jueves, 12 de septiembre de 2019

Cambio climático ¿Y ahora qué?


En los años ochenta del siglo pasado, pusieron en la 2, entonces solamente había dos cadenas de televisión, un documental sobre el cambio climático, que unos científicos habían advertido que se estaba produciendo, por causas del aumento de la contaminación  ambiental y explotación de recursos indebida. Ha llovido mucho desde entonces, se han escrito el equivalente a  varias decenas de quijotes sobre el tema, se han hecho conferencias internacionales, programas de televisión, tertulias radiofónicas, cátedras universitarias… y seguimos igual. Peor, porque los augurios más agoreros de aquellos expertos locos y denigrados por ir contra el sistema económico mundial, se están cumpliendo.
Parece que ahora se empiezan a evaluar los costes económicos del cambio climático. Es buena noticia, porque solamente los Estados pondrán freno a esta carrera hacia la destrucción del planeta, cuando los costes superen a los beneficios. Y en ello parece que estamos. La destrucción del litoral por devastadoras tormentas capaces de soltar en pocas horas el agua de  muchos meses; la quema incontrolada de bosques; la contaminación provocada por combustibles fósiles, híbridos y sin hibridar; las olas de calor y frio a destiempo; el abuso de recursos para criar ganado como si fueran bienes de producción industrial; el crecimiento desmesurado de las tierras agrícolas, en manos de grandes multinacionales, que esquilman los recursos naturales con el único fin de especular con la agricultura y aumentar sus beneficios; el recurrente abuso de la mentira y el engaño de gobiernos y empresas, vendiéndonos la idea de que están haciendo algo por el medio ambiente, cuando sólo están maquillando la depredación que hacen de recursos y los insoportables niveles de contaminación que generan; y lo que es peor: la muerte, el empobrecimiento y destrucción de la vida, que está provocando el cambio climático,  nos están avocando a un mundo sin recursos y enfermo, en el que la diferencia entre clases cada vez va a ser más acusada, ya no tanto por los niveles de renta, sino por el acceso a los recursos naturales.
Nos dicen que cada uno de nosotros podemos hacer algo, pequeños actos para revertir el cambio climático. Calderilla frente a lo que el poder puede hacer, que además nos tiene con la atención alejada de su responsabilidad. Nosotros podemos asumir una parte de la solución adquiriendo conciencia, no porque reciclemos o cerremos el grifo o nos compremos un coche hibrido o dejemos de usar plásticos. Todo hace, pero la verdadera asunción de responsabilidades vendrá cuando exijamos a los gobiernos que actúen; cuando dejemos de comprar todo aquello que contamina o esquilma recursos; y sobre todo, cuando retiremos nuestro voto a aquellos que no se comprometan, con medidas de verdad, a revertir el cambio climático. Esa es nuestra arma; la carga de profundidad que tenemos contra un sistema que prioriza el beneficio económico por encima de nuestra salud y la del planeta, que es lo mismo.
¿Por qué no se han desarrollado más las energías renovables? ¿Por qué seguimos con vehículos impulsados con combustibles propios de la segunda revolución industrial? ¿Cuál es el motivo para qué la producción de alimentos, de todo tipo de alimentos, se haga con métodos industriales, que están denigrando nuestra alimentación y agotando recursos? Cualquier pregunta que nos hagamos tiene una sola respuesta: El control de los recursos y los beneficios que estos aportan a las grandes multinacionales del  mundo, en complicidad con los gobiernos.
Frenar el cambio climático, es una de las grandes revoluciones que tenemos que hacer en el Siglo XXI, quizá la más importante, porque si no hay planeta o lo hacemos difícilmente habitable, nada tiene sentido. Está bien que hagamos micro actos individuales o en pequeñas comunidades, pero eso no es suficiente; eso es el triunfo del pensamiento liberal positivista, que nos hace creer que el individualismo es el motor que impulsa la sociedad. Error si lo aceptamos. El individualismo de nuestros actos, es el divide y vencerás, el zapato hecho a medida para que el poder se sienta cómodo. Sólo si asumimos la tarea de revertir el cambio climático con acciones colectivas que pongan al poder contra las cuerdas, y esto no tiene que ser violento, lo digo como aviso a navegantes, podremos dar la vuelta a esta tortilla que ya huele a quemada.     

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