Publicado en Levante de Castellón el 5 de febrero de 2016
Ha pasado mes y medio desde las
elecciones del 20-D y estamos, prácticamente, en la casilla de salida. Parece
que los dos grandes Partidos no han asimilado un resultado que les obliga a
tener que repartir el poder y van dando palos de ciego, mientras sus problemas
internos tienen al país secuestrado, políticamente hablando.
Ante
todo hay que decir, que la responsabilidad de formar gobierno recae única y
exclusivamente en los dos Partidos mayoritarios: PP y PSOE. Sin querer apuntar
con ello que tengan que formar un gobierno de coalición entre ambos, algo que
sólo está en la cabeza de todos aquellos que quieren que las cosas no cambien
nada, porque tal como están les ha ido bastante bien. Así, PODEMOS y CIUDADANOS,
a pesar de su énfasis por ser protagonistas de todo lo que está sucediendo,
sólo pueden ser la parte de la ecuación variable, es decir, puede ser uno o
puede ser otro, dependiendo del resultado final que se quiera.
No
quiero decir que no tengan importancia, que la tienen y mucha, aunque uno más
que otro, pues, mientras PODEMOS sí puede ser actor principal de un gobierno de
izquierdas, le guste o no le guste a la varonesa andaluza, CIUDADANOS se tendrá
que conformar con ser la dama de honor que sostiene el vestido en una
hipotética boda del PP con el PSOE, tan del gusto de Felipe González y del
presidente del BBVA. Pero lo cierto, es que no depende de ambos emergentes que
se forme un gobierno a la derecha o a la izquierda, y ellos deben ser cautelosos
en sus declaraciones, sobre todo, en el caso de PODEMOS, para no dar tantos
argumentos en contra de un pacto de izquierdas a los enemigos internos de Pedro
Sánchez, que son muchos y con poder.
Descartada
la opción del PP, con o sin Mariano Rajoy, pues se hace harto difícil entender
que el PSOE apoyara a un Partido infectado de corrupción, que mientras robaba a
manos llenas, recortaba derechos a los ciudadanos, abriendo una brecha social
sin parangón en nuestro país, desde que murió el dictador. No se trata, como
quiere sostener Albert Rivera y el establishment económico y mediático, de
cambiar a Mariano Rajoy, y ya pelillos a la mar. No, el actual presidente del gobierno, ya
autodescartado, es la punta de un iceberg sucio, que esconde toda su
podredumbre bajo la línea de flotación de la calle Génova, en la que se
resguardan todo tipo de corruptos nacionales y territoriales. Por tanto, el problema
de que nadie quiera al PP, es el PP mismo. Nadie, menos CIUDADANOS, porque unas nuevas elecciones darían al traste
con el sueño húmedo de su joven presidente, de ser la prima donna de la
política nacional. Con ello no quiero
decir que entre la filas del PP no haya militantes y dirigentes honrados;
haberlos los hay y muchos, personalmente conozco algunos, y sé del calvario
emocional que están viviendo por todo lo que está sucediendo en su
Partido. Pero es que, al PP, lo que le
vendría bien es una temporada en la oposición, para que le diera tiempo a
refundarse; a pedir perdón por todo lo indecente que han hecho sus dirigentes;
a elegir a unos dirigentes nuevos, libres de mácula corrupta; a perseguir hasta
el final a todos los que en su nombre han robado y se han enriquecido; y a reconciliarse con sus militantes y su
electorado. Por todo ello, el Partido Popular tiene bastante difícil formar
gobierno, y sería una pérfida jugada apostar por unas elecciones nuevas, en las
que no va a conseguir un resultado mucho mejor, condenando al país a un
periodo, todavía más largo, de incertidumbre.
Por
tanto la pelota de formar gobierno está en el tejado del PSOE. No es una tarea
fácil para sus dos almas: la progresista y la conservadora. Más todavía, cuando
esta última no puede formar gobierno con CIUDADANOS, sin contar o con el PP, lo
que la relega a una posición en la que sólo tiene una salida: elecciones
nuevas. Más fácil lo tiene el alma progresista, pues sí podría formar gobierno
con PODEMOS e IU, sin resultar muy complicado obtener la investidura. Pero,
esta opción es la que está rompiendo el Partido, dejando ojipláticos a la
sociedad, pues parece que la opción conservadora sólo tiene un objetivo:
cargarse a Pedro Sánchez e ir a unas nuevas elecciones.
Que
Pedro Sánchez nunca ha sido del agrado de la vieja guardia del PSOE, ya se
sabía desde hace tiempo. Pero que la venganza fuese a destaparse en el momento
menos oportuno, cuando el PSOE tiene la posibilidad de volver a retomar la
presidencia del gobierno, es de una necedad tan grande, que dice muy poco en
favor de quienes la están alimentando. Aunque cada uno, por unas razones
diferentes. Lo que nos hace pensar que el pacto con PODEMOS, no esconde unas
insalvables diferencias políticas, sino que más bien está siendo utilizado por
los enemigos de Sánchez como coartada para defenestrarlo. Por ello, Pedro
Sánchez, se propone como candidato a formar gobierno sin nada ningún acuerdo en
marcha, y tratando de llegar a la cuadratura del círculo. Quizá sepa que esta
es la última baza que le queda, para no ser devorado por su propio Partido.
Si
no, ¿cómo es posible que Fernández Vara, García Paje, Ximo Puig y Javier
Fernández, todos ellos presidentes de sus respectivas Comunidades Autónomas, estén
gobernando gracias al pacto llegado con PODEMOS, y le nieguen esta posibilidad
de Pedro Sánchez? ¿No es el PODEMOS que señalan con el dedo como inductor de la
ruptura de España, el mismo que les sostiene en la presidencia de sus
Comunidades Autónomas? Es difícil entender, a qué viene tanto aspaviento, tanta
línea roja y tanta exigencia de transparencia en las negociaciones. ¿Acaso
ellos no tuvieron transparencia cuando negociaron con los morados? ¿Alguien exigió a Susana Díaz tantos
requisitos para llegar a un acuerdo in extremis
con CIUDADANOS, y así ser investida presidenta de Andalucía? ¿Realmente
piensan que pactar con Albert Rivera garantiza un gobierno de progreso para
España?
Ahora
van a ser lo militantes los que tienen que decir sí o no a los pactos de su
candidato a presidente. Eso está bien. Pero yo tengo la sensación de que
también a estos se les está utilizando en la guerra interna que hay abierta en
su Partido. ¿Se les preguntaría si en vez de ser el pacto con PODEMOS, fuese
posible la gobernabilidad con CIUDADANOS? ¿Serían actores principales de los
pactos, si no hubiesen estallado las hostilidades entre la dirección y la vieja
guardia? 11.650.000 votantes optaron por Partidos de izquierda, a nivel
nacional, en las últimas elecciones. ¿Acaso esos votos tiene menos valor que
los 190.000 militantes del PSOE? ¿Qué respeto se muestra a los electores,
puenteando su voto?
Al
final, la razón asiste a aquellos que han venido insistiendo en que el
bipartidismo es una lacra para España. Lo están demostrando PP y PSOE, en la
medida que anteponen los problemas de esos Partidos y los intereses de sus
dirigentes, por encima de los problemas y los intereses de la sociedad
española.
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