Aunque quizá, lo que deberíamos
plantearnos como país, si queremos poner fin al problema territorial, es dar
carpetazo al sistema autonómico e implantar un modelo federal y si fuese
necesario confederal con algunos territorios. Claro, que entonces, la derecha
nacionalista no tendría excusas para poner el país patas arriba por su
patriotismo electoral. Ni podría buscar enemigos internos diabólicos, que es la
manera que siempre han tenido los nacionalismos para reafirmarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario