sábado, 19 de noviembre de 2016

Pedro Sánchez

                                                                                                 Foto: Autor desconocido
Publicado en Levante de Castellón el 18 de noviembre de 2016
¿Cuántos sapos tiene que tragarse un político para mantenerse en el poder? No recuerdo si fue Adolfo Suárez o Fernando Abril Martorell (para los más jóvenes este fue vicepresidente de Suárez en la Transición), quién dijo, en cierta ocasión, que todas las mañana se tenía que comer un sapo. Y no me extraña, dadas las circunstancias de la época, que no fueron más fáciles que las actuales. Y es que, el poder exige seguir una dieta muy difícil de tragar, incluso a veces, excesivamente repugnante
                Hago esta pequeña reflexión, porque tengo la sensación que Pedro Sánchez se ha tenido que comer demasiados sapos en estos dos años que ha dirigido el PSOE, incluso alguno demasiado indigesto. Porque al ex secretario general de los socialistas no le han venido nunca las cosas de cara, desde que fue elegido por la militancia, para dirigir un Partido en descomposición, manchado por la conciencia de la culpa de haber sido el que inició el desmantelamiento del estado de bienestar, eso sí, por mandato de Bruselas.
                Me consta, porque así me lo han transmitido personas de su entorno político, y por lo que he podido ir leyendo sobre su figura, que él, cuando se presentó a la secretaría general, ya tenía intención de darle una vuelta y media al Partido, para poner tierra por medio de un PSOE abotargado y acomodaticio, y hacerle resurgir de sus propias cenizas como un partido socialista renovado y adaptado a los  nuevos tiempos. El problema es que el incendio ha acabado abrasándole a él.
                Pedro Sánchez no contaba, cuando la vieja guardia le da su bendición para las primarias, que la operación Susana ya estaba en marcha y él sólo era  la imagen de una maniobra estética, la carnaza de renovación que las bases exigían, con el fin de que las cosas cambiaran para que todo siguiera igual -¿Cuántas veces se habrán leído las baronías del PSOE la novela de Guiseppe Tomasi di Lampedusa: El Gatopardo”, para llevarla a la pantalla de la política con tanta fidelidad? Pero el compañero Sánchez tenía otras ideas, y sabía muy bien que para llevarlas a la práctica sólo había un camino: ser candidato presidencial para intentar alcanzar la jefatura del gobierno. Y hay empiezan sus problemas, que se resumen en una idea muy simple: Susana Díaz y sus amigos tiene que sacarse del zapato el grano de arena que se les ha metido por pasear por zonas pedregosas. La batalla está servida, y como los grandes generales, han ido secuenciando los tiempos de ataque, hasta la carga de caballería final, puesto que la infantería no les secundaba.
                 No ha tenido suerte Pedro Sánchez en estos dos años, porque a las zancadillas que su Partido le ha ido poniendo, le estalla en la cara el crecimiento mediático y electoral de Podemos, lo que le obliga a tener que compartir la izquierda con la formación de Iglesias/Errejón, y sirve a sus enemigos internos para orquestar todo un discurso “antipopulista”, que sólo tiene como fin poner contra las cuerdas a Pedro Sánchez, para que no pueda nunca formar gobierno. Lo que le hace cometer muchos errores y desviarse de su intención inicial de cambiar el Partido. Desde esta perspectiva, no es difícil entender las declaraciones de estos años por parte de él y sus enemigos internos, en las que Podemos siempre es protagonista. En esa clave interna se producen las declaraciones de “una gran victoria” después del 20-D y las alegrías tras el 26-J, porque estas están dichas para frenar a quienes le acusaban de estar llevando al Partido a la debacle electoral, cuando la hecatombe ya se había producido antes, por las políticas que quienes han querido defenestrarle han practicado.
                Aunque he criticado a Pedro Sánchez por su falta de autoridad y valentía en el Partido, para desactivar a quienes han preferido abstenerse ante un gobierno de Rajoy antes que alentar un gobierno de cambio alternativo, creo que es un hombre honesto, y que en la famosa entrevista de Jordi Évole, dice verdades como puños, haciendo un acto de contrición por sus errores. ¿Por qué tiene que callarse lo que todo el mundo percibimos, si esos a quienes acusa han tratado y conseguido, de momento, destruirle? ¿Es esto más deshonesto que callarse? ¿Es más decente rendirse a los intereses del poder postfranquista que impera en España, que mantener el famoso “NO es no” a un gobierno de Rajoy?

                Ignoro cuál va a ser el futuro de Pedro Sánchez. Si acabará imponiendo sus tesis de que el Partido debe ser de los militantes, frente a los que piensan que debe ser de las élites, siempre que ellos pertenezcan a ese grupo de elegidos. Su idea de ponerse al frente de la trasformación del PSOE, empezando desde abajo, a algunos les puede parecer suicida, incluso puede dar pie a la risa de dirigentes que se creen omnipotentes en sus eternos sillones, pero si al final tiene éxito, y su reflexión acerca de que para ganar el gobierno tiene que haber entendimiento entre la izquierda, sigue siendo la opción, habrá redimido al PSOE de sus pecados, y es posible, si la contraparte en la izquierda no sigue escondida tras las barricadas, que en un futuro no muy lejano tengamos ese gobierno de cambio que ahora, los intereses nobiliarios de su Partido han impedido.  

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