jueves, 18 de febrero de 2016

El juicio contra Rita Maestre

                                                                                                   Foto: Autor desconocido
Hace un año, Rita Maestre presentaba mi ensayo "La Brecha", en la librería Antonio Machado de Madrid. Yo no la conocía personalmente, pero me pareció una mujer templada, con la cabeza muy bien amueblada, un discurso político valiente y bien construido, y muy lejos de esa activista antisistema que nos quieren hacer ver los medios. Entonces no estaba sometida al linchamiento mediático de la caverna, por ser miembro del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid.

En este país de regreso a los usos franquistas de la Ley, y de represiones a todo aquello que no se ajusta a los intereses del facherío que nos gobierna, ser activista de algo se ha convertido en un delito punible. Ya no se puede protestar pacíficamente contra nada, ni con las tetas al aire ni con jersey de cuello alto, y mucho menos si nos topamos con la Iglesia. La protesta de Rita Maestre nos puede parecer políticamente correcta o no, estar de acuerdo en las formas o en el fondo o disentir, pero que nadie nos hable de atentado a la moralidad, desde la cima de unos poderes que no tiene miramientos a la hora de condenar a millones de personas a la pobreza, la explotación y la exclusión social. Y mucho menos que nos quieran hacer ver que es ilegal, porque en un Estado democrático, la protesta, la disidencia y el activismo, siempre que sea pacífica, nunca puede estar fuera de la Ley.

Me pregunto por qué es delito protestar contra la Iglesia o hacerlo en la escalinata de la Cortes, o en la sede de un Partido. El virus del fascismo está infectando nuestra democracia, no es broma, y se ha propuesto erradicar cualquier disidencia y a cualquier disidente. Además, ¿qué pinta una capilla católica en una universidad pública? ¿No somos un país aconfesional? ¿Quién paga al cura de la capilla, el obispado, la universidad? Las creencias religiosas son muy respetables, pero cada cosa en su sitio. Y quién sabe, a lo mejor ese acto inocuo de Rita Maestre nos hace reflexionar, de una vez por todas, sobre otra de las causas pendientes que tenemos desde la Transición: La separación definitiva de la Iglesia y el Estado, poniendo fin a décadas de Concordato que permite a la Iglesia seguir chupando del bote de todos los españoles, católicos o no.


Rita Maestre está sufriendo en sus carnes la persecución sistemática del bunker, por el mero hecho de ser, primero de Podemos, y después, como argumento desestabilizador de Manuela Carmena. Espero que los jueces, al igual que han hecho con los 8 de Airbus, desestimen las acusaciones de la fiscalía y dejen libre de toda culpa a Rita Maestre, por el bien de ella y por el bien de la democracia.

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