jueves, 29 de mayo de 2025

Núñez Feijoo complice de Carlos Mazón

 


Hace unas semanas planteaba una pregunta que no ha obtenido respuesta todavía: ¿Cuál fue el papel de Alberto Núñez Feijoo la tarde del 29 de noviembre, cuando la provincia de Valencia, literalmente, se ahogaba? Que Carlos Mazón, estuvo ausente vaya usted a saber dónde, con quién y en qué estado, ya lo sabemos y la falta de una explicación honesta, nos hace pensar en las teorías más peregrinas. Pero es que el personaje es tan grotesco, que cualquier cosa es posible que estuviera haciendo.

                En este revoltijo que el Partido Popular está tratando de montar, enredando por donde sea necesario para que no parezca lo que todo el mundo tenemos claro que es: que Carlos Mazón y su gobierno cometieron uno de los despropósitos más grandes que puede hacer un político, dejando morir a decenas de personas por su inacción, saltan muchas dudas, acerca de la actitud del PP nacional , con referencia al papel de Carlos Mazón y de Núñez Feijoo. Porque nadie se puede creer, que ante tamaña catástrofe, cuando se estaba produciendo, el líder del Partido Popular Núñez Feijoo, no estuviera informado; él mismo lo ha reconocido en alguna ocasión, aunque después se ha tratado de echar una densa capa de humo sobre este asunto, no vaya a ser que…

                Más allá de que Carlos Mazón deba dimitir por su negligencia y su incapacidad para gestionar nada, tan grande, que casi nadie confía en él como persona capaz de hacer nada por los valencianos, mientras rema a contracorriente para salvarse asimismo, Alberto Núñez Feijoo todavía no aclarado su papel en este desastre. Porque no podemos creer, que en un partido tan jerarquizado como es el PP, en la tarde más aciaga de los valencianos en muchas décadas, Feijoo y Mazón no estuvieran en contacto, si es que el estado del president lo permitía. Y si no fuese así, por qué no tomaron el mando desde Génova para limitar, lo más posible, los daños humanos.

                En una situación, que además está suponiendo un problema para el PP valenciano y, posiblemente, para el PP nacional y su desmedida ansia por gobernar, cabe preguntarse por qué Núñez Feijoo se ha puesto de perfil y no ha tratado de poner orden, buscando una solución para su Partido, que a todas luces, está sufriendo un importante desprestigio entre la ciudadanía valenciana. O es que la soberbia imbécil y dañina para el país, de la que hace gala desde que llegó a Madrid, está tan inflada que no le deja abrir los ojos, o es que tiene algo que ocultar, que no quiere que se sepa, y quizá el único que puede revelarla sea Carlos Mazón, por lo que tiene un pacto de silencio a cambio de mantener el cargo al president, mientras se pueda.

                Es difícil conjeturar sin caer en la paranoia conspiranoica, que nubla las entendederas. Pero en este caso, si Núñez Feijoo no provoca que Carlos Mazón salga inmediatamente de la presidencia del Consell valenciano, y da argumentos sólidos de por qué lo hace y su papel el 29 de noviembre, no dejará de ser cómplice de lo sucedido, aunque se aferre a echar las culpas a quien a él más le conviene electoralmente. Porque, incluso, hasta su rápida gira por Albacete y Valencia, culpando, con los datos habituales que él lo hace, es decir, ninguno veraz, al gobierno central y su presidente, dan para sospechar que no pudiera haber pensado que la DANA era un buen motivo para avanzar en su carrera hacia la Moncloa.   

 

viernes, 23 de mayo de 2025

Están los jueces enfadados

     Están los jueces enfadados por la reforma que pretende hacer el gobierno, para regular el acceso a la carrera judicial. No pueden soportar que los privilegios que les han permitido perpetuar y defender los intereses de clase en la judicatura, se tambaleen por un gobierno que no les representa. Es hasta ahí donde llega la reiterada independencia judicial, que sólo tiene valor, como están demostrando últimamente, cuando las infracciones de la Ley no ponen en peligro su estatus social y político, o cuando se trata de exonerar delitos cometidos por afines ideológicos o políticos, cargando la mano, sin contemplaciones, contra sus enemigos de clase, englobando aquí todo tipo de enemigos, que no están en su manera de entender el mundo o en su orbe ideológico.  

    Los jueces están enfadados, no todos afortunadamente, y la derecha de toda la vida también. La que se apoya en una judicatura afín a sus intereses de clase. No es nuevo esto. Viene siendo así desde tiempos inmemoriales, porque a lo largo de la historia, las leyes han estado al servicio de los que sienten que el poder es un don divino, otorgado sólo a ellos y cuando las leyes no les gustan, para eso están los jueces, para que acogiéndose a su privilegio de interpretación, ajustarlas a sus intereses, cuando no a saltárselas, directamente, como viene siendo habitual en demasiados casos, en los últimos años.

    Por eso están tan enfadados, unos y otros, y dispuestos a poner al país a los pies de los caballos, si con esto acaban enderezando la anomalía librepensadora que les impide ser los amos y señores del país y sus habitantes. Algo que se les complicaría, si la reforma propuesta por el gobierno abre la puerta a jueces y juezas con una visión del mundo y la justicia diferente a la suya.        

miércoles, 21 de mayo de 2025

Normas de urbanidad atemporales

 


«Cuando te hayas lavado las manos, nada toques sino la comida (…); y no pongas en tu boca un trozo tan grande que se salgan las migas por un lado y por otro, para no parecer glotón (…) ni tomes la copa antes de tener la boca vacía, no cobres fama de vividor; y no hables con la boca llena para que no se vaya algo de la garganta a la tráquea, y puedas morir por ello (…). Lávate las manos después de comer , porque es cortés y saludable; pues eso enferman los ojos de muchos, porque se los frotan después de comer con las manos no lavadas».

    Los humanos somos tan fatuos que nos pensamos que el mundo lo hemos inventado ayer. Este texto, que podría valer hoy como norma de urbanidad, corresponded al libro Disciplina clericalis, publicado en el siglo XII, por Pedro Alfonso, nombre cristiano del nacido judío y convertido al cristianismo, Moshé Sefardí, que fue médico personal del rey Alfonso I de Aragón.

    Y para la mala educación cívica que en la actualidad corroe nuestra sociedad, ahíta de individualismo egoísta, dejo otro texto, este anónimo, que circulaba, uno de tantos, en el siglo XII, en forma de manual de comportamiento:

«Mientras re estén sirviendo, evita masticar,
y tus dedos deben estar limpios y las uñas arregladas.
En el plato no se deja en trozo tocado.
No te toques las orejas, ni las narices con los dedos desnudos.
No te limpies los dientes con un hierro agudo ante los comensales.
La sal n o toque la comida, si va a volver a su recipiente.
La norma manda que el cuenco no se lleve a la boca.
Quien desee beber, antes deba vaciar la boca
y tener los labios bien limpios;
y no me atrevo a omitir que no se roa el hueso con los dientes
(…)
Levántate de la mesa, lávate las manos y luego bebe». 

    Parece mentira que unas normas del Siglo XII, puedan ser hoy tan útiles. Lo que nos lleva a la conclusión de que los humanos, o por lo menos algunos, no hemos aprendido nada en ochocientos años. 


jueves, 8 de mayo de 2025

Un aniversario para no olvidar el pasado

             Hace 80 años se produjo la victoria de la democracia, por lo menos en una parte de Europa, frente al fascismo. En el caso de España y Portugal, tuvimos que esperar treinta años para que esa victoria también llegara a la península Ibérica, tras la Revolución de los Claveles de 1974 en Portugal y la muerte del dictador Franco en 1975 en España. Desgraciadamente en la Europa del Este tuvieron que esperar un poco más, porque un régimen totalitario, que si no era fascismo, se le parecía mucho, encarnado por el comunismo soviético, retrasó la normalización democrática hasta finales de los años ochenta del siglo pasado.

Hago referencia a este aniversario, cuando en mayo de 1945 las tropas aliadas derrocaron al régimen nazi encarnado por Adolf Hitler, y anteriormente, en 1943, con la caída y muerte de Mussolini en Italia, porque la extensión de la democracia por el continente europeo no ha sido un camino fácil, a pesar de haber construido la entidad política más fascinante del siglo, como es la Unión Europea UE. No ha sido y no es, desde que un nuevo fascismo, de corte más moderno, pero igual de letal para las libertades y el bienestar ciudadano, ha surgido, justo en aquellos países que más lucharon, a sangre y fuego, por la democracia, enseñándonos que en el olvido de nuestro pasado, en la desmemoria histórica, está el germen de nuestra destrucción como sociedad.

La democracia liberal, con todos sus fallos, es, con diferencia, el mejor régimen político en el que los ciudadanos y ciudadanas podemos convivir en paz, con tolerancia, respeto, igualdad, desarrollo económico y bienestar. No hay otro, por muchos cantos de sirena, con que los nuevos populismos nos quieren endulzar los oídos. Ya Ulises, en su retorno a Ítaca, tras la guerra de Troya, supo que los cantos de las sirenas sólo conducían a la muerte y resistió la tentación atándose al mástil de su barco. Quizá deberíamos volver a las enseñanzas de los más antiguos, para darnos cuenta de que la historia es una sabiduría que nos puede servir para no sucumbir a las tentaciones fáciles del presente.

       

sábado, 3 de mayo de 2025

Comentario anónimo sobre El dilema de Sofía


El Dilema de Sofía, escrita por José Manuel González de la Cuesta, es una obra que combina con maestría elementos de intriga, amor y reflexión social, ambientada en un marco literario y cultural rico en detalles. La novela, publicada en 2022 por la editorial Sargantana, ha sido destacada por su profundidad psicológica y su capacidad para entrelazar múltiples tramas de manera fluida y atractiva .  

Trama y personajes  

La protagonista, Sofía de Valdivielso, es una mujer madura, empoderada y de gran prestigio profesional, que hereda de su padre un manuscrito único de la segunda parte de *El Quijote*, supuestamente escrito por Cervantes. Este manuscrito la lleva a conocer a Matías Alonso, un joven librero de libros antiguos, con quien inicia una relación amorosa que desafía los convencionalismos sociales debido a la diferencia de edad entre ambos .  

La novela explora no solo el romance entre Sofía y Matías, sino también la intriga generada por el manuscrito, que despierta la codicia de varios personajes. Esta trama paralela añade un elemento de suspense que mantiene al lector en vilo .  

Temas principales 

1. Amor y prejuicios sociales: La relación entre Sofía y Matías cuestiona los estereotipos y prejuicios asociados a las relaciones con diferencias de edad, especialmente cuando la mujer es mayor. Sofía, a pesar de ser una mujer moderna y liberada, lucha con sus inseguridades y la presión social, lo que refleja los "micromachismos" aún presentes en la sociedad .  

2. Herencia y legado familiar: La figura del padre de Sofía, cuya influencia persiste incluso después de su muerte, es central en la trama. A través de la herencia del manuscrito, Sofía descubre aspectos desconocidos de su padre, lo que añade una capa de profundidad emocional a la historia .  

3. Intriga y literatura: El manuscrito de Cervantes no solo es un elemento narrativo clave, sino también un homenaje a la literatura y su valor cultural y económico. La novela explora cómo los libros pueden ser tanto un tesoro como una fuente de conflicto .  

Estilo y estructura  

González de la Cuesta demuestra una gran habilidad para ahondar en la psicología de sus personajes, especialmente en la mente femenina. La descripción de las emociones y conflictos internos de Sofía es detallada y realista, lo que permite al lector identificarse con ella .  

La novela está bien estructurada, con una trama ágil que alterna entre el romance, la intriga y las reflexiones sociales. Además, el autor incluye referencias a ciudades como Madrid, Cuernavaca, Monterrey Castellón, Roma y Marrakech, lo que enriquece el escenario y aporta un toque de universalidad a la historia .  

Conclusión  

El dilema de Sofía es una novela que combina con éxito una trama emocionante con una profunda reflexión sobre temas sociales y emocionales. Su enfoque en la perspectiva femenina y su crítica a los prejuicios de género la convierten en una obra relevante y conmovedora. González de la Cuesta logra crear una historia que no solo entretiene, sino que también invita a la reflexión sobre las convenciones sociales y el poder transformador del amor y la literatura .  

En resumen, esta novela es una lectura recomendada para quienes disfrutan de historias con personajes complejos, intriga literaria y una narrativa que desafía las normas establecidas.

 

 

 

martes, 29 de abril de 2025

Un país sin apocalipsis

 


Casi todo va bien. El país ha resistido y subsistido a la distopía de un apagón generalizado de electricidad y lo ha hecho gracias a la buena voluntad que tenemos los españoles para enfrentarnos a las adversidades, que en los últimos años son ya unas cuantas. Llevando la contraria a muchas series de televisión y películas, hemos salvado la distopía con dignidad. Me acuerdo de una serie que vi hace poco, interpretada, magistralmente, por Robert de Niro: Día cero, en la que un apagón generalizado en EEUU, que no duró más de unos minutos, sembró el caos en todo el país, muy a la americana, con disturbios, saqueos y el fin del mundo llamando a la puerta —¿Por qué estos americanos de USA son tan apocalípticos, que cualquier distorsión de su vida los pone al borde de la desaparición?—. El asunto, más allá de esta digresión, es que en España, el apagón no ha provocado el apocalipsis, a pesar de que a algunos, abonados a lo de cuanto peor mejor, les hubiera gustado, para lo que ustedes ya saben.

Lo cierto es que la sociedad española y portuguesa se han comportado como sociedades avanzadas, europeas del sur, que valoramos la vida como un bien común y necesario, a pesar de los inconvenientes que un apagón generalizado como el de ayer pueda provocarnos en nuestra vida particular. Somos resilientes y creemos en el papel del Estado, de las instituciones como garante de nuestra seguridad y nuestro bienestar. Por eso, situaciones tan desconcertantes como la de que el país se quede a oscuras, sin agua en muchos casos, sin internet, sin transportes, sin redes sociales (esto sí que ha sido una prueba de fuego, que nos ha demostrado que es posible vivir sólo con una pequeña radio de pilas, para sentirnos comunicados con el mundo), sin televisión y sin la ansiedad que nos provocaría estar frente a una pantalla buscando explicaciones, como la de que todo es culpa de los alienígenas, nos ha situado ante el espejo en el que hemos podido ver que ni somos tan tontos ni tan dependientes ni tan insolidarios ni estamos abducidos, por vaya usted a saber qué.

El país ha funcionado sin desorden, en un momento muy delicado de crisis y eso es lo importante, que hemos sabido comportarnos como ciudadanos y ciudadanas responsables. Queda pendiente saber qué ha pasado, para tomar las medidas que impidan que vuelva a suceder. Somos una sociedad robusta, moderna, europea, solidaria, con unas instituciones que funcionan en la adversidad. Sólo falta que nosotros nos lo creamos. 

domingo, 27 de abril de 2025

La nueva Feria del Libro de Castellón


Por primera vez en muchos años Castellón tiene una Feria del Libro digna y respetuosa con escritores/as, lectores/as, librerías y mundo del libro en general. Espero que atrás quede el tiempo en el que la Feria del Libro era un baratillo, donde lo más importante era la caja de las librerías participantes, en esa suerte de mercado persa que organizaban, y los escritores/as éramos figurantes en una función absurda.

Afortunadamente, la Feria del Libro de este año ha apostado por la literatura, la cultura, el respeto a los autores y autoras, a los lectores y lectoras y, también, por la revitalización del negocio de librerías y editoriales. Estamos, por tanto, de enhorabuena quienes de una manera o de otra formamos parte de ese mundo literario en Castellón, que, por extensión, engrandece la cultura en la ciudad. Y sería deshonesto si no reconociera que en el centro de todo este cambio se encuentra el Ayuntamiento de Castellón, que es el impulsor de la nueva Feria, apostando, y me consta que con un gran esfuerzo, desde la Concejalía de Cultura por hacer realidad un evento cultural, que si se sostiene en el tiempo y se dota del presupuesto adecuado, va a dar muchos años de gloria literaria a la ciudad y sobre todo a los lectores y lectoras que habitan/habitamos en ella.

 


domingo, 13 de abril de 2025

El poder de los bulos en la historia

         

    Las fake news, los bulos, las noticias falsas, no son un fenómeno actual orquestado para desestabilizar gobiernos, desprestigiar ideologías, destruir personas o aupar autócratas, reyes o gobernantes al poder. Siempre han existido y se han utilizado profusamente a lo largo de la historia. El problema al que nos enfrentamos actualmente es que la redes sociales difunden a la velocidad de la luz esos bulos y encuentran un altavoz que se puede escuchar en el mundo entero, para solaz de descreídos, fanáticos, ignorantes y negacionistas de todo pelo, que haberlos los ha habido siempre. 

                Cuando hablo de bulos en la historia no me estoy refiriendo, solamente, a la falsificación de los acontecimientos que desde diferentes ámbitos del poder, ya se económico, político, social o cultural se han hecho para ofrecernos una visión del pasado que encajara con los intereses de esos grupos de poder. Por ejemplo, uno de los bulos más extendidos por el nacionalismo español y a la sazón por todos aquellos que se benefician de él, es el de que los Reyes Católicos fueron los que unificaron España como una nación. Nada más falso, pero este es un asunto que trataremos otro día. Aunque como anticipo hay que decir que ningún rey en la península Ibérica, desde la Edad Media hasta que llegaron los borbones, tuvo como título ser rey de España. El propio Felipe II era, entre otros títulos, rey de Castilla (con todos sus territorios, incluidas las Indias), Aragón, Flandes, Franco-Condado, Nápoles, Sicilia, Milanesado, Portugal, etc., etc., etc. Como bien escribe Manuel Tuñón de Lara en su Historia de España, en el volumen V: «La España de los Austrias, lo mismo que la de los Reyes Católicos, no tiene unidad política. Es un conjunto de territorios (reinos, condados, principados señoríos…), que conservan su fisonomía propia (sus instituciones, leyes, régimen fiscal, moneda, aduanas, lengua…) y sólo tienen una característica común: la de ser gobernados por el mismo soberano». Sin embargo si usted entra en internet o lee libros poco rigurosos en este aspecto, aparecerá como Rey de España. Este es un ejemplo de cómo la historiografía ha ido amoldando la historia para justificar o ensalzar, falsamente, la grandeza nacionalista o la de las élites que la sustentan.

                Sin embargo, los bulos también existieron en la época, para conseguir fines no siempre honestos, pero que tuvieron un impacto relevante en la historia. Hablemos de cómo se hizo con la corona Isabel I, hija de Juan II y hermana de Felipe IV, todos ellos de Castilla. No me voy a referir a las turbulencias palaciegas y las guerras civiles en las que estuvo sumida Castilla hasta que Isabel alcanzó el trono. Ni me referiré a los derechos dinásticos, que según algunos historiadores, pertenecían a Juana, hija de Enrique IV, denominada “La Beltraneja”. El gran bulo se armó en el origen de todo este conflicto, cuando una parte de la nobleza se posicionó en contra del rey, Enrique IV, y en favor, porque así convenía a sus intereses, de los hermanos de padre: Alfonso, primero y, muerto este, Isabel.

                Una parte importante de la nobleza castellana nunca aceptó su pérdida de influencia ante Enrique IV, que lo consideraban un rey pusilánime, incapaz de defender sus intereses y privilegios, sobre todo, después de que éste hubiera nombrado como valido a Beltrán de la Cueva, un hombre de baja nobleza, que entró de paje en la corte y alcanzó las más altas cotas de poder en el reinado. Además, Enrique IV fue un rey tranquilo, poco dado a las hazañas bélicas que tanto gustaban a la nobleza, culto, sensible y más aficionado a las artes que a la espada. Con estas mimbres, sus enemigos optaron por la vía del descrédito, para quitarse de en medio, por una lado a Beltrán de la Cueva y por otro, obligar al rey a tener que pactar con ellos el gobierno de Castilla, recuperando su posición en la Corte.

                Cómo en aquella época, hablamos de mediados del siglo XV, el rey era un ser intocable y hacía impensable un ataque directo contra su persona, se inventaron el bulo que tuvo como resultado el ascenso al trono de Isabel I. Y atacaron por donde más daño podían hacer y más se extendería el chisme entre la población, tan dada, en todos los tiempos, a creerse lo que les resulta más fácil de entender. Enrique IV no tuvo descendencia con su primera esposa Blanca de Navarra; se le acusó de ser impotente, presa de un maleficio. En 1451 el obispo de Segovia, Luis Vázquez de Acuña, decretó nulo el matrimonio al no haber tenido descendencia. Sobre el asunto de la impotencia del rey, hubo prostitutas que declararon que de impotente nada, aunque eso nunca sabremos si es verdad. Pero la semilla del mal ya estaba sembrada y la supuesta impotencia del rey, por maleficio o no, fue el detonante del gran bulo posterior.

                Enrique IV se casó en segundas nupcias con Juana de Portugal, en mayo de 1455, mujer con la que siempre había deseado casarse y no con Blanca de Navarra, a la que nunca quiso y detestaba, según algunos cronistas. Unos años después, en 1462, nació su hija Juana, lo que vino muy bien a la nobleza contraria al rey, para difundir el bulo a cerca de que si Enrique IV era impotente, no podía tener descendencia, por lo que Juana no era su hija, sino de Beltrán de la Cueva y Juana de Portugal. El bulo de la impotencia del rey y la bastardía de su hija Juana, se propagó en favor de los intereses de la nobleza que era partidaria de traspasar los derechos de la corona a Alfonso, un adolescente maleable y asustadizo, hermano paterno de Enrique y materno de Isabel.

                Aunque Juana fue nombrada Princesa de Asturias, la nobleza enemiga de su padre no aceptó sus derechos y en claro golpe contra la monarquía montó la farsa de Ávila, donde se nombró rey de Castilla a Alfonso en 1465, provocando un conflicto sucesorio de gran magnitud, que derivó en un enfrentamiento a campo abierto entre la corona y la nobleza, teniendo como máximo exponente la batalla de Olmedo en 1467, que más allá de las discrepancias sobre quien la ganó, eso va según los bandos, lo que nos hace sospechar que no la ganó nadie, dejó las espadas en alto. Pero en 1468 muere Alfonso y Enrique consigue recuperar el trono, dando paso a una guerra civil que enfrentó a los partidarios de Juana, ya llamada “La Beltraneja” e Isabel, hermana de Alfonso, que reclamó los derechos dinásticos tras morir su hermano.

                Está claro que esa guerra civil entre la nobleza castellana la ganó Isabel I, pero eso es otro asunto. Lo que nos interesa aquí es que la urdimbre de un bulo orquestado y propagado por la nobleza, contra los derechos sucesorios del rey legítimo, para recuperar un poder en la Corte que había perdido, tuvo como consecuencia el ascenso al trono de una reina, que si no hubiera sido beneficiada por el bulo y quienes lo difundieron, es posible, que jamás hubiera llegado al trono, cambiando, ¿quién sabe cómo?, la historia de España.

                Y de bulo en bulo, tiro porque me toca y la extrema derecha vuelve a estar en el poder en algunas de las naciones más poderosas del mundo. Razón tenía Mark Twain cuando dijo que la historia no se repite, pero rima.     

 

 

 

miércoles, 9 de abril de 2025

Gracias Irene, por enseñarnos el camino


     ¡Uf! Me he quitado un peso de encima. Mejor. Me lo ha quitado Irene Montero, desde la placidez de su chalet, posiblemente mirando a un jardín que empieza a brotar, con los primeros albores de la primavera, hermosa flores que se transfigurarán en carnets de izquierda. Es consolador saber que existe una virgen inmaculada de la izquierda, que se encarga de velar por la pureza de las ideas, que por supuesto emergen desde ese jardín florido cercano a la sierra madrileña, para la salvación del mundo. Porque no hay nada más reconfortante que saberse protegido por quien ha sido ungida como una nueva Dionisia liberadora; como la nueva mesías tan esperada y deseada.

    Me he quitado un peso de encima, porque ya no tengo espacio para la duda que corroe a un ser que se debate entre la izquierda y el progresismo. Ahora está todo claro, gracias, Irene, y sé que tengo que olvidarme de mis ideas contaminadas por la derecha más rancia, perdón, se me olvidaba que para ti toda la derecha es rancia, que habían convertido mi creencia de ser de izquierdas en un progresista, traidor a la causa que tú defiendes, salvadora del mundo. Gracias, porque la luz morada de la formación que te ha erigido a ti como la única redentora de nuestros pecados y nuestras miserias, me ha iluminado y sé, que si quiero seguir fardando de izquierda entre mis amistades, hay sólo un camino, que afortunadamente tú me has revelado: postrarme ante tu Partido y aclamarte como Libertadora.


domingo, 30 de marzo de 2025

Villa Amparo, víctima de la miseria intelectual del gobierno valenciano

 


                La miseria intelectual del gobierno de la Generalitat Valenciana, presidido por el ausente y escondido Carlos Mazón, no sólo se circunscribe a los perversos efectos de la DANA, sobre todo en víctimas y comportamiento posterior. También tiene que ver con otros aspectos de la gobernanza valenciana, que definen muy bien cuáles son las prioridades del presidente Mazón y su gobierno.

                No voy a hacer un listado de todo lo que se está retrocediendo en esta tierra valenciana, desde que el Partido Popular y Vox han recuperado el palacio de la Generalitat, por unos pactos que están poniendo a la democracia a los pies de los caballos. Sería largo y no es el objeto de este escrito. Pero sí me gustaría detenerme en un hecho que tiene que ver con el interés por liquidar la memoria histórica, por lo menos, en los aspectos que a ellos no les gusta. Algo que no es baladí, porque si nos olvidamos del pasado, lo transfiguramos y ninguneamos, queda una página en blanco para que la derecha escriba el relato de la historia que quiere.

                Publican los medios de estos días, que la situación de abandono que sufre la casa donde vivió durante dos años, de 1936 a 1938, Antonio Machado: Villa Amparo en Rocafort, ha sido objeto de una ocupación ilegal, que, según parece no es la primera. Lo que debería llevarnos a preguntar, cómo es posible que la casa donde vivió uno de los más grandes poetas del siglo XX, esté abandonada por la dejadez de la administración valenciana. Aunque más que desidia, parece dejadez política, por el negacionismo de la memoria histórica del que hace gala Carlos Mazón, su gobierno y los partidos que lo apoyan. Aunque se trata de un negacionismo selectivo, porque cuando han de defender símbolos de la dictadura franquista o cruces que se levantaron para mayor gloria del bando vencedor de la Guerra Civil y humillación de los perdedores o borrar del sistema educativo el conocimiento histórico  nuestro pasado, no les duelen prendas.   

                En 2018 Villa Amparo fue comprada por la Generalitat Valenciana con la intención de rehabilitarla, para convertirla en la Casa de los Poetas, como espacio cultural y museístico, dedicado a la poesía. Un proyecto que reivindicaba el paso de Antonio Machado por Valencia y el hecho de que Villa Amparo convirtiera Rocafort, en esos años, en un centro de peregrinaje de poetas e intelectuales: Neruda, Alberti, Max Aub, Zambrano, entre otros. Tras un periodo de acondicionamiento, la casa se abrió al público en 2022, con visitas guiadas los fines de semana y la realización de eventos culturales. Estuvo en funcionamiento hasta el año 2023, cuando el Partido Popular de Carlos Mazón ganó las elecciones y pactó con Vox todas las regresiones sociales y culturales que le pidieron, para poder alzarse con la presidencia de la Generalitat.

                El abandono por parte del gobierno valenciano ha provocado un deterioro físico de la casa, que se ha acabado convirtiendo en un lugar perfecto para las ocupaciones ilegales. Pero no sólo se ha producido un daño material, el dolo es mucho más profundo, al vaciar de contenido la potencia cultural e histórica que Villa Amparo tiene; al marginarla de la Red de Ciudades Machadianas, que homenajean a Antonio Machado, reivindicando los espacios urbanos donde el poeta residió: Sevilla, Madrid, Soria, Baeza, Segovia, Rocafort, Barcelona y Colliure.

                Antonio Machado es más que un poeta. Durante décadas ha sido y es un referente poético y ético para varias generaciones de españoles, franceses de Colliure y localidades del sur de Francia, y debería ser tratado con el respeto que las grandes celebridades se merecen de un país y sus instituciones. Pero, según parece, para la derecha política valenciana, es mejor condenar al olvido su relación con esta tierra, no ya porque fuera un poeta de vocación y reconocimiento republicano, que también, visto las intenciones de dilapidar la memoria histórica, sino, por su cruzada contra todo lo que no sean tradiciones culturales obsoletas, crueles, castizas o bendecidas por la Santa Madre Iglesia. Aunque es decir mucho para un personaje como Carlos Mazón, que si tuviera que renegar de las tradiciones, tan del gusto del conservadurismo español y valenciano, no tendría ningún reparo en hacerlo, si con ello sus posaderas siguieran asentadas en el Palau de la Generalitat.   

                     

miércoles, 19 de marzo de 2025

Calos Mazón, un personaje dañino

 


¿Es consciente el Partido Popular en Valencia del daño que le está haciendo Mazón? ¿Feijoo es tan ignorante que ha ligado su futuro político a las huidas adelante de Carlos Mazón? Lo último que nos faltaba por ver en la Comunidad Valenciana es que la reconstrucción por los daños de la DANA quede ligada a un partido que niega las causas climáticas que la provocaron y busca más sufrimiento a muchos de los damnificados/as, por el abandono del presidente de la Generalitat y su gobierno, cuando tenía que haber estado advirtiendo a la población de la que se les venía encima.

Carlos Mazón demuestra cada día que es un personaje, me van a perdonar por el tono despectivo, que sólo piensa en él, siendo capaz de aliarse con el diablo si este le salva el culo. Lo de El Ventorro, la tarde desaparecido, las mentiras posteriores, la culpabilización ajena de sus pecados, las múltiples versiones que ha ido adaptando a sus problemas políticos y judiciales y la vergüenza ajena que provoca, no era un espejismo producto de su poca capacidad como gobernante, pero que podía dejar la puerta abierta a que pensáramos, que a pesar de su inutilidad, no era mala persona. Pero el acuerdo con Vox, con el único fin de salvarse, no sabemos muy bien de qué, nos ha mostrado la naturaleza de un personaje que es capaz de cualquier cosa, sin importarle las consecuencias que puedan provocar sus actos en terceros. Y lo más triste, es que su Partido lo apoya o calla con un silencio cómplice, cuando no le aplaude y lo pone de ejemplo.         

lunes, 17 de marzo de 2025

Los europeos nos jugamos nuestro futuro



                 Seguramente, lo que voy a escribir en este artículo sea una repetición de cosas que ya he dicho en otros artículos, o lo vengan leyendo o escuchando en los últimos días. No voy a ser original, pero creo que debemos insistir, aun a fuer de ser pesados, hasta que en Europa despierte la conciencia de que nadie va a salvar nuestro modelo de vida, con lo convulso que se ha vuelto el mundo desde que la extrema derecha ha accedido al poder en algunos de los grandes países. Es más, si pueden, desde dentro y desde fuera, van a intentar dinamitarlo. 

                La construcción de la Unión Europea es, sin duda, el acontecimiento político más fascinante llevado a cabo desde el final de la II Guerra Mundial. Y digo esto, porque partiendo de una reflexión que se realiza en una Europa dividida y enfrentada entre sí desde la Edad Media, se llega a una conclusión sorprendente, para lo que había sido Europa hasta ese momento. Si los diferentes países de Europa no se unen en la paz y la defensa de un modelo de vida democrático, de derechos, libertades y bienestar, el eufemísticamente llamado Viejo Continente estará muerto, ante Las nuevas potencias que se estaban repartiendo el mundo. Entendido eso y con un espíritu europeísta que hoy se tambalea, se firmó el Tratado de Roma en 1957, que sentó las bases del desarrollo posterior de la UE durante la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos del XXI. No voy a extenderme mucho en este asunto y los peligros que acechan al proyecto de la UE, porque ya lo hice en mi artículo de fecha 18 de febrero de 2025, en este mismo medio.

                De lo que me gustaría hablar es de la importancia que tiene la Unión Europea en el mundo, a pesar de las fuerzas centrífugas que están surgiendo en su interior y en el exterior, porque es un modelo de convivencia democrático y de bienestar que resulta un mal ejemplo para países occidentales, que o se están desviando de la democracia o la están entendiendo como una china en el zapato, para sus anhelos expansionistas y ultranacionalistas o, sencillamente, nunca la han llegado a ejercer. Aunque parece que somos los europeos los únicos que no nos damos cuenta de ello.

                Esa importancia no sólo viene dada porque la UE es una potencia económica y política, a pesar del empeño de una parte del liberalismo continental que se ha entusiasmado en deslocalizar la economía europea, en busca de mayores beneficios. Los principios que rigen la Unión Europea, basados en los derechos, la paz, la igualdad de oportunidades, la libertad y el estado de bienestar, a los que se han unido el feminismo, las políticas medioambientales, el ecologismo o la transición hacia energías sostenibles y medioambientalmente inocuas, no tiene que ser moneda de cambio de nada, porque no hay UE sin ellos, y sin UE el empobrecimiento de los europeos será de consecuencias dramáticas.

                Porque nuestro bienestar, como ciudadanos de un proyecto común y democrático, se fundamenta en la defensa de todos esos valores; en la conciencia de que todo iría a peor si renunciamos a ellos, y en que el modelo político actual, a pesar de sus defectos, es el mejor para todos. Lo que no significa que debamos hacer dejación para mejorarlo. Pero esto no tiene nada que ver con el populismo neofascista que campa por todo el continente, que sólo tiene como objetivo la perpetuación de las élites económicas que se han decantado por apoyar a quienes les aseguran liquidar derechos de todo tipo: sociales, laborales, sindicales, feministas, etc., con el único fin de proteger y ensanchar sus intereses de clase.

                Sin embargo, nada es gratis. Las amenazas, porque son varias, que tiene nuestro modelo de vida, sólo se pueden proteger si los europeos nos movilizamos en su defensa, tomamos conciencia de que no va a haber nada mejor que lo que tenemos. ¿O acaso estamos dispuestos a perder nuestras pensiones, la sanidad pública, la educación pública, los programas sociales de apoyo a los más desfavorecidos, la igualdad de derechos y oportunidades o el bienestar, en general, que disfrutamos, plácidamente instalados en una falsa autosuficiencia, entre otras cosas? No lo creo. Por eso hay que luchar, salir a la calle, como lo han hecho en Roma, en la Piazza del Popolo (que bonito recuperar el nombre de pueblo, como símbolo de lo que somos: un pueblo que se necesita a sí mismo para avanzar). Hay que presionar a nuestros gobiernos, para que se tomen en serio la amenaza que se cierne sobre nuestras cabezas y para profundizar en la democratización de las instituciones europeas. Y no se trata sólo de salir a la calle, también los sindicatos deben hacer ver a los trabajadores y trabajadoras que su bienestar laboral depende de una Europa social; convencernos de que Europa necesita una política migratoria abierta y solidaria, porque en la inmigración está el futuro del continente. El mundo académico e intelectual debe salir de su ensimismamiento para generar debate; la cultura tiene que tomar la bandera de Europa, porque es lo que más nos une. En definitiva, ser europeos y sentirnos europeos con orgullo, no por razones nacionalistas, sino porque nuestro modelo es el mejor y tenemos que creérnoslo.

                Pero en toda esta ecuación no puede faltar una cosa: la defensa. Hasta hace dos días los europeos nos hemos comportados como flowers powers, que vivíamos bien a costa de que otros garantizaban nuestra seguridad. Eso se ha acabado, porque el mundo está cambiando. Porque el statu quo surgido después de la II Guerra Mundial, por el cual EEUU se convertía en el gendarme de occidente, para ser la potencia imperial de medio mundo, que aseguraba a Europa su defensa frente a la Unión Soviética, se ha terminado. EEUU hoy se está convirtiendo en el país líder de la extrema derecha, justo la que quiere acabar con el modelo de vida europeo y su proyecto de unión.

                Por tanto, tenemos que asegurar nuestra defensa en todos los ámbitos: militar, inteligencia, tecnológico e industrial. Una democracia como la nuestra no puede sobrevivir sin un buen sistema defensivo, que la asegure de amenazas internas y externas. Y no se trata de crear un ejército imperial, que se dedique a amenazar al mundo, sino de diseñar un sistema de defensa único, común para la Unión (que por cierto sería muchísimo más eficiente y barato que el actual, disperso en varias decenas de ejércitos), y para eso, hay que rascarse el bolsillo. No me pregunten cómo, pero hay que rascárselo.

                Democracia y seguridad no tienen por qué ir separados ni deben darse la espalda. Porque de nada serviría que los europeos nos lanzáramos a luchar por nuestro modelo político y de vida (va todo junto, en el mismo paquete), si no somos capaces de defenderlo.                        

viernes, 14 de marzo de 2025

El carrusel de los falsarios



     Me resulta difícil rememorar los días de confinamiento durante la pandemia de coronavirus. Tengo razones personales para ello, por la muerte de mi madre en la famosa residencia de Leganés. Para hacerlo, prefiero releer el libro que publiqué: Diario de un desconfinamiento (Playa de Heliópolis, 2021) que recoge el diario que fui escribiendo día a día, durante varios meses.

    Lo que no puedo olvidar es la gran campaña que desplegó la derecha de este país cainita, sobre todo cuando ellos no gobiernan, contra el confinamiento, el estado de alarma, el gobierno, las vacunas… todo ello en nombre de una libertad de cartón piedra, que se inventaron para hacernos ver que estábamos reprimidos por un gobierno dictador, bolivariano y antiespañol, mientras miles de contagiados morían, a pesar de los esfuerzos que las instituciones sanitarias, políticas, y policiales hacían para evitarlo.

    Imposible dejar de recordar que el Partido Popular y Vox, a la segunda de cambio empezaron a votar en contra del estado de alarma, incluso presentaron un recurso ante el Tribunal Constitucional, que pasado el tiempo, en un alarde de sumisión política a la derecha y sus delirios, dictó una de las sentencias más vergonzantes de su historia y, quizá, su futuro. Vox y PP utilizaron el confinamiento y la pandemia para deslegitimar al gobierno e iniciar una campaña de acoso y derribo, que dura hasta la fecha actual. Cualquier cosa valía/vale. El 2 de abril Cuca Gamarra acusa al gobierno de querer acabar con el libre mercado y las empresas: “Este es un país de libre mercado, que tiene libertad de empresa y eso, antes y después de esta crisis, tiene que estar garantizado”. Santiago Abascal llamó, es literal: irresponsables, psicópatas, mezquinos, criminales e incapaces a quienes estaban trabajando para frenar la pandemia. Pablo Casado llegó a decir en el Congreso que el gobierno buscaba instaurar una dictadura constitucional. Por no hablar del espectáculo de las banderas que montó Vox, para culpabilizar de las muertes al gobierno o los ataques en nombre de la libertad de Isabel Diaz Ayuso, que trató de erigirse en el ariete contra Pedro Sánchez, cuando la Comunidad de Madrid se desangraba en muertos y protocolos de la vergüenza. Incluso hoy, todavía, cuando la presión de los familiares de las víctimas, 7.291, fallecidas en las residencias por el abandono de sus políticas, sigue culpando al gobierno central de las muertes por el COVID-19, como si ella no hubiera tenido ninguna responsabilidad como presidenta de una comunidad autónoma: “Hay 130.000 muertos sobre los hombros de Pedro Sánchez”, dijo ayer en el Parlamento madrileño.

    Para el Partido Popular, la Comunidad de Madrid estuvo bien gestionada durante la pandemia y su presidenta es un ejemplo de buen hacer, al igual que Carlos Mazón en la DANA de Valencia. No importa que durante la primera ola, Madrid fuera la región de Europa con mayor mortalidad, ni que el virus se expandió exponencialmente mucho más tiempo porque Díaz Ayuso y el PP madrileño convirtieron a Madrid en el centro mundial de la libertad, donde cada cual tenía derecho a hacer lo que quisiera, provocando un efecto llamada que hizo de la capital un lugar de encuentro de descerebrados, fiesta y corte de mangas a quienes se esforzaban, diariamente, por evitar muertes. Luego, la culpa, para la presidenta madrileña, la tuvo el aeropuerto, que no controlaba quién entraba.

    Pero lo más canalla, por lo que hoy todavía la sociedad se sigue movilizando, a pesar de los insultos de Díaz Ayuso y su asesor Miguel Ángel Rodríguez; de los intentos de frenar cualquier extensión de propagación de su responsabilidad en las muertes de las residencias, son los protocolos, llamados de la vergüenza, que negaban la asistencia hospitalaria a los contagiados de COVID o enfermos de cualquier otra patología en las residencias de mayores dependientes de la Comunidad de Madrid. No los de las residencias privadas, que esos, afortunadamente para ellos, si tuvieron asistencia; ni quienes vivían en sus casas, que sí pudieron acudir a un hospital a que les trataran.

    Discute la presidenta la cifra de muertos, como si 4.000 en vez de 7.000, la exoneraran a ella de algo. Las muertes por falta de asistencia y por abandono de las autoridades madrileñas están ahí, aunque Díaz Ayuso quiera minimizarlas o demonizar a quienes exigen justicia y reparación. Y Madrid, ni ninguna comunidad autónoma, puede estar dirigida por una personalidad así. Leía hace poco que quienes presentan rasgo psicopáticos exhiben anestesia afectiva, es decir, ausencia de culpabilidad y remordimiento ante el sufrimiento ajeno. No quiero señalar a nadie, pero la falta de empatía, descarga de culpa y protocolos de la vergüenza, señalan demasiado en una dirección. Isabel Díaz Ayuso es un peligro para los madrileños y para la sociedad en su conjunto, porque, visto lo visto, no podemos asegurar que no lo volviera a hacer.

    Me hubiera gustado escribir sobre lo poético de las calles vacías; sobre la solidaridad entre balcones, el silencio urbano y el respiro medioambiental; del esfuerzo, nunca pagado, de quienes estuvieron en el frente de combate de la pandemia; de si hemos aprendido algo o dónde están aquellos buenos pensamientos de que el mundo saldría de todo aquello mejor. Pero, como dije al principio, me resulta imposible ver cómo la hipocresía de la derecha sigue impune, campando a sus anchas, con el único fin de que olvidemos su comportamiento en aquellos meses o acabemos aceptando el relato que a ellos les interesa.
 

martes, 11 de marzo de 2025

Otro 11-M monopolizado por el PP

 


Sería bueno que el Partido Popular de Madrid, con su presidenta Isabel Díaz Ayuso al frente, tuviera la misma empatía que muestra hacia las víctimas del 11-M, a las que en su momento denigraron porque no controlaban, con las 7.291 víctimas de la pandemia, que hace cinco años murieron en las residencias de la tercera edad, por la desidia del gobierno madrileño y los protocolos de la vergüenza que decretó su presidenta Díaz Ayuso, en vez de menospreciarlas, cuando no insultarlas, sin ningún tipo de apego hacia ellas. 

Me resulta triste ver como el PP vuelven a monopolizar un acto que debería estar por encima de los intereses partidistas, incluso permitiéndose el lujo de no invitar al delegado del gobierno en Madrid.

Para el Partido Popular, cualquier víctima que no sirva a sus intereses, para lanzarlas contra el gobierno que ellos no ostentan, es prescindible, cuando no despreciable. Esa es la medida de la moral cívica que tienen, y si se trata de Madrid, hablamos de inmoralidad en el sentido más amplio de la palabra. 

Otro 11-M monopolizado por el PP

 


Sería bueno que el Partido Popular de Madrid, con su presidenta Isabel Díaz Ayuso al frente, tuviera la misma empatía que muestra hacia las víctimas del 11-M, a las que en su momento denigraron porque no controlaban, con las 7.291 víctimas de la pandemia, que hace cinco años murieron en las residencias de la tercera edad, por la desidia del gobierno madrileño y los protocolos de la vergüenza que decretó su presidenta Díaz Ayuso, en vez de menospreciarlas, cuando no insultarlas, sin ningún tipo de apego hacia ellas. 

Me resulta triste ver como el PP vuelven a monopolizar un acto que debería estar por encima de los intereses partidistas, incluso permitiéndose el lujo de no invitar al delegado del gobierno en Madrid.

Para el Partido Popular, cualquier víctima que no sirva a sus intereses, para lanzarlas contra el gobierno que ellos no ostentan, es prescindible, cuando no despreciable. Esa es la medida de la moral cívica que tienen, y si se trata de Madrid, hablamos de inmoralidad en el sentido más amplio de la palabra. 

lunes, 3 de marzo de 2025

Feijoo miente y Mazón también

             


              Hay una zona oscura en la tarde del 29 de octubre de 2024, cuando media provincia de Valencia estaba siendo anegada por el agua, con una virulencia sin precedentes. Y no me estoy refiriendo a las horas en las que Carlos Mazón, todavía tristemente presidente de la Generalitat Valenciana, estuvo, no estuvo, fue, no fue, llegó, no llegó, hizo, no hizo, ante la catástrofe que asolaba Valencia. Aunque lo cierto es que ya da igual lo que hiciera, porque lo grave es que no actuara desde por la mañana; la alerta roja se lanzó a las 7:30 horas, siendo inexplicable que no se convocara el CECOPI hasta las 17:30, cuando el agua ya le llegaba al cuello a muchos valencianos. Es por eso por lo que tiene que dar cuentas ante la justicia y ante la ciudadanía. Esa zona oscura a la que me refiero tiene que ver con Núñez Feijoo.

                Desde el día 29, el presidente del Partido Popular, lo único que ha hecho ha sido culpabilizar al Gobierno Central, por algo que debía haber hecho el Gobierno Autonómico, con un mantra que al ya nos tiene acostumbrados, que señala, suceda lo que suceda, a Pedro Sánchez como culpable. Eso ya lo tenemos muchos españoles y, me atrevería a decir que europeos, asumido. Su capacidad como dirigente político no da para más; ni que decir entonces, como estadista. Pero lo que no deja de sorprender es su defensa insistente de Carlos Mazón. Podríamos pensar, que el presidente de la Generalitat le está sirviendo de escudero contra el Gobierno Central, en su cruzada contra el “sanchismo”, como viene haciendo, desde que dos días después de la gran riada, Pedro Sánchez pasara de ser “querido presidente” a responsable de las pérdidas humanas de la DANA, por no haber actuado a tiempo ni en forma. Pero que Feijoo siga protegiendo a Mazón, cuando ya se ha convertido en un personaje tan ridículo, caricatura de sí mismo, es algo difícilmente de comprender.

                A no ser, qué lo que está tratando Núñez Feijoo es de que se hable poco de él, utilizando de pantalla a Carlos Mazón, a ver si con suerte su papel en la aciaga tarde de la DANA pasa desapercibido. Esta sospecha viene de una grave contradicción, por no decir mentira. Núñez Feijoo, aspirante a presidir el Gobierno de España, declaró a los medios de comunicación, el 31 de octubre, lo siguiente: “El president de la Generalitat desde el pasado lunes me ha venido informando en tiempo real y me venía diciendo que la situación era muy compleja y desde el martes ya me estuvo informando igual que ayer”. Sin embargo, esta declaración ante los medios suscita algún que otro interrogante. En el listado de llamadas de Carlos Mazón de esa tarde, cuando estuvo, según él, hablando con media España, no aparece ninguna llamada al presidente de su Partido. ¿Por qué, entonces, una mentira tan burda de Feijoo? ¿A caso se pensaba que esta se iba a quedar en el monte del olvido, como tantas otras? Puede ser que en esa huida hacia adelante, que suelen hacer los que quieren parecer lo que no son, nos quisiera engañar dando la imagen de estadista, que sí estaba al tanto de todo, no como Pedro Sánchez que estaba lejos de la tragedia, con su mujer, de cena en la India, como la fachosfera denunció, obviando que se encontraba de viaje oficial.

                No obstante, démosle un margen a la duda y aceptemos que esas llamadas se efectuaron, quizá por un teléfono privado, por walkie talkie o Skype. ¿De qué hablaron? Porque de la DANA no debieron hacerlo, a no ser que fuera una conversación de esas tontas, a las que no se les da importancia. ¿Quizá el motivo de las llamadas era otro que nunca sabremos? Porque resulta difícil de entender que Núñez Feijoo no se alarmara, si desde un día antes de la DANA, ya estaba sobradamente informado. Cabe otra pregunta mucho más incómoda: ¿Cómo es posible que con una alerta roja desde primera hora de la mañana, Núñez Feijoo no advirtiera a Carlos Mazón de que debía activar el nivel de emergencia 3, para que el gobierno central tomara las riendas de la situación a través del ministerio del Interior? ¿Estuvieron jugando Feijoo y Mazón a no querer darle al gobierno “sanchista” las atribuciones de la emergencia, para culparlo de inoperancia, ya desde el día 30, con Núñez Feijoo en Castilla-La Mancha?

                El presidente del Partido Popular debería dar explicaciones a los valencianos y los españoles, sobre su manera de actuar ese día, porque la sospecha de que no hizo nada deliberadamente crece, o lo que es peor, que no supo hacerlo, si es que realmente Carlos Mazón le tuvo informado y, quizá, esperando órdenes, cosa que no consta en el registro telefónico de ese día, mostrando, una vez más, que Núñez Feijoo  miente o esconde algo.

martes, 18 de febrero de 2025

Europa necesita más Europa

 


                ¿Qué es Europa? ¿Un continente? ¿Una cultura común? ¿Una entidad política? Todo es cierto. Desde la geografía, Europa es un continente, pequeño, pero por eso no deja de serlo. Desde la cultura, que duda cabe, Europa, mejor los europeos, participamos de una cultura común, con sus matices y diferencias regionales, forjada desde el paleolítico. El problema viene cuando queremos definirla como una entidad política. No sería exacto decir que no hay una manera común de entender la política, para todos los europeos: la democracia, el estado de bienestar, el germen y desarrollo de todos los “ismos” que ustedes puedan imaginar, un modo de entender la sociedad y su gobierno desde la regulación de todas sus actividades públicas y privadas, como instrumento de convivencia, libertad y desarrollo. En definitiva, hay muchas cosas que pueden definir a Europa frente o al lado de otras regiones del mundo.

       Sin embargo, la conformación de un Estado Europeo, en el que todas sus naciones y pueblos se cobijen bajo el mismo paraguas legislativo y gubernamental, dista mucho de conseguirse. Incluso tras los grandes avances que se han producido desde el ya histórico Tratado de Roma de 1957, que puso el germen de la unidad continental, aunque en ese momento sólo tuviera un alcance económico, de desarrollo y seguridad atómica. Pero la semilla ya estaba plantada y a la par que la Comunidad Europea se ensanchaba por el sur, el este y el oeste, se iban dando pasos hacia una unidad más efectiva en todo los campos. El tratado de Maastricht (1992), el Acuerdo de Schengen (1995), la entrada en vigor del euro (2001) y el Tratado de Lisboa (2009), fueron un impulso decisivo en el camino de la Unión. De hecho hoy, una gran parte de la normativa que se aplica en la Unión Europea, viene aprobada y definida, bien por la Comisión, bien por el Parlamento Europeo.

                Es innegable, entonces, que los países de Europa, han ido cediendo soberanía a las instituciones comunitarias en la senda de la unidad, desde la diferencia, lo que no nos ha ido mal a los europeos, que disfrutamos de uno de los niveles de vida y confort más elevados del mundo. Pero no es suficiente.

                La Unión Europea ha preferido vivir bajo la tutela de los EEUU en aspectos como la seguridad o la dependencia económica, una postura muy cómoda, que ha impedido dar pasos hacia la conformación de ese Estado, que muchos deseamos, y ahora, en tiempos de creciente neofascismo, muchos también lo cuestionan, cuando no lo niegan. Además, esa dependencia económica y militar, se ha traducido en debilidad política, en un mundo que se prepara para organizarse en grandes bloques, en el que Europa cada vez tiene menos voz, el voto lo perdió hace tiempo por delegación a los Estados Unidos, potencia peligrosa, no ya porque ahora la gobierne un loco neofascista, sino porque, como todos los imperios que han sido, ha entrado en una fase de decadencia, que la hace imprevisible.

      A la Unión Europea no le han faltado enemigos, que durante décadas han intentado dinamitar el proyecto de una Europa federal y potente en el concierto internacional. Los ha habido internos, como ejemplo puede servir Gran Bretaña, y externos: aquí, más allá de Rusia, antigua URSS, no pocos estamentos han tratado de socavarla desde EEUU. Está claro que en un mundo polarizado por dos grandes potencias, una Unión Europea desligada de la tutela de Estados Unidos, no le interesaba a nadie, y así, parece, que a muchos dirigentes y países de la UE les resultaba cómodo.  

                Sin embargo, ese mundo dividido entre las dos grandes potencias de la Guerra Fría ya no existe. Otros actores han aparecido, disputándose un trozo del pastel, y el equilibrio surgido después de la II Guerra Mundial se ha venido abajo, sobre todo por la irrupción de China, como nueva potencia mundial; la desaparición de la URSS, devenida en una Rusia mucho menos poderosa, pero que hace estragos en el mundo por seguir siendo importante; el ascenso de algunos países emergentes como India, que empujan por hacerse un hueco en el concierto de nuevas potencias; y el declive del imperio estadounidense, que incipiente, muestra ya sus goznes oxidados, lo que, como he dicho antes, lo convierte en una potencia peligrosa, al igual que Rusia, hasta tal punto de permitir genocidios como el que Israel, su gendarme en Oriente Medio, está cometiendo en Palestina, para no perder presencia en un territorio del mundo que le interesa, sobre todo, por cuestiones estratégicas y económicas (petróleo). Ahora toca el reparto de Ucrania.

                Es en este contexto, en el que debemos preguntarnos cuál es el papel de la Unión Europea y Europa. Porque la debilidad y poca influencia que tiene en el concierto internacional, por mucho que busquemos fuera de sus fronteras, está en el mismo centro y periferia del continente. No son ni Putin ni Trump ni Netanyahu ni nadie allende los mares, los culpables de la irrelevancia a la que se ve abocada en los últimos tiempos, sino más bien su incapacidad para articular un proyecto común, poderoso en el exterior y salvaguarda del modo de vida europeo: democrático, tolerante e igualitario, basado en el estado de bienestar de sus ciudadanos, la solidaridad entre regiones y el desarrollo económico sostenible, para lo que llegar a una fiscalidad común se hace, cada vez, más necesaria. Un proyecto que debe guardarse las espaldas. Para ello es más necesario que nunca un plan de defensa y seguridad, basado en un ejército común europeo, que pueda sentarse en los organismos internacionales, como la OTAN, con la suficiente autoridad, como para no tener que ser el monaguillo de nadie.

                No hay otro camino, si no queremos que Europa muera de inanición. El nuevo esquema mundial, con dos sátrapas al mando de las dos potencias más cercanas a Europa, se ha vuelto en su contra. Al distanciamiento de Rusia, que ya era evidente desde que Putin se hizo con el poder, se le suma ahora la ruptura matrimonial con Estados Unidos, socio o padre putativo que ya no es de fiar, que con Donald Trump y la corte de nacionalismo tecnocapitalista y ultraconservador que gobierna la otrora mayor democracia del mundo, deja a Europa compuesta y sin novio, sola ante un mundo de vampiros ávidos de sangre ajena. Si el nacionalismo que fracciona el continente en un puzle de intereses contrapuestos sigue imperando en las instituciones europeas y en el propio mecanismo de funcionamiento de la UE, nadie nos salvará de la derrota de un proyecto, que sólo tiene dos caminos: o la irrelevancia, escuchando a Mozart, impuesta por el “aliado” del otro lado del océano Atlántico, dispuesto a humillar a Europa hasta la subyugación y el dominio colonial; o la profundización en la unidad continental en todos los aspectos: político, económico, social, cultural, medioambiental, etc., hasta conseguir alzarse en el concierto de las potencias como un Estado federal, democrático y con autoridad internacional. Ese es el gran reto, en un momento en el que el neofascismo ultranacionalista crece en el continente, y que me recuerda aquella frase de Mark Twain: “la historia no se repite, pero rima”.

miércoles, 5 de febrero de 2025

La paradoja de la izquierda

 


La izquierda progresista vive en una cierta zozobra por la incapacidad de transmitir los logros sociales, políticos y económicos, que se están produciendo en España. Es una paradoja, que el gobierno que más medidas está tomando en beneficio de la ciudadanía, no consiga obtener un apoyo firme entre un electorado, que se deja llevar más por los cantos de sirenas de la derecha, que al igual que las nereidas en el poema La Odisea de Homero, siempre acaban ahogando a quienes los escuchan.  

El debate está servido en la izquierda y empieza a tomar cuerpo. Sin embargo, los caminos por donde transita la discusión sobre cómo conjurar ese maleficio no son siempre los más acertados, quizá, porque también la izquierda, se deja llevar por tiempos de sublimación de lo mediático, como instrumento para hacer valer sus ideas. Posiblemente ahí resida el quid de la cuestión. Si la izquierda todo lo fía a cómo propaguen los medios de comunicación sus logros, a mi juicio, se está equivocando.

No quiero decir que los medios sean prescindibles para la acción política, y en democracia menos que nunca, porque si son serios y profesionales, tienen la misión de combinar la información con la opinión y ejercer de contrapeso a las otras instituciones del Estado. A los medios hay que tratarlos con cariño recíproco. Lo que sucede, es que en la actualidad es muy complicado para la izquierda, con la mayoría de los medios ejerciendo de altavoces de la derecha y la extrema derecha, militantes de una ideología muy conservadora y de dudosa calidad democrática; con pseudomedios abonados al bulo y la mentira, como instrumentos de acción política y judicial contra el gobierno y la izquierda en general, por otro lado bien controlados y regados de dinero por las instituciones que gobierna la derecha; y porque el dinero, cuando se pone al servicio de una ideología política, normalmente de la derecha ultraliberal y conservadora, es quien alimenta económicamente a muchos medios de comunicación, que no dudan en servir a quien los paga.

Es por ello que la izquierda se equivoca al fiar su suerte a los medios, y quejarse, como infantes enfadados, de que no les hacen caso, o de que el gobierno actual no hace lo suficiente para que lo escuchen. Jugar a eso, es jugar en campo contrario, siempre, con las normas que establece el equipo titular del campo. Para ser más explícito, es jugar al mus con las cartas marcadas por la pareja contraria y, claro, así siempre ganan. Mucho más si el terreno de competición son la redes sociales, que gracias a los algoritmos controlados por el nuevo tecnocapital al servicio de la derecha más ultraliberal, limita, como ellos quieren, el alcance de lo que tenga que decir la izquierda, cuando no dan paso a una legión de odiadores, conspiranóicos y negacionistas, que ¡oh!, siempre simpatizan con la extrema derecha, para demoler, virtualmente, todo lo que no guste a los dueños de las redes.

Sin embargo, no está todo perdido. La izquierda, sin abandonar los medios de comunicación, debe tener claro que su campo de juego principal no es ese, por los motivos expuestos más arriba. Quizá debería replantearse volver a sus métodos tradicionales, aquellos en los que sabe moverse y siempre le han dado buenos resultados. Me estoy refiriendo, aunque parezca viejuno lo que voy a decir, volver a estar presente en la sociedad civil. A ocupar el espacio que nunca debería haber perdido, abducida por la sencillez de una nota de prensa o tener muchos contactos, a los que hay que devolver el favor. Me refiero a que el trabajo de propaganda, concienciación e información tiene que volver a las asociaciones: de vecinos, amas de casa, de jóvenes, deportivas, culturales, sociales, educativas, de mayores, etc., etc., etc. Es ahí donde la izquierda tiene todo su potencial, donde se puede conseguir que los ciudadanos y ciudadanas alcancen a ver quién gobierna en su favor, con leyes y medidas que benefician a la inmensa mayoría de la población, y quién lo hace para esa minoría que detenta el poder económico a costa del resto. Es volviendo a tener presencia en la sociedad civil cuando la izquierda recuperará el espacio que debe tener en una sociedad democrática.  

Este no es un camino fácil, porque exige la movilización de los partidos, para retomar presencia en la calle y en la conciencia de la ciudadanía. Pero no hay otro. Siempre, claro está, que no sea excluyente de todos los demás. Quiero decir, que es en el uso combinado de los medios y la presencia en la sociedad civil y laboral, junto a un intenso plan de propaganda intelectual a través de escritos, charlas, conferencias, cultura, etc., donde se puede rellenar ese vació que deja el no ser capaces de transmitir a la sociedad todo lo que se hace y lo que se piensa. Esta es mi humilde opinión, que posiblemente, esté equivocada en parte o en todo.           

miércoles, 29 de enero de 2025

Los campos de concentración franquistas

 


    La evocación de los 80 años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz por la tropas soviéticas, con el reconocimiento universal a las víctimas del nazismo, no sólo judaicas, debería hacernos reflexionar por qué en España es tan difícil hacer un acto así, en el que todas las fuerzas democráticas se unieran, con una sola voz, en la denuncia del franquismo, como una de las dictaduras más sanguinarias de las habidas en el siglo XX, y el reconocimiento de todas las víctimas, que sufrieron la represión, la tortura, el encarcelamiento, el desprecio, la purga y, en demasiados casos, la muerte.

Porque de todo eso hubo durante los 40 años de dictadura católico/fascista, que durante sus primeros años ejerció una represión sin parangón, focalizando parte de ella en campos de concentración, repartidos por todo el territorio nacional, por los que pasaron miles de hombres y mujeres, con diferente suerte, pero nunca buena.

    El 20 de julio de 1936, solo dos días después del golpe de Estado, auspiciado por casi todas las derechas de la República, Franco envía una orden a sus generales, cuando todavía ni siquiera era el comandante en jefe del ejército golpista (su elección como Generalísimo se produjo el 21 de septiembre de 1936, en el aeródromo de San Fernando en Salamanca), por la que decretaba que Organizarán los campos de concentración con elementos perturbadores, que emplearán en trabajos públicos, separados de la población. Es decir, ordenaba la apertura de campos para la represión de sus enemigos, que duraron hasta 1947, con el establecimiento de cerca de 300 campos en total, por donde pasaron entre 700.000 y 1.000.000 de prisioneros. Franco emula a Hitler en la rapidez de la apertura de campos de concentración: Hitler abrió los primeros nada más llegar al poder en 1933 y Franco no tardó ni dos días, tras su golpe de Estado, en seguir sus pasos para reprimir rojos (entiéndase este calificativo extensible a todos y todas que no eran afectos a él).

    En tiempos que son de blanqueamiento de la dictadura franquista por parte de la extrema derecha y no poca de la derecha que nunca se ha distanciado de ella, conviene recordar que aquellos años fueron de una gran represión, elevada a niveles de una crueldad, que no sería descabellado calificarla como sanguinaria. En ese contexto, el silencio de la Historia oficial, la que se enseña y la que se trasmite, es una losa mucho más grave que el olvido, porque no se puede olvidar lo que no se conoce, y entre olvidos y silencios los campos de concentración del franquismo han sido borrados de la memoria colectiva, como tantas otras cosas que a los dictadores y sus seguidores no les gusta que se sepa.

    Sin embargo, esos campos fueron una realidad que al final, siempre, supura por algún girón de la Historia que se pretende ocultar. Todo estuvo perfectamente planificado, siguiendo las pautas que se copiaron de la Alemania nazi, que fascinaba tanto a los dirigentes franquistas. Incluso la creación y organización de los campos de concentración tuvo el asesoramiento del jefe de la Gestapo en España, Paul Winzer. Pero la planificación, en cuanto a la represión de los opositores, no quitó que la improvisación fuera el común denominador de todos los campos. Desbordados de prisioneros, sin instalaciones, en muchos de ellos se dormía en el suelo, y centrados en una política de eliminación moral y física del enemigo, a pesar de la creación de la Inspección de Campos de Concentración en 1937, no hubo tiempo ni ganas de hacer otra cosa, en definitiva, todos los que entraban en algún campo, lo hacían por ser enemigos del Régimen, y la tortura, las malas condiciones, el hambre, el frío, el calor, y el miedo, eran lo único que podían esperar los prisioneros. Además la presencia constante de los curas en su cruzada de recatolización de los descarriados por el veneno judeo-masónico comunista, no hacía fácil la vida en esos campos. 

    A los presos se les consideró delincuentes comunes, para evitar que tuvieran que aplicarles el Convenio de Ginebra, relativo al trato debido a los prisioneros de guerra, firmado por Alfonso XIII en 1929. Sin juicio ni condena, ingresaban a la espera de lo que decidieran sobre su suerte los dirigentes del campo en el que se encontraban. Se les clasificaba en varios grupos:

1. Los que se consideraban afectos al nuevo régimen, que se ponían en libertad y se les enviaba al frente.

2. Los que se consideraban desafectos dudosos, que se les mandaba a hacer trabajos forzosos, en régimen de esclavitud.

3.   Los que se consideraban desafectos con responsabilidad, que iban a un tribunal militar y muchos acabaron frente a un pelotón de fusilamiento.

4.   Presos comunes, que se les enviaba a prisión.

    Para esa clasificación se pedían informes a sus localidades, de tal forma que la suerte de los prisioneros pasaba a estar en manos del alcalde, el cura, la Guardia Civil o el jefe de la Falange. Hasta que llegaban los falangistas al campo como cuenta Eduardo de Guzmán, periodista y escritor libertario, en su libro El año de la Victoria que fue detenido en el puerto de Alicante e ingresado en el campo de Los Almendros, primero y Albatera, después. No es literal: Cada varios días nos hacían formar sobre la tierra seca; ese era el aviso de que había llegado al campo un grupo de falangistas de algún pueblo, y todos rezábamos para que no fuera del nuestro. Se paseaban con la chulería de los vencedores que deciden sobre la vida y la muerte de sus enemigos e iban señalando: este…, este…, este…, a todos los que les eran conocidos por rojos, o el cura, que los acompañaba, lo hacía por ateos. Cabizbajos salían de las filas y nunca más se volvía a saber de ellos”.

    En 1947 se cerró el último campo de concentración, el de Miranda de Ebro. Algunos se convirtieron en prisiones, otros en centros de reclutas, otros, simplemente, se abandonaron. Pero el cierre de los campos de concentración no supuso el fin de la represión del régimen franquista hacia republicanos, disidentes y sospechosos de conspiración al Movimiento Nacional. Una represión que duró hasta la muerte del dictador, que hoy, cincuenta años después, muchos se niegan a reconocer.          


Mapa de campos de concentración franquistas en España



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