jueves, 20 de julio de 2023

23-J. El voto progresista frente a la mentira

 


Otra vez la mentira ha vuelto a ocupar gran parte del discurso de la derecha en campaña electoral. No es nuevo. Viene sucediendo desde José María Aznar y Mariano Rajoy. Lo que sucede en este verano de 2023, es que Núñez Feijoo ha hecho de la mentira su seña de identidad, y cuanto más se le atrapa en un engaño, más miente. Es como si en su cabeza no cupiese otra cosa, quizá porque no da para tener ideas coherentes que exponer o porque si las tiene las quiere ocultar o porque piense que los ciudadanos y ciudadanas somos un una panda de catetos que todo nos lo creemos. Incluso, a lo mejor, es posible que haya un poco de las tres cosas.

Adolf Hitler, que de esto sabía mucho, dijo que las grandes masas sucumbirán más fácilmente a una gran mentira que a una pequeña. Esto es lo que trató de hacer José María Aznar cuando nos engañó a todos con la autoría del 11-M, pero, afortunadamente, le salió mal, porque ya llovía sobre mojado y cuando uno miente por norma, al final, deja de ser creíble. Decía Friedrich Nietzsche: No que me hayas mentido, que ya no pueda creerte, eso me aterra. Porque cuando uno o una miente demasiado acaba de ser creíble. Justo lo que le está pasando a Núñez Feijoo, que miente tanto que empieza a producir rechazo en mucha gente (esperemos que sea la suficiente para que no nos gobierne un mentiroso).

Además, en las mentiras encadenadas del Partido Popular, convertido en émulo del neofascismo de Vox, hay una dosis de desprecio tan grande a la inteligencia, que debería aterrarnos. Con ellas no sólo construyen una realidad paralela a acomodada a sus intereses, sino que extienden un tupido velo sobre todo aquello que no quieren que se sepa. A la sazón de estas elecciones: todos los avances que ha habido en España propiciados por el gobierno actual de coalición.

¿Qué tratan de ocultarnos con el machaqueo constante de que España es un desastre de país al borde del abismo? Todos y todas aquellas que no somos hooligans de la derecha o tienen intereses muy particulares para que esta gane, es decir, los que se pueden permitir vivir sin el paraguas de lo público, deberíamos ponernos a pensar si realmente lo que está diciendo Núñez Feijoo, Cuca Gamarra o González Pons es bueno para nosotros. Porque tratar de derogar o modificar o frenar el desarrollo de todas las leyes que han sido beneficiosas para la ciudadanía y el país con la cantinela del sanchismo como enemigo de España, lo único que esconde, de ahí tanta mentira, es que quieren volver a la época en la que la derecha campaba a sus anchas cercenando bienestar y derechos. Con el agravante de que en estas elecciones no vamos a elegir un modelo de gobernar u otro, que ya de por sí tendría que ser objeto de tener mucho cuidado a la hora de depositar el voto en la urna. Estamos ante un problema más grave, que tiene que ver con el ataque y el derribo del mismísimo sistema democrático. En estas elecciones lo que está en juego es la propia democracia como sistema político de convivencia, tolerancia, respeto y bienestar económico.  

No es baladí ni catastrofista lo que planteo. Nos estamos jugando la libertad de expresión, los servicios públicos, las pensiones, el derecho a que cada uno sea como quiera, la batalla contra la violencia de género, la igualdad de oportunidades, el respeto a las minorías, el salario mínimo, el ingreso mínimo vital, el incremento de las becas universitarias, la protección a los trabajadores/as con los ERTES, la mejor ley laboral que ha habido en España desde hace muchas décadas porque vuelve a situar al trabajador/a en el centro del sistema productivo, tener la inflación más baja de Europa, los precios de la energía contenidos gracias a la excepción ibérica, la transición energética y la protección del medio ambiente …, en fin todo lo que Núñez Feijóo trata de ocultar enfangándolo con mentiras, con un discurso apocalíptico de la realidad (hasta en Europa le han tenido que parar los pies en alguna ocasión) y con otra realidad que no deberíamos obviar, como es el blanqueo de la extrema derecha neofascista que ya está en los gobiernos de muchos ayuntamientos y comunidades autónomas.

Revertir la autosuficiencia que muestra Núñez Feijoo y el Partido Popular, tanta que ni siquiera tiene la cortesía hacia los electores de asistir al último debate que se celebra en televisión entre los cuatro candidatos más importantes a la presidencia del gobierno, está al alcance de la mano. Sobre todo si el votante progresista, sea del color que sea, asume que impedir la mentira y el retroceso político es posible dejando la papeleta de voto en la urna el próximo día 23 de julio.        

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