domingo, 11 de febrero de 2024

La grandeza del cine en los Premios Goya

 


Ayer me di un atracón con la gala de los Premios Goya, y tengo que decir que nunca me defrauda por lo que tiene de significante para el cine y la cultura española e hispanohablante. No voy a entrar en consideraciones acerca de si la gala fue larga o corta, o si estuvo entretenida o no, porque, entre otras cosas, no me interesa, sabiendo que se trata, única y exclusivamente, de la gran fiesta del cine español y no un programa televisivo de variedades. Tampoco voy a entrar en si esta película se mereció más o se mereció menos, porque eso son valoraciones muy subjetivas, que pueden hacer desviar la calidad que tienen las premiadas, las candidatas y otras que no lo han sido; ni todas pueden estar ni todas pueden ganar. Posiblemente cada uno de ustedes, que están leyendo este escrito, tenga sus preferencias sobre si los ganadores/as se lo han merecido o no. A fin de cuentas, no todo el mundo puede ganar y unas veces les toca a unos y otras a otros. Este es el juego de cualquier premio y en este, como en todos, influyen muchos factores, que al espectador corriente como yo se nos escapan, y no por eso, las premiadas y las que se quedan con la miel en los labios dejan de ser grandes películas, grandes actores, grandes actrices o grandes cineastas en el sentido amplio de la palabra: productores, directores, técnicos, guionistas, etc., etc. etc. Además, creo que Los Goya son unos premios con un sistema de votación bastante fiable y democrático, en la medida de que son los propios académicos, es decir, el mundo del cine, en voto secreto y sin reuniones de jurado, los que deciden quienes van a alcanzar la gloria de ser candidatos o se van a elevar hacia el Olimpo cinematográfico, sosteniendo el busto de Goya que, por cierto, podrían buscar un busto que tuviera menos cara de enfadado.

Lo importante es que candidatos y premiados son, ineludiblemente, la mejor representación del cine español en este momento, y eso es una certeza que no deberíamos cuestionar, al margen de nuestros gustos, cayendo en ese relativismo negativo que impregna la sociedad, hasta el punto de cuestionar las cosas más evidentes. En un momento de nuestra historia en el que negacionistas de todo tipo, antivacunas, antisistema, terraplanistas, populistas de esto lo arreglo yo en dos patadas, mentirosos, propagadores de noticias falsas y redes sociales abonadas al disparate y el odio, tener certezas es muy importante, uno de los mensajes que nos dejan los Premios Goya es que el cine español está más vivo y vigoroso que nunca, con unos niveles de calidad excelentes; que necesita nuestro apoyo como espectadores/as; que si no hay una política comprometida de ayudas públicas no es posible hacer buen cine; que el cine es un bien de interés cultural que no se puede dejar al margen de la planificación cultural de un país; que los cineastas viven, en muchos casos, en la precariedad, frente a los mensajes de odio que los criminaliza como unos estómagos agradecidos al poder; y, por último, que sigue representando la voz que nos sitúa frente a los grandes problemas que tiene la sociedad y la humanidad, a pesar de los intentos de silenciarla desde determinados estamentos de poder, a los que no les gusta que se sepa lo que hacen y/o piensan hacer.  

Los Premios Goya, además, nos muestran la fortaleza que tiene el cine en todas las lenguas oficiales de España, algo de lo que deberíamos sentirnos orgullosos, porque esto sí es un signo de la diversidad cultural y lingüística que tenemos. También nos dice que es en esa diversidad cultural en donde se encuentra la verdadera unidad de España como proyecto de país. Pero también nos hace ver que es en la inclusión del diferente, en la aceptación de lo que cada uno o cada una es, por nacimiento o por socialización; en la fortaleza de la igualdad, como una seña de identidad que nos pone a todos en su sitio, sin desprecio por razones de género, sexo, raza, procedencia, capacidades o gustos culinarios, donde podemos construir una sociedad en la que quepamos todos. No me quiero olvidar del “Se acabó”, como denuncia de una situación de violencia, miedo y abuso de poder contra las mujeres y colectivos LGTBI, que se vive en el cine y en toda la sociedad, cada vez más impregnada de mensajes machistas.  

Todo esto es la nobleza del cine, que cada año se expresa y se agranda en la celebración de los Premios Goya, más allá de las disquisiciones de si la gala pudiera haber sido mejor o peor. Enhorabuena a los premiados, a los no premiados, a la Academia del Cine Español, a los espectadores, a quienes desde lo público o lo privado apoyan y apuestan por el cine y a todos los espectadores/as que regularmente van a las salas de cine o pagan una plataforma para verlo en la TV. Porque, a fin de cuentas, el cine, como la literatura, como el teatro, son expresiones artísticas de la vida misma, y ahí es donde reside su grandeza.

 

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