Me he quitado un peso de encima, porque ya no
tengo espacio para la duda que corroe a un ser que se debate entre la izquierda
y el progresismo. Ahora está todo claro, gracias, Irene, y sé que tengo que
olvidarme de mis ideas contaminadas por la derecha más rancia, perdón, se me
olvidaba que para ti toda la derecha es rancia, que habían convertido mi
creencia de ser de izquierdas en un progresista, traidor a la causa que tú
defiendes, salvadora del mundo. Gracias, porque la luz morada de la formación
que te ha erigido a ti como la única redentora de nuestros pecados y nuestras
miserias, me ha iluminado y sé, que si quiero seguir fardando de izquierda
entre mis amistades, hay sólo un camino, que afortunadamente tú me has revelado:
postrarme ante tu Partido y aclamarte como Libertadora.
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