Publicado en Levante de Castellón el 29 de Enero de 2016
La Transición española ha
superado ya con creces ese plazo de sedimento histórico que el historiador
Manuel Tuñón de Lara cuantificaba en 25 años, para que podamos acercar a ella
las herramientas de la ciencia de la historia con la suficiente perspectiva
temporal, a fin de de estudiarla, analizarla y fundamentarla con un análisis
crítico, que nos permita conocerla mejor, más allá de los acontecimientos que
tuvieron lugar en ella. O mejor dicho, estableciendo una relación, o varias, entre estos y los movimientos
subyacentes en el ámbito de la economía, la cultura, la sociedad, la política,
etc., que se dieron en aquellos años.
Para
cualquier historiador, es sabida la importancia de las fuentes históricas, pues
son ellas la materia prima con la que trabajan para estudiar y desvelar las
claves de un momento histórico, un personaje o unos acontecimientos. Muchas y múltiples
son las fuentes, incluso varían dependiendo de cada época; no son igual para estudiar
la Edad Media, que para hacerlo del siglo XX. Y es en este siglo donde aparece
una fuente de información preciosa, como un diamante pulido, al desarrollarse
la prensa como medio indiscutible de información a lo largo de la centuria,
hasta que internet revoluciona todo. Una fuente de información, y pasado el
tiempo, una fuente histórica de primera mano.
Lo
interesante que tiene poder estudiar la Transición española con perspectiva
histórica, es que se introduzcan estudios acotados a un aspecto concreto o territoriales, porque sólo así, en la
conjunción de todos los estudios parciales, podremos tener una visión de
conjunto veraz, más allá de lo que sucedió en Madrid, que sin ánimo de restarle importancia, pues
era y sigue siendo la capital del país, no es el todo, viviéndose de una manera
bastante diferente en otros lugares del territorio español. Quiero decir, que
siendo la esencia de la Transición la misma para todos los sitios, en cada uno
de ellos tiene características específicas, que la historia debe afrontar.
Así,
la Comunidad Valenciana vivió la Transición de una manera muy diferente a como
se vivió en Madrid o Bilbao. Fundamentalmente porque la sociedad valenciana
tiene un pasado propio, distinto al de otras Comunidades, que le da unas singularidades
que la marcaron con una intensidad mayúscula. Por eso, la aparición de estudios
y libros que hablen de esos años, es de suma importancia para comprender que
pasó y cuáles son las claves que nos han llevado al presente actual.
Podemos
decir, que todos aquellos y aquellas interesados en conocer mejor los años de
la Transición en la geografía valenciana, están, estamos, de suerte, con la
aparición del libro de Jaime Millás: “Crónicas de la transición valenciana.
1972-1985” (Ed. Alfons el Magnanim). Y digo que estamos de suerte, porque el
libro de Millas cumple los dos parámetros a los que hemos hecho referencia más
arriba: es una fuente histórica periodística de la época, y está acotada al tiempo
de la Transición en la Comunidad Valenciana.
Jaime
Millás es un periodista de raza, versado en la crónica y en la elaboración trabajada de sus artículos, intentando buscar
todas las vertientes que conducen a una noticia. Periodista que se formó a sí
mismo, una vez abandonó las aulas de la facultad en la Universidad de Valencia,
teniendo como máxima la objetividad, la imparcialidad y la independencia,
escribió el relato de la Transición valenciana con las crónicas que mandaba a
la revista Triunfo y al diario El País, selección de la cuales se publican
ahora en su libro “Crónicas de la transición valenciana. 1972-1985)
Es
en el empeño de poner la honestidad con su profesión, con la época que está
narrando y consigo mismo, por delante, donde reside el valor de este libro como
fuente histórica, no sometidas sus crónicas a tutelajes del poder, ni a
sectarismos que habrían acabado, no construyendo un relato veraz, que hoy
todavía tiene vigencia, sino elaborando una ficción retorcida de la realidad al
servicio de otros intereses, muy alejados de contar lo que estaba sucediendo
realmente. Nada que hoy, en el siglo XXI, no sepamos de cómo informan
determinados medios de comunicación y algunos periodistas que han rendido
vasallaje al poder.
Porque
Millás, en “Crónicas de la Transición valenciana”, hace un ejercicio de
independencia, trasparencia informativa y buen hacer periodístico, que debería
ser tomado como referencia en las facultades de periodismo. Por eso, después de
su lectura, tenemos sensación de confianza máxima, de que aquello que hemos leído
no es un cuento chino, sino que está fundamentado y tratado con un rigor, que
provoca la emoción de haber ensanchado nuestro conocimiento sobre la sociedad
valenciana y su comportamiento en la Transición, a través de la lectura de una
fuente periodística para la historia. Sabemos más de todo, porque el libro está
muy bien estructurado en áreas de información, y por tanto, de conocimiento.
Hay una parte dedicada a la economía, otra a la política, otra a la cuestión de
la identidad, a la sociedad, a la cultura y sus grandes personajes valencianos,
a la ecología, a los sucesos, a la historia y al periodismo.
En fin, trece
años de intensa actividad periodística dan para mucho y, aunque en “Crónicas de
la transición valenciana”, hay sólo una selección de aquellos artículos, Jaime
Millás ha acertado en ella y en la organización del libro. Y sobre todo ha
acertado, porque nos ha hecho ver que en la Transición también hubo vida en la
geografía valenciana, mucha vida, que solemos tender a olvidar, o simplemente
minusvalorar, por esa facilidad que tenemos las sociedades de amilanarnos ante
la historia.
“Crónicas de
la transición valenciana. 1972-1985”, es un gran libro, para todo aquel que
quiera conocer más su tierra, o si es de fuera, ver que esta, con todas sus
contradicciones, también bulle en el crisol de la historia. Y aunque pueda
asustar por el gran número de páginas que hacen de él un libro voluminoso, lo
que se esconde en el interior es merecedor de una lectura paciente y atenta.
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