lunes, 3 de noviembre de 2025

Tres eran tres las hijas de Génova

«Tres eran tres las hijas de Elena. Tres eran tres y ninguna era buena». Tres eran tres los presidentes del Partido Popular en la Comunidad Valenciana que acabaron sentados en el banquillo: Zaplana, Camps y Olivas, cada uno por diferentes motivos, pero todos con un denominador común: la corrupción. Y aunque todos se han beneficiado de una judicatura demasiado benévola con los dirigentes de la derecha, su paso por los tribunales no deja en muy buena situación al Partido Popular valenciano. De cinco presidentes de la Generalitat sólo se ha salvado uno de sentarse en el banquillo, Alberto Fabra, y el último, Carlos Mazón, es sólo cuestión de tiempo que tenga que rendir cuentas ante la justicia. Oscuro bagaje del PP valenciano, que siempre está dispuesto a dar lecciones de moralidad y ética política. 

                Ahora, como el despropósito de Carlos Mazón; la sinvergonzonería de un presidente repudiado por una gran parte de los valencianos y quizá, desde la distancia, de los españoles; la caradura de quien dice marcharse después de un año de haber protagonizado el mayor fraude político que un presidente puede desempeñar, no ha habido ninguno. Un año de reírse de las víctimas de la DANA y los valencianos, sin asumir ninguna responsabilidad, ni siquiera cuando forzado por las circunstancias dimite, culpabilizando a todo el mundo, sin ningún tipo de empatía hacia nada ni nadie. Tampoco, haciendo gala de esa cobardía que lo ha llevado a tardar un año en dimitir, deja su escaño en las Cortes Valencianas, amparándose en la inmunidad que le otorga su condición de parlamentario, de la que no piensa dimitir, a ver si con un poco de suerte pasan los meses y se agota la instrucción sin que el haya sido imputado o, por una de esas cosas que pasan en España cuando el Partido Popular gobierna, tiene la fortuna de que a la jueza de Catarroja la sustituya cualquier juez Peinado o Hurtado de turno, como ya lo intentó la consejera de emergencias Salomé Pradas ante el Consejo General del Poder Judicial.

                Un año de componendas estratégicas de Núñez Feijoo y su séquito de Génova. De apoyos miserables, poniéndolo como ejemplo de honestidad y buen hacer. Un año de tratar de utilizar la DANA, para culpabilizar al gobierno central, a costa del dolor de las víctimas y de la dignidad de los valencianos. Un año de palmaditas en la espalda a Carlos Mazón, y de ovaciones, como el gran aplauso que le fue dispensado en el Congreso del PP en Valencia, con abrazos de los dirigentes nacionales. Un año en el que hemos tenido que escuchar: “Quiero darle las gracias (a Mazón) por el trabajo que está desarrollando”, Miguel Tellado el 12 de septiembre en Benidorm. Un año, y cuando llega el anuncio de la dimisión, Núñez Feijoo denuncia que Carlos Mazón ha sido objeto de una cacería, tratando de convertirle en víctima de la pérfida izquierda y las manipuladas víctimas. «Ignorar el mal es convertirse en cómplice de él», dijo Martin Luther King, sin conocer ni a Feijoo ni a Mazón.

                Carlos Mazón se marcha presionado por la sociedad valenciana, no por su partido, que lo ha sostenido durante todo este tiempo, cuando Núñez Feijoo se da cuenta de que la sociedad empieza a considerarle cómplice de Mazón, y esto puede afectar sus aspiraciones de verse en la Moncloa. Porque si no hubiera habido esta presión popular, hoy Carlos Mazón no habría dimitido, forzado por el miedo de Génova, y seguiría siendo el presidente más indigno de la historia de la Comunidad Valenciana.

                Sin embargo, lo más triste es que pase lo que pase a partir de ahora el mango de la sartén lo tiene VOX, al que ya están implorando desde Génova y Valencia. Porque el PSPV está desaparecido, desde que decidió tener un perfil bajo en todo este asunto, quizá por la falta de liderazgo de su candidata a presidenta o porque no le venía ni le viene muy bien abanderar la exigencia de unas elecciones, sabiendo que salen con un caballo perdedor. Parece que el PSPV ha apostado por prepararse para pasar, lo mejor posible, una larga travesía por el desierto que se habita cuando no se gobierna, en vez de asumir su deber de afrontar con decisión un roll de liderazgo, aunque esto pase por cambiar a la candidata a la Generalitat y presentar a los valencianos alguien capaz de dar la vuelta a la situación actual. Porque si no es así, Carlos Mazón habrá sido el mejor escudero de Santiago Abascal en la Comunidad Valenciana.          

martes, 28 de octubre de 2025

Mazón y Feijoo, las dos caras de la misma moneda en el aniversario de la DANA

     


Me resulta muy difícil escribir sobre la DANA, en este su primer aniversario, porque me es imposible ponerme en la situación de las víctimas y damnificados, y porque ya se han dicho tantas cosas, que poco puedo aportar, a pesar de que tengo una empatía hacia ellos y ellas que no puedo obviar. Pero como ciudadano valenciano y español, una vergüenza ajena me revuelve las tripas cada vez que veo o escucho a Carlos Mazón, con esa verborrea de vende mantas, tratando de escabullirse de su responsabilidad, por no decir culpabilidad (presunta, por supuesto). En una tierra que ha dado un buen rosario de corruptos, mentirosos y sinvergüenzas, nunca imaginamos que todo siempre puede ir a peor, hasta que por el arte aritmético de un algoritmo político, que debe mover las ambiciones de poder del Partido Popular (desgraciadamente algo que se repite en casi todos los partidos, de una forma o de otra), este señor acaba siendo presidente de la Comunidad Valenciana. Pero si ya desde el principio apuntó maneras de ser un personaje de vodevil político, capaz de cualquier cosa con tal de apuntalarse en un poder que nunca debería haber tenido, su comportamiento de botarate el 29 de octubre del año pasado y los trescientos sesenta y cinco días después, ha sobrepasado todos los límites de lo imaginable. Los valencianos no nos merecemos tener un presidente como Carlos Mazón, ni siquiera como presidente de una comunidad de vecinos, porque su derroche de baja catadura moral es un desprecio para la ciudadanía de esta tierra y un violento ultraje para las víctimas de la DANA. 

    Sin embargo, no seguiría ocupando un sillón que no se ha ganado y ensucia cada vez que asienta sus posaderas en él, si no tuviera el apoyo amoral de su gobierno, su partido y quienes lo sostienen. Es incomprensible que el Partido Popular de Núñez Feijoo siga mirando hacia otro lado ante tamaño despropósito, lo que sólo nos puede llevar a dos conclusiones: la primera que Núñez Feijoo algo tiene que ocultar sobre el día de la DANA -no nos olvidemos que ha cambiado también unas cuantas veces de versión-, y Carlos Mazón, como personaje políticamente indecente, capaz de cualquier cosa con tal de salvar su culo, lo tenga amenazado y ese silencio del presidente del Partido Popular sea la mejor coartada, para mantenerse en el cargo. La segunda, que priman más los intereses electorales del Partido Popular de Núñez Feijoo, que la decencia política que nos merecemos quienes habitamos en la Comunidad Valenciana. Es decir, que es más importante la estrategia política, primero en su intento de desgaste al gobierno central, después con la calculadora en la mano, a ver qué les puede beneficiar más en las urnas. En cualquier caso, Núñez Feijoo se ha convertido en cómplice de Carlos Mazón, y en colaborador necesario de el despropósito político que se vive en esta Comunidad.  

    De una forma o de otra, en el primer aniversario de la DANA, los valencianos vivimos secuestrados por los intereses estratégicos del Partido Popular de Núñez Feijoo y por un personaje de sainete, Carlos Mazón, que sólo mira en como salvar su desvergüenza, pase lo que pase y pese a quien pese.    

viernes, 24 de octubre de 2025

La DGS en la memoria de la crueldad del franquismo

 

Dos veces estuve en la puerta de la Dirección General de Seguridad DGS, hoy sede de la Comunidad de Madrid, esperando que soltaran a amigos tras ser detenidos por la policía franquista, sin más motivo que tener pinta de rojos. Dos veces agobiado por la angustia de tener amigos en los calabozos de la Puerta del Sol, y nos saber absolutamente nada de su situación ni de su estado físico; una de las torturas psicológicas a familiares y amigos de los detenidos durante el franquismo era la ausencia deliberada de información de quienes tenían encerrados en el sótano de ese aciago edificio, que producía temor cuando pasabas delante de él. No saber qué les podía estar sucediendo provocaba que el miedo se fuera apoderando de uno. Y cuando el miedo se instala en tus pensamientos y estado de ánimo, te convierte en un ser vulnerable, que es uno de los objetivos de cualquier dictadura. Tener miedo y ser vulnerables, nos hace dóciles y manipulables, y si es en una sociedad en donde la mentira es la seña de identidad del poder, nada les va a impedir campar a sus anchas. 

Miedo era lo que transmitía a los ciudadanos de Madrid el edificio de la Dirección General de Seguridad, convertido en símbolo de la represión franquista, no gratuitamente, sino porque en su interior la violencia contra los detenidos, el despojo de la dignidad, las palizas, la humillación y la tortura, eran lo único que te esperaba si tenías la mala suerte de ser detenido acusado de rojo subversivo. Todo el mundo sabía lo que se cocía en aquel edificio, en donde la peor calaña de la especie humana habitaba sin control de sus actos. Todo el mundo lo sabía, porque incluso la gente bien pensante del régimen, a pesar de mirar para otro lado, no sabemos si por vergüenza o por miedo, tenía conocimiento de alguien que en algún momento había tenido la mala suerte de caer en las garras de aquellos torturadores del régimen de Franco, que anidaban, como alimañas crueles en aquel triste edificio.

Recordar no es sólo un acto de memoria, de mantener viva una de las épocas más aciagas de la historia contemporánea de España. Es también reconocer y homenajear a quienes sufrieron en sus carnes y sus psique las torturas que se les infligieron en la DGS. Por eso es un síntoma de salud democrática que la actual sede del gobierno de la Comunidad de Madrid, sea declarada como edificio de la memoria histórica, y dejarse de embarrar, como la hace la señora Díaz Ayuso, defensora de una libertad de opereta, con una polémica que no debería producirse en un país democrático. Salvo que en su huida hacia adelante, hacia el fascismo con el que parece sentirse cómoda, la señora Díaz Ayuso trate de negar el pasado, lo que le hace cómplice de las torturas que allí se practicaron, o esté tan abducida por su antisanchismo, que no es otra cosa que tratar de ocultar lo que realmente representa ella y su gobierno madrileño, que no le importe hacer el ridículo, esta vez, tristemente, sobre el dolor de las víctimas que fueron torturadas en el edificio que ella preside.      

martes, 21 de octubre de 2025

Muy españoles y mucho españoles


¿Realmente creemos que el camarero que nos sirve todas la mañanas el café, la vecina con la que nos cruzamos en el ascensor, el niño que comporte clase con nuestros hijos, la cuidadora de nuestros padre o abuela, el conductor del autobús, la médico que nos atende en al centro de salud, la limpiadora que nos pule y abrillanta la casa, el mensajero que nos trae un paquete, la compañera de trabajo con la que compartimos espacio a diario…, en definitiva todas aquellas personas con las que convivimos, con más o menos intensidad, que por la única razón de no haber nacido en España, son delincuentes peligrosos, a los que hay que expulsar porque atentan contra la unidad y espíritu nacional católico romano enquistado en la mente de algunos?

¿Realmente creemos eso? Porque si los españoles, con más de nueve millones de migrantes en el suelo patrio, pensamos que los migrantes son un peligro, debemos estar sufriendo un calvario, atenazados en por miedo que nos produce estar rodeados de peligrosos delincuentes. Claro que de esta cifra habría que restar todos los que son blancos, cristianos, millonarios o, simplemente, con un buen sueldo o pensión. Lo que nos conduce a una verdad mucho más humillante que la que nos quieren hacer ver: más que xenófobos somos aporófobos, y lo que no toleramos es la pobreza, incluso aquellos que siendo españoles, son tan desfavorecidos como los migrantes pobres.

Hemos pasado de hacer la ola a los migrantes con dinero, a aquellos a los que se les regalaba la residencia por comprarse un vivienda de lujo, sin necesidad de exámenes de españolismo, a querer echar a los que viene a trabajar, bien sin contemplaciones, al estilo Trump, como defiende la extrema derecha y Díaz Ayuso, o buscando el subterfugio del carnet de españolidad, según defiende el Partido Popular de Núñez Feijoo. Como diría M. Rajoy, los migrantes deben “muy españoles y mucho españoles”.

Produce cierta tristeza ver como la derecha de Feijoo entra en el juego discriminatorio y xenófobo de la extrema derecha de Vox y sus periferias. Como aquel que no es presidente del gobierno porque no quería, por serlo, debe ser que ahora quiere, ha perdido el norte de la decencia política, suscribiendo los postulados fascistas de Abascal y compañía.

Pero lo más triste es que la extrema derecha ha conseguido meter en la agenda política un asunto que nunca ha sido un problema en España, más allá de los microrracismos históricos hacia colectivos diferentes. Que una parte de la población esté tragándose las mentiras y bulos que lanzan a diario Vox, y el Partido Popular, creyendo que perjudican a Sánchez, los amplifique, sin ser conscientes del daño que están haciendo a la España que tanto dicen querer, y a ellos mismos dándose un tiro en el pie, como Froilán.

España es un país de acogida y así debe serlo, por nuestro carácter abierto, por nuestra historia ahíta de inmigraciones y porque nos lo debemos a nosotros mismos, por justicia planetaria y reconocimiento a todos y todas aquellos que tuvieron que abandonar su casa, su familia, su pueblo y su mundo de afectividades, en busca de una oportunidad mejor de vida. Varios millones desde el siglo XIX hasta la actualidad.

Es por ello, sea usted de izquierdas o de derechas, debemos mirar a quienes conviven con nosotros como personas que tiene nuestros mismos problemas, pero lejos de su familia y no como nos quieren hacer ver, delincuentes que han venido a robarnos.    

             

    

martes, 30 de septiembre de 2025

Civilización o barbarie

 


La gran pregunta que deberíamos hacernos en estos tiempos de turbulencias, es si estamos de parte de la civilización o la barbarie. Porque de eso se trata cada vez que nos posicionamos a favor de unos y en contra de otros. La civilización, entendida como el triunfo de la razón, el sentido común y la humanidad; como motor al servicio de la justicia y el bienestar social; como la capacidad de crear cultura impulsora de la creación y la libertad; en definitiva, la civilización al servicio de la paz, la solidaridad y el progreso. En frente, la barbarie, como instrumento de poder de determinada clase dirigente que sólo entiende el mundo cuando está al servicio de sus intereses; como acto de violencia contra quienes no comparten sus propósitos de dominación; como fuerza de sumisión hacia la gran mayoría de la humanidad, que consideran más siervos a su servicio, que ciudadanos y ciudadanas con derechos; como destrucción de la convivencia, si esta es contraria a su estatus de poder económico, político y social; en definitiva, la barbarie como un estigma que la humanidad sufre cíclicamente a lo largo de la historia. Y lo más triste es que no hay término medio; no hay grises. O eres un bárbaro, en el peor sentido de la palabra o estás al lado de quienes se oponen a la barbarie en nombre de la civilización.

Desgraciadamente la barbarie se ha manifestado, siempre, como una enfermedad afín a la humanidad. Mark Twain decía que la historia no se repite, pero rima, y las épocas en que se han producido guerras salvajes, genocidios, soluciones finales, violencia desmedida e injustificable o programas de aniquilación, han estado presente, demasiadas veces, a lo largo de la historia, instaladas en el odio y la destrucción de los valores que en la actualidad calificamos como derechos humanos, y en el pasado, aunque no tenían una definición como tales, sí estaban en las ideas de muchos, que se fueron desarrollando hasta la actualidad del proceso revolucionario que se inició a finales del siglo XVIII con la Revolución Francesa, pero que ya venia apuntándose desde la Ilustración y antes, a saber: Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Locke, Hume, Francisco de Vitoria, Juan Luis Vives, Jovellanos, Feijoo, Erasmo de Rotterdam o Tomás Moro. Cabrían muchos más, pero no es necesario alargar tanto la lista.

Una barbarie que a lo largo de los siglos ha esgrimido la xenofobia, la desigualdad y la aporofobia, es decir, el rechazo visceral a la pobreza y la violencia sobre ella, como argumentos para esconder otros intereses económicos, territoriales y de acumulación de poder, que son los que esgrimen aquellos y aquellas que en defensa de sus intereses de clase, son capaces de hacer o justificar cualquier barbaridad. Incluso, como se puede observar en los últimos tiempos, destruir un territorio y masacrar a su población hasta el exterminio, para seguir manteniéndose en el poder y evitar conflictos judiciales o electorales.

Hace falta tomar conciencia del momento crítico en el que nos encontramos, con las élites que manejan el poder, en muchos casos otorgado estúpidamente por la ciudadanía, con toda su artillería lanzando fuego contra la civilización. Con el resurgir de la extrema derecha, que no es más que el brazo ejecutor de la barbarie, colonizando espacios, territorios y mentes, con el único fin de destruir la convivencia, el progreso y la democracia, para instalar a la humanidad en un tiempo de oscuridad y miedo.     

 

domingo, 14 de septiembre de 2025

LAS ESPÍAS Sinopsis de la novela

 


Sinopsis 

En 1940 España es un hervidero de espías mientras Europa se desangra ante el empuje de la Alemania nazi, que tiene prácticamente ocupado casi todo el continente. Gran Bretaña ha escapado al dominio del ejército hitleriano, sosteniendo una guerra sin cuartel que se dirime tanto en el campo de batalla como en la tupida red de espionaje que se extiende por todas las capitales europeas.

En este contexto, el régimen fascista de Franco entra en juego, debido a su situación estratégica y afinidad con el nazismo, al que debe, en gran parte, su victoria en la Guerra Civil frente a la legalidad republicana.

Los titubeos de Franco en política exterior, queriendo aparentar una neutralidad que ni siente políticamente ni puede permitirse, hacen que tanto Alemania como Gran Bretaña tengan un interés especial por España, desplegando una red de espías que convierte a Madrid en uno de los centros de espionaje más importantes de Europa en ese año de 1940.

Gran Bretaña no quiere que Franco cambie su postura de neutralidad frente al conflicto que incendia Europa; Alemania no se fía de Franco y además quiere asegurarse el abastecimiento de materias primas imprescindibles para que su máquina de guerra pueda funcionar.

Este es el ambiente en el que transcurre la trama de “Las espías”. Tres mujeres y un hombre tendrán un importante papel en los acontecimientos que sucederán cuando Franco determine que España deje de ser un país neutral para convertirse en un país no beligerante; decisión que hace que Winston Churchill ponga en marcha la Operación Soborno.

José Manuel González de la Cuesta publica con Editorial Posidonia, del Grupo Editorial Sargantana, Las espías, una sugerente propuesta en la que nos adentra el autor con las siguientes palabras: «En la España de 1940, tres mujeres luchan por mantener su identidad. Su misión como espías del gobierno británico o del servicio secreto alemán les provoca miedos, dudas e inseguridades. En el contexto de la Segunda Guerra Mundial en Europa, inician un periplo en París, unos días antes de la ocupación alemana de Francia, que les hace discurrir por Lyon, Castellón, Valencia y Madrid, centro planetario del espionaje en esa época».

Este viaje, tal y como detalla el autor: «las lleva hasta la estación de Hendaya, donde el 23 de octubre de 1940 se produce la entrevista entre Hitler y Franco, para acabar su odisea en Lisboa y Londres. Tres mujeres y un hombre, que se les une en este cometido, vivirán intensamente sus misiones, en donde el amor, la intriga y la pasión conducirán al lector o a la lectora hacia un final inesperado».

Uno de los aspectos más interesantes, y que lo diferencia de otros libros con los que podría compartir universo, es que, tal y como desgrana el autor: «no es una novela de espías al uso, sino de cómo un grupo de mujeres viven y sienten ser espías en España, en pleno conflicto de la II Guerra Mundial.

Se trata, sin duda, de una emocionante novela, situada en un momento histórico en el que el gobierno británico pone en marcha la “Operación Soborno”, para impedir que el gobierno de Franco entre el la guerra, en favor de Alemania.

En este contexto se podría tratar de una novela histórica, pero, como detalla el autor: «atiende, sobre todo, a los personajes, como eje central de toda la trama, situándolos en un nivel alejado del estereotipo del espía, es decir, con una perspectiva más humana. Las esperas, la incertidumbre, el amor, el desengaño, el descubrimiento de una España rota por la Guerra Civil, triste y temerosa por el régimen político implantado por los vencedores y la constatación de que España es uno de los centros mundiales del espionaje, dan a la novela un carácter de excepcional expectación, conforme va transcurriendo la trama».

En definitiva, una recomendable propuesta apta para todos los públicos que deleitará a quienes deseen introducirse en una historia diferente con una adictiva trama, unos personajes bien construidos y un relato repleto de emoción e intriga.


 Personajes 

Bastien Cremon: Militar británico que trabaja para el Servicio Secreto de Inteligencia.

Madeleine Linzmayer: Amiga de Bastien en la sala de baila de París. Trabaja para el Servicio Secreto alemán.

Tatiana Svenova: Joven británica reclutada por el Servicio Secreto de Inteligencia.

Camille Legrand: Capitán del yate que los lleva a España en una travesía por el Mediterráneo.

Lidón Messeguer: contacto de la pareja en España, convertida en espía y acompañante de Tatiana.

Tono Escrig: Carretero que trabaja para los ingleses en diferentes misiones, amigo de Lidón.

Germán Ariza: Agente británico infiltrado en la Falange de Valencia.

Arcadio Messeguer: Tío de Lidón.

Margot: Compañera de habitación de Tatiana en la residencia de estudiantes de Nueva York.

Fabián Alonso de León: Amigo español de Madelaine en París. De buena familia.

Bethany: Amiga de Tatiana en la adolescencia.

Matías: Camarero de Casa Balanzá, enlace con la embajada británica.

Marion: Amiga de Tatiana en la universidad neoyorkina.

Adelina: Tabernera de un local próximo al domicilio de Madeleine en Madrid.

Serafín Pomares: Amigo de Lidón en Madrid, que la introduce en círculos de gente importante.

Carmelo Castellano: Anticuario y amigo de Serafín.

Madame Friné: Regenta un prostíbulo en la calle Postas de Madrid.

Marquitos Campoamor: Miembro del comando de operaciones al que pertenece Bastien en Madrid.

Harold Jones: Agente británico en Madrid, al servicio de Alan Hillgarth y miembro del comando de operaciones al que pertenece Bastien.

Carol Brown: Agente inglesa, que es el contacto de Lidón en España.

Mariola: Nombre en clave de Lidón.

Chloe: Nombre en clave de Tatiana.

Julián Carrizo: Consejero de un importante banquero del franquismo.

Ángel Lascoiti: General cercano a Franco, que utiliza Madeleine para obtener información.

Se menciona también a:

Ernest Hemingway: Que se hospedó en el Hotel Inglés de Valencia en dos ocasiones.

Hans Dietrich: Director del Deutsche Bank en Madrid

Walter Mosig: Jefe de la Gestapo en España.

Samuel Hoare: Embajador británico en España.

Alan Hillgarth: Agregado naval del Reino Unido de 1939 a 1943. Jefe de la inteligencia británica en España.

Francisco Franco: Dictador en España de 1939 a 1975.

Lorca, Ortega y Gasset, Dalí, Gómez de la Serna, María Zambrano, Maruja Mallo, Hermanos Machado, Giménez Caballero, José Antonio Primo de Rivera, Azorín , Pío Baroja, Vicente Aleixandre, Josefina de la Torre, Luis Cernuda: Amigos de Sebastián Pomares.

Chicote: Famoso barman madrileño, dueño de la coctelería que lleva su nombre.

Juan Luis Beigbeder: Ministro de Asuntos Exteriores de Franco entre 1939 y 1940.

Heinrich Himmler: Reichfürer de las SS. Visitó España entre el 20 y el 24 de octubre de 1940.

Dylan Thomas: Poeta, cuentista y dramaturgo británico de la primera mitad del siglo XX.

Hitler: Führer del III Reich

Von Ribbentrop: Ministro de Asunto Exteriores de Hitler participante en el encuentro de Hendaya.

Serrano Suñer: Ministro de Asuntos Exteriores de Franco y cuñado de este, participante en el encuentro de Hendaya.

lunes, 18 de agosto de 2025

Los pirómanos no sólo queman el monte

 



Resulta bastante inquietante que el Partido Popular no asuma el nivel competencial que la Constitución otorga a las autonomías. Más grave, que trate de confundirnos traspasando responsabilidades, que sólo le competen a las comunidades autónomas, al gobierno central, cuando algún desastre natural saca a la luz la incompetencia en la gestión de la que hacen gala los gobiernos autónomos que ellos dirigen. Lo vimos durante la pandemia; con el volcán de La Palma; ha sido de vergüenza cómo ha escurrido el bulto en la Comunidad Valenciana con la DANA; y ahora, han tocado arrebato, para que parezca que la mala gestión contra los incendios forestales en las comunidades que ellos gobiernan, principalmente en todo lo que significa prevención contra los incendios, parezca un “nuevo” despropósito del gobierno central, es decir, de Pedro Sánchez, que se ha sentado a ver como arde España (sic Díaz Ayuso). 

Han sacado el ventilador en sus medios de comunicación y tertulianos afines, para disimular que sólo ellos son los responsables del desmantelamiento presupuestario y político de los sistemas de emergencia autonómicos y el desprecio a los trabajadores/as: bomberos, protección civil, etc., que muestran su proyecto de un modelo económico y político que se desentiende de lo público, alineándose con el negacionismo del cambio climático y las políticas verdes que desde Europa y el gobierno central se impulsan.

Decía que resulta inquietante, que los defensores a ultranza de la Constitución, cuando se trata de pasear la bandera, la patria y las pulseritas, exijan al gobierno central que se inmiscuya en las competencias de exclusividad autonómica, para disimular su mal gobierno, y se erijan como defensores a ultranza de otras competencias, cuando chocan con su proyecto político de defensa de los intereses de la oligarquía política y económica del país.

Sigue siendo triste, que la derecha en España haya abandonado su impulso democrático y esté abonada al enfrentamiento salvaje y grosero con el gobierno, incluso cuando se le debería presuponer sentido de Estado, en aquellos asuntos que así lo exigen. Pero, claro, cuando uno define su proyecto político, exclusivamente, en la negación del otro, cualquier cosa es posible.  

jueves, 29 de mayo de 2025

Núñez Feijoo complice de Carlos Mazón

 


Hace unas semanas planteaba una pregunta que no ha obtenido respuesta todavía: ¿Cuál fue el papel de Alberto Núñez Feijoo la tarde del 29 de noviembre, cuando la provincia de Valencia, literalmente, se ahogaba? Que Carlos Mazón, estuvo ausente vaya usted a saber dónde, con quién y en qué estado, ya lo sabemos y la falta de una explicación honesta, nos hace pensar en las teorías más peregrinas. Pero es que el personaje es tan grotesco, que cualquier cosa es posible que estuviera haciendo.

                En este revoltijo que el Partido Popular está tratando de montar, enredando por donde sea necesario para que no parezca lo que todo el mundo tenemos claro que es: que Carlos Mazón y su gobierno cometieron uno de los despropósitos más grandes que puede hacer un político, dejando morir a decenas de personas por su inacción, saltan muchas dudas, acerca de la actitud del PP nacional , con referencia al papel de Carlos Mazón y de Núñez Feijoo. Porque nadie se puede creer, que ante tamaña catástrofe, cuando se estaba produciendo, el líder del Partido Popular Núñez Feijoo, no estuviera informado; él mismo lo ha reconocido en alguna ocasión, aunque después se ha tratado de echar una densa capa de humo sobre este asunto, no vaya a ser que…

                Más allá de que Carlos Mazón deba dimitir por su negligencia y su incapacidad para gestionar nada, tan grande, que casi nadie confía en él como persona capaz de hacer nada por los valencianos, mientras rema a contracorriente para salvarse asimismo, Alberto Núñez Feijoo todavía no aclarado su papel en este desastre. Porque no podemos creer, que en un partido tan jerarquizado como es el PP, en la tarde más aciaga de los valencianos en muchas décadas, Feijoo y Mazón no estuvieran en contacto, si es que el estado del president lo permitía. Y si no fuese así, por qué no tomaron el mando desde Génova para limitar, lo más posible, los daños humanos.

                En una situación, que además está suponiendo un problema para el PP valenciano y, posiblemente, para el PP nacional y su desmedida ansia por gobernar, cabe preguntarse por qué Núñez Feijoo se ha puesto de perfil y no ha tratado de poner orden, buscando una solución para su Partido, que a todas luces, está sufriendo un importante desprestigio entre la ciudadanía valenciana. O es que la soberbia imbécil y dañina para el país, de la que hace gala desde que llegó a Madrid, está tan inflada que no le deja abrir los ojos, o es que tiene algo que ocultar, que no quiere que se sepa, y quizá el único que puede revelarla sea Carlos Mazón, por lo que tiene un pacto de silencio a cambio de mantener el cargo al president, mientras se pueda.

                Es difícil conjeturar sin caer en la paranoia conspiranoica, que nubla las entendederas. Pero en este caso, si Núñez Feijoo no provoca que Carlos Mazón salga inmediatamente de la presidencia del Consell valenciano, y da argumentos sólidos de por qué lo hace y su papel el 29 de noviembre, no dejará de ser cómplice de lo sucedido, aunque se aferre a echar las culpas a quien a él más le conviene electoralmente. Porque, incluso, hasta su rápida gira por Albacete y Valencia, culpando, con los datos habituales que él lo hace, es decir, ninguno veraz, al gobierno central y su presidente, dan para sospechar que no pudiera haber pensado que la DANA era un buen motivo para avanzar en su carrera hacia la Moncloa.   

 

viernes, 23 de mayo de 2025

Están los jueces enfadados

     Están los jueces enfadados por la reforma que pretende hacer el gobierno, para regular el acceso a la carrera judicial. No pueden soportar que los privilegios que les han permitido perpetuar y defender los intereses de clase en la judicatura, se tambaleen por un gobierno que no les representa. Es hasta ahí donde llega la reiterada independencia judicial, que sólo tiene valor, como están demostrando últimamente, cuando las infracciones de la Ley no ponen en peligro su estatus social y político, o cuando se trata de exonerar delitos cometidos por afines ideológicos o políticos, cargando la mano, sin contemplaciones, contra sus enemigos de clase, englobando aquí todo tipo de enemigos, que no están en su manera de entender el mundo o en su orbe ideológico.  

    Los jueces están enfadados, no todos afortunadamente, y la derecha de toda la vida también. La que se apoya en una judicatura afín a sus intereses de clase. No es nuevo esto. Viene siendo así desde tiempos inmemoriales, porque a lo largo de la historia, las leyes han estado al servicio de los que sienten que el poder es un don divino, otorgado sólo a ellos y cuando las leyes no les gustan, para eso están los jueces, para que acogiéndose a su privilegio de interpretación, ajustarlas a sus intereses, cuando no a saltárselas, directamente, como viene siendo habitual en demasiados casos, en los últimos años.

    Por eso están tan enfadados, unos y otros, y dispuestos a poner al país a los pies de los caballos, si con esto acaban enderezando la anomalía librepensadora que les impide ser los amos y señores del país y sus habitantes. Algo que se les complicaría, si la reforma propuesta por el gobierno abre la puerta a jueces y juezas con una visión del mundo y la justicia diferente a la suya.        

miércoles, 21 de mayo de 2025

Normas de urbanidad atemporales

 


«Cuando te hayas lavado las manos, nada toques sino la comida (…); y no pongas en tu boca un trozo tan grande que se salgan las migas por un lado y por otro, para no parecer glotón (…) ni tomes la copa antes de tener la boca vacía, no cobres fama de vividor; y no hables con la boca llena para que no se vaya algo de la garganta a la tráquea, y puedas morir por ello (…). Lávate las manos después de comer , porque es cortés y saludable; pues eso enferman los ojos de muchos, porque se los frotan después de comer con las manos no lavadas».

    Los humanos somos tan fatuos que nos pensamos que el mundo lo hemos inventado ayer. Este texto, que podría valer hoy como norma de urbanidad, corresponded al libro Disciplina clericalis, publicado en el siglo XII, por Pedro Alfonso, nombre cristiano del nacido judío y convertido al cristianismo, Moshé Sefardí, que fue médico personal del rey Alfonso I de Aragón.

    Y para la mala educación cívica que en la actualidad corroe nuestra sociedad, ahíta de individualismo egoísta, dejo otro texto, este anónimo, que circulaba, uno de tantos, en el siglo XII, en forma de manual de comportamiento:

«Mientras re estén sirviendo, evita masticar,
y tus dedos deben estar limpios y las uñas arregladas.
En el plato no se deja en trozo tocado.
No te toques las orejas, ni las narices con los dedos desnudos.
No te limpies los dientes con un hierro agudo ante los comensales.
La sal n o toque la comida, si va a volver a su recipiente.
La norma manda que el cuenco no se lleve a la boca.
Quien desee beber, antes deba vaciar la boca
y tener los labios bien limpios;
y no me atrevo a omitir que no se roa el hueso con los dientes
(…)
Levántate de la mesa, lávate las manos y luego bebe». 

    Parece mentira que unas normas del Siglo XII, puedan ser hoy tan útiles. Lo que nos lleva a la conclusión de que los humanos, o por lo menos algunos, no hemos aprendido nada en ochocientos años. 


jueves, 8 de mayo de 2025

Un aniversario para no olvidar el pasado

             Hace 80 años se produjo la victoria de la democracia, por lo menos en una parte de Europa, frente al fascismo. En el caso de España y Portugal, tuvimos que esperar treinta años para que esa victoria también llegara a la península Ibérica, tras la Revolución de los Claveles de 1974 en Portugal y la muerte del dictador Franco en 1975 en España. Desgraciadamente en la Europa del Este tuvieron que esperar un poco más, porque un régimen totalitario, que si no era fascismo, se le parecía mucho, encarnado por el comunismo soviético, retrasó la normalización democrática hasta finales de los años ochenta del siglo pasado.

Hago referencia a este aniversario, cuando en mayo de 1945 las tropas aliadas derrocaron al régimen nazi encarnado por Adolf Hitler, y anteriormente, en 1943, con la caída y muerte de Mussolini en Italia, porque la extensión de la democracia por el continente europeo no ha sido un camino fácil, a pesar de haber construido la entidad política más fascinante del siglo, como es la Unión Europea UE. No ha sido y no es, desde que un nuevo fascismo, de corte más moderno, pero igual de letal para las libertades y el bienestar ciudadano, ha surgido, justo en aquellos países que más lucharon, a sangre y fuego, por la democracia, enseñándonos que en el olvido de nuestro pasado, en la desmemoria histórica, está el germen de nuestra destrucción como sociedad.

La democracia liberal, con todos sus fallos, es, con diferencia, el mejor régimen político en el que los ciudadanos y ciudadanas podemos convivir en paz, con tolerancia, respeto, igualdad, desarrollo económico y bienestar. No hay otro, por muchos cantos de sirena, con que los nuevos populismos nos quieren endulzar los oídos. Ya Ulises, en su retorno a Ítaca, tras la guerra de Troya, supo que los cantos de las sirenas sólo conducían a la muerte y resistió la tentación atándose al mástil de su barco. Quizá deberíamos volver a las enseñanzas de los más antiguos, para darnos cuenta de que la historia es una sabiduría que nos puede servir para no sucumbir a las tentaciones fáciles del presente.

       

sábado, 3 de mayo de 2025

Comentario anónimo sobre El dilema de Sofía


El Dilema de Sofía, escrita por José Manuel González de la Cuesta, es una obra que combina con maestría elementos de intriga, amor y reflexión social, ambientada en un marco literario y cultural rico en detalles. La novela, publicada en 2022 por la editorial Sargantana, ha sido destacada por su profundidad psicológica y su capacidad para entrelazar múltiples tramas de manera fluida y atractiva .  

Trama y personajes  

La protagonista, Sofía de Valdivielso, es una mujer madura, empoderada y de gran prestigio profesional, que hereda de su padre un manuscrito único de la segunda parte de *El Quijote*, supuestamente escrito por Cervantes. Este manuscrito la lleva a conocer a Matías Alonso, un joven librero de libros antiguos, con quien inicia una relación amorosa que desafía los convencionalismos sociales debido a la diferencia de edad entre ambos .  

La novela explora no solo el romance entre Sofía y Matías, sino también la intriga generada por el manuscrito, que despierta la codicia de varios personajes. Esta trama paralela añade un elemento de suspense que mantiene al lector en vilo .  

Temas principales 

1. Amor y prejuicios sociales: La relación entre Sofía y Matías cuestiona los estereotipos y prejuicios asociados a las relaciones con diferencias de edad, especialmente cuando la mujer es mayor. Sofía, a pesar de ser una mujer moderna y liberada, lucha con sus inseguridades y la presión social, lo que refleja los "micromachismos" aún presentes en la sociedad .  

2. Herencia y legado familiar: La figura del padre de Sofía, cuya influencia persiste incluso después de su muerte, es central en la trama. A través de la herencia del manuscrito, Sofía descubre aspectos desconocidos de su padre, lo que añade una capa de profundidad emocional a la historia .  

3. Intriga y literatura: El manuscrito de Cervantes no solo es un elemento narrativo clave, sino también un homenaje a la literatura y su valor cultural y económico. La novela explora cómo los libros pueden ser tanto un tesoro como una fuente de conflicto .  

Estilo y estructura  

González de la Cuesta demuestra una gran habilidad para ahondar en la psicología de sus personajes, especialmente en la mente femenina. La descripción de las emociones y conflictos internos de Sofía es detallada y realista, lo que permite al lector identificarse con ella .  

La novela está bien estructurada, con una trama ágil que alterna entre el romance, la intriga y las reflexiones sociales. Además, el autor incluye referencias a ciudades como Madrid, Cuernavaca, Monterrey Castellón, Roma y Marrakech, lo que enriquece el escenario y aporta un toque de universalidad a la historia .  

Conclusión  

El dilema de Sofía es una novela que combina con éxito una trama emocionante con una profunda reflexión sobre temas sociales y emocionales. Su enfoque en la perspectiva femenina y su crítica a los prejuicios de género la convierten en una obra relevante y conmovedora. González de la Cuesta logra crear una historia que no solo entretiene, sino que también invita a la reflexión sobre las convenciones sociales y el poder transformador del amor y la literatura .  

En resumen, esta novela es una lectura recomendada para quienes disfrutan de historias con personajes complejos, intriga literaria y una narrativa que desafía las normas establecidas.

 

 

 

martes, 29 de abril de 2025

Un país sin apocalipsis

 


Casi todo va bien. El país ha resistido y subsistido a la distopía de un apagón generalizado de electricidad y lo ha hecho gracias a la buena voluntad que tenemos los españoles para enfrentarnos a las adversidades, que en los últimos años son ya unas cuantas. Llevando la contraria a muchas series de televisión y películas, hemos salvado la distopía con dignidad. Me acuerdo de una serie que vi hace poco, interpretada, magistralmente, por Robert de Niro: Día cero, en la que un apagón generalizado en EEUU, que no duró más de unos minutos, sembró el caos en todo el país, muy a la americana, con disturbios, saqueos y el fin del mundo llamando a la puerta —¿Por qué estos americanos de USA son tan apocalípticos, que cualquier distorsión de su vida los pone al borde de la desaparición?—. El asunto, más allá de esta digresión, es que en España, el apagón no ha provocado el apocalipsis, a pesar de que a algunos, abonados a lo de cuanto peor mejor, les hubiera gustado, para lo que ustedes ya saben.

Lo cierto es que la sociedad española y portuguesa se han comportado como sociedades avanzadas, europeas del sur, que valoramos la vida como un bien común y necesario, a pesar de los inconvenientes que un apagón generalizado como el de ayer pueda provocarnos en nuestra vida particular. Somos resilientes y creemos en el papel del Estado, de las instituciones como garante de nuestra seguridad y nuestro bienestar. Por eso, situaciones tan desconcertantes como la de que el país se quede a oscuras, sin agua en muchos casos, sin internet, sin transportes, sin redes sociales (esto sí que ha sido una prueba de fuego, que nos ha demostrado que es posible vivir sólo con una pequeña radio de pilas, para sentirnos comunicados con el mundo), sin televisión y sin la ansiedad que nos provocaría estar frente a una pantalla buscando explicaciones, como la de que todo es culpa de los alienígenas, nos ha situado ante el espejo en el que hemos podido ver que ni somos tan tontos ni tan dependientes ni tan insolidarios ni estamos abducidos, por vaya usted a saber qué.

El país ha funcionado sin desorden, en un momento muy delicado de crisis y eso es lo importante, que hemos sabido comportarnos como ciudadanos y ciudadanas responsables. Queda pendiente saber qué ha pasado, para tomar las medidas que impidan que vuelva a suceder. Somos una sociedad robusta, moderna, europea, solidaria, con unas instituciones que funcionan en la adversidad. Sólo falta que nosotros nos lo creamos. 

Tres eran tres las hijas de Génova

«Tres eran tres las hijas de Elena. Tres eran tres y ninguna era buena». Tres eran tres los presidentes del Partido Popular en la Comunidad ...