martes, 17 de octubre de 2023

Israel y Palestina, un antagonismo centenario

 


La radicalización del conflicto palestino-israelí, no debería hacernos pensar que se reduce a la violencia de Hamás y la respuesta de Israel, mucho más violenta, si cabe, en destrucción y número de muertos. No se trata, por tanto, de una noticia que dura el tiempo que va a ser portada en los medios de comunicación, sino que hay que retrotraerse años atrás, para encontrar una explicación, mínimamente racional, si es que es posible, sobre lo que está sucediendo.

El enfrentamiento entre judíos y palestinos tiene más de 100 años y, desgraciadamente, durante ese siglo hay ido a peor; cuando se mezclan factores religiosos y nacionalistas, el resultado es una pócima de efectos letales y destructivos, y también porque intervienen agentes externos, que tienen demasiados intereses en la zona, y hace imposible un acuerdo de paz duradero entre Israel y Palestina. La solución de dos estados independientes, no es nueva, como veremos más adelante, como tampoco son nuevos los actores que se han dedicado, más allá de las declaraciones de buenas intenciones, a dinamitar esa posibilidad, condenando el conflicto a una única solución: la guerra, con toda su maldad sobre la población, hasta ahora palestina, y, en menor medida israelita.

Palestina, a lo largo de la historia, ha sufrido la ocupación de las potencias de cada momento, en función de sus intereses, lo que la convierte en un territorio vulnerable, pero también permeable a diferentes culturas. Se trata de una geografía señalada en la Biblia como la tierra prometida de los judíos, en la que desde hace más de mil años, el Islam es la religión que profesan la gran mayoría de sus habitantes, y que es también el epicentro del origen del cristianismo, no olvidemos que Jesucristo nació, predicó y murió allí. Parece, entonces, una tierra en donde se dan cita las tres grandes religiones monoteístas de la historia, y eso, no nos engañemos, es motivo suficiente para el conflicto. Sin embargo, en la actualidad musulmanes y cristianos viven en convivencia, a pesar de las graves diferencias histórico-religiosas. Entonces, por qué el judaísmo no puede vivir en armonía con las otras dos religiones, en un territorio que es escaso y duro, y que todas reclaman como propio. Quizá la respuesta habría que buscarla en la Biblia, con sus aseveraciones sobre los judíos como el pueblo elegido, al que se le promete una tierra de abundancia y miel por un Dios vengativo, tal como lo muestra el antiguo testamento, si nos adentramos mucho en el pasado.

Pero hay otra respuesta mucho más próxima, que está en el origen del conflicto que se vive actualmente, cada vez más marcado por el odio. Nos tendríamos que remontar a finales del siglo XIX, cuando se funda el movimiento sionista, que si bien es de inspiración atea y laica, utiliza la religión como aglomerante para la creación del estado judío, pero que, sobre otras consideraciones, es un movimiento nacionalista, que necesita un territorio para subsistir, y si en un principio barajaron diferentes opciones para fundar el Estado de Israel en distintas zonas del mundo: Argentina, Chipre, Kenia, etc., decidieron, por razones históricas, que Palestina era el lugar idóneo. Pero claro, en Palestina estaban los palestinos y el sionismo no admite compartir territorio con nadie, por lo que se arman de una buena dosis de colonialismo, en el peor sentido de la expresión, teniendo como fin, la expulsión del territorio, que ellos consideran suyo, de todos los que no son hebreos.

Hasta ese momento inicial del siglo XX, no podemos decir que exista un grave conflicto, pues todo queda en una sutil ocupación de un territorio, muy mayoritariamente árabe. Sin embargo, el sionismo si va calando en las simpatías de las grandes potencias del momento, sobre todo en Gran Bretaña, que va a provocar a medio y largo plazo una radicalización, primero de los judíos y, después, de los palestinos, hasta el punto de generar un conflicto que exige la eliminación del otro como única salida.

En 1916, Gran Bretaña y Francia firman los Acuerdos Secretos de Sykes-Picot, por los que ambos países se reparten algunos territorios del Oriente Próximo: Siria y Líbano para Francia, y Jordania, Irak y Palestina para los británicos. Pero estos ya tenían en mente ceder Palestina a los sionistas, para crear un Estado Judío. Lo que se materializa en 1917, con la Declaración de Balfour. Desde ese momento, Israel se convierte en un problema que no para de hostigar, con acciones violentas y terroristas, a los Palestinos y a la propia Gran Bretaña, que harta, en 1946 le pasa el problema a la recién creada ONU, y se desentiende del territorio. Un año después, las Naciones Unidas reconocen que la única solución al conflicto es la partición de Palestina en dos estados independientes, algo que no aceptan ni palestinos ni israelíes, que no están dispuestos a dividir la geografía que ambos consideran como propia. Realmente la distribución de las Naciones Unidas fue un poco desproporcionada. A los israelíes, que representaban el 6% de la población, se les asigna el 55% del territorio, y a los palestinos que son el 94%, el 45%.

No olvidemos que el sionismo es expansionista y su objetivo es conseguir la mayor cantidad de espacio. Por ello, con la inhibición de la mayoría de occidente y el apoyo incondicional de EEUU, Israel pone en marcha una devastadora limpieza étnica en Palestina: casi la mitad de la población, unos 800.000 palestinos, son expulsados por la fuerza de sus casas, sus haciendas y su geografía. Se requisan bienes y se entregan a los colonos; asentar colonos que fijen población nueva, es el recuso clásico en la historia de consolidar territorios conquistados.

El conflicto ya estaba servido, provocando acciones de protesta, muchas de ellas no exentas de violencia por parte de los palestinos, y respuesta, no menos violenta del estado judío, alimentada por la venganza. Pero todo da un giro en 1964, cuando se funda la OLP, Organización para la Liberación de Palestina, que utilizará tácticas terroristas y de guerrilla, para conseguir su fin último, que es la desaparición del Estado de Israel, y la creación de una Palestina laica en donde las tres religiones del libro, hijas de Abrahán: judaísmo, cristianismo e islamismo, tuvieran cabida. Una utopía imposible, dadas las altas dosis de odio, venganza y eliminación del otro, instaladas en la zona.

La OLP durante más de 20 años se dedica a hostigar a los judíos con acciones terroristas que tratan de desestabilizar el Estado de Israel, a lo que estos responden con una represión cada vez más dura y eficaz. El conflicto, además, se internacionaliza al entrar de lleno en la Guerra Fría, que durante esos años condiciona las relaciones internacionales en el planeta. Así, mientras EEUU es el principal valedor de armas y financiación del Estado de Israel, la URSS es la potencia suministradora de armas a la OLP, que las recibe a través de la intermediación del presidente de Libia Muammar al-Gaddafi.

Es a partir de la Primera Intifada (1987-1993), ha habido tres, cuando se va a producir un cambio que dio esperanzas al mundo de que la guerra soterrada mantenida entre israelíes y palestinos pudiera llegar a su fin. Después de un enfrentamiento desigual, en lo que se denominó la ”Guerra de las piedras”, tras la Conferencia de Madrid en 1991, se alcanzan los Acuerdos de Oslo en 1993, por los que Israel acepta transferir cierta independencia administrativa en Gaza y Cisjordania a la OLP, creándose la Autoridad Nacional Palestina, en una suerte de autogobierno bajo la tutela de Israel. Pero lo que parecía un principio de reconducción del problema, lo único que hace es enquistarlo, pues la represión en los territorios palestinos sigue estando de manifiesto y los israelíes continúan con su política colonial de asentamientos de colonos, que exige expulsar de sus casas a los palestinos. Más arriba hemos hablado de que el sionismo es una mezcla de nacionalismo y colonialismo excluyente de todo lo que no sea judío.

El fracaso de los Acuerdos de Oslo no se puede desligar de la aparición de Hamás, una organización islamista que tiene como principal objetivo el establecimiento de una república islámica en los territorios que ocupan Israel, Gaza y Cisjordania, que se sirve de acciones terroristas (lucha armada lo llaman ellos) contra Israel y contra los propios palestinos, en su enfrentamiento contra Al Fatah, organización creada en 1959 por Yaser Arafat, que defiende, después de haberse ido moderando con el tiempo, una solución pacífica del conflicto, incluyendo el reconocimiento del Estado de Israel, es decir, la creación de dos estados independientes.

En 2007 Hamas se hace con el poder en la Franja de Gaza, tras derrotar a Al Fatah, y las acciones terroristas hacia Israel se intensifican, con la consabida respuesta de estos, indiscriminada al considerar que todos los palestinos son terroristas, radicalizando el conflicto hasta la situación actual, de una guerra imprevisible, de la que no se puede aventurar el final, porque, como ya se ha dicho antes, al igual que sucedió durante la Guerra Fría, la irrupción de nuevos actores está tensando mucho la situación, ante el nuevo reparto del mundo entre los potencias emergentes y las ya existentes.

Concluyendo: La única solución al conflicto centenario entre Israel y Palestina, es que ambos se reconozcan el derecho a vivir como dos estados independientes, para lo cual el resto del mundo tiene la obligación de doblegar las aspiraciones nacionalistas, colonialistas y religiosas de uno y otro. No es fácil, por todo lo que hemos explicado en este escrito, pero no hay otra solución si se quiere acabar con un conflicto que lleva ya demasiados muertos a sus espaldas, y la destrucción de la vida de los palestinos, confinados, por lo menos en la Franja de Gaza, a subsistir en un gran campo de concentración al aire libre. Y para que esto suceda, sólo el perdón y la contrición, pueden poner la primera piedra del respeto mutuo, no ya de la convivencia, que eso es más difícil de aceptar, cuando se lleva odiando demasiado tiempo.    

 

Para escribir este artículo he utilizado las siguientes fuentes:

-          La Enciclopedia de Salvat Editores, publicada por El País en el año 2003.

-          El artículo Los orígenes del conflicto entre Israel y Palestina, escrito por Mar Gijón Mendigutía. Publicado por el Diario Público el 16 de octubre de 2023.

-          La enciclopedia digital Wikipedia.

 

     

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bullying político

  Pasados ya los días de tensión nacional e internacional y de incertidumbre expectante que hemos tenido en España y quizá en parte del mund...