miércoles, 12 de julio de 2023

23-J. La mentira como instrumento político

 


Hay una frase atribuida a Groucho Marx que dice: El secreto del éxito se encuentra en la sinceridad y la honestidad. Si eres capaz de simular eso, lo tienes hecho. Es decir, no se trata de ser honesto, sino de parecerlo. Y para que este axioma funcione, no hay nada más práctico que buscarte un enemigo a quien puedas presentar como un mentiroso patológico, capaz de vender su alma al diablo para conseguir sus propósitos. De esta forma, el que trata de parecer honesto, ya sólo tendrá que cebarse con el otro, para no tener ni siquiera que disimular. Cuando todas las culpas recaen sobre el mentiroso creado para exculpar tus propias mentiras, uno queda libre de pecado y puede presentarse como la Inmaculada Concepción, sin tacha que ensucie su imagen de honesto de bote.

Digo esto porque la política en España viene estando enfangada desde que José María Aznar, fundador del Partido Popular, nos engañó con el cuento de la guerra contra Irak y alcanzó la sublimación con la sarta de mentiras con las que nos hizo creer que el 11-M había sido obra de ETA. Desde ese momento el Partido Popular se instala en la farsa y hace de ella un instrumento político: recordemos las mentiras de Federico Trillo con el Yak-42; las falsedades, que sólo tenían como objeto confundir a la opinión pública, cuando los casos de corrupción del Partido Popular, que todavía colean, embarraron la política nacional, autonómica y municipal; las declaraciones del gobierno de Mariano Rajoy cuando nos decían que el rescate a la banca no iba a costar un euro a los españoles; en fin, no quiero aburrirles con un listado que podría ser como la historia interminable.

No parece que el gran mirlo blanco de la derecha española, el que iba a demostrar que puede ser honesta y gobernar alejada de espavientos y falsedades patológicas, Núñez Feijoo, vaya a cambiar la situación. Más bien al contrario, parece que la situación le ha cambiado a él, al ser un outsider que llega al Partido Popular, como último recurso, porque no hay manera de poner orden en ese Patio de Monipodio en que se había convertido. Y al igual que a Frankenstein, el entorno que le rodea le obliga a convertirse en un monstruo; en este caso, en un mentiroso. En palabras de Fernando Savater referidas a la creación literaria de Mary Shelley : ¿Acaso habrá algo más espantoso que tener conciencia de que uno no es más que un experimento brotado de un cementerio, que no tenemos padres ni familias…? A menos que realmente, Núñez Feijoo nunca haya sido ese político comedido y honesto que nos vendieron como salvación de España, y sea un dirigente fiero, ávido de poder, con cara de no haber roto un plato en su vida, y haya hecho de la mentira su gran obra para alcanzar el poder -volvemos a las palabras de Groucho Marx-, proyectando con el sanchismo un androide en el que volcar toda su perfidia, para aparecer él como un hombre bueno.

Toda la construcción de mentiras difundidas en los últimos tiempos, han tenido su máxima expresión, sin pudor alguno, en el debate a dos de esta semana. Sin decoro, sin disimulo, sin mala conciencia, el único objetivo era destruir a Pedro Sánchez, aunque ello supusiera enfangar el debate, la campaña, las elecciones y el país, hasta niveles de indecencia moral tan grandes que incluso el propio profesor Moriarty se sentiría avergonzado. ¿Qué se puede responder en un debate cuando tu contertulio sólo dice mentiras y a cada objeción se responde con otra mentira? Nada. Sólo desconcierto.

John F. Kennedy dijo: Aquellos que locamente buscaron el poder cabalgando a lomo de un tigre, acabaron dentro de él. Esto le está pasando a Núñez Feijoo, no sabemos desde cuando, a tenor de alguna foto comprometida que circula por ahí. Está cabalgando a lomos de un gran embuste y eso le va a perseguir siempre, llegue a ser presidente del gobierno o no, aunque no creo que a él y a su Partido les importe mucho. Quienes deberíamos estar preocupados somos los españoles, todos, votantes suyos o votantes de otras formaciones y abstencionistas. Porque podemos darle el poder de gobernarnos a quien ya antes de tenerlo nos está mintiendo y va a tener que desdecirse de muchas de sus mentiras. Pero ya sabemos que si hay algo que define bien a los españoles es que somos un pueblo de actos sin ideas e ideas sin actos. Apresúrense a comprar unas katiuskas, porque nos esperan cuatro años de fango, si san 23 de julio no lo remedia.      

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