Publicado en Levante de Castellón el 5 de octubre de 2018
Una de las vergüenzas que tiene
esta sociedad de ritmo trepidante, es el olvido de todo aquello que no nos
apetece recordar, quizá porque nos sitúa ante el espejo de unos comportamientos
que nada tienen que ver con los valores que tanto nos gusta proclamar de
justicia, solidaridad, igualdad, junto a otros que nos hablan de aspirar a un
mundo mejor, pero que chocan contra el
muro de realidad que día a día queremos esconder, en el que todos esos
conceptos se desvanecen. Esa realidad que cubrimos con un velo de silencio, que
en los tiempos que corren es como convertirla en algo invisible, irreal, y por
tanto no dañina para nuestras acomodaticias existencias, incapaces de tolerar
aquello que no sea nuestra Albanta particular.
Pretendidamente,
ignoramos muchas cosas, cubriéndolas con un manto de indiferencia. Olvidos con
mayúsculas, como la pobreza o desigualdad y olvidos con minúsculas, como el
abandono que la sociedad y nosotros mismos ejercemos y consentimos de las
personas mayores. Inservibles en una sociedad que idolatra la juventud;
invisibles, porque su propia naturaleza les inhabilita para la protesta, por lo
que nos acabamos olvidando de ellos.
¿Nos
hemos puesto a pensar cuántos abuelos y abuelas son abandonados por sus
familias, sumiéndoles en una espiral de tristeza y congoja, que les va a
acompañar el resto de vida que les quede? Puede que algunos sí, pero la mayoría
preferiría no saberlo, por lo que apuntábamos más arriba. Es esa minoría que
trata de enfocar a la vista pública a los olvidados del mundo, la que revuelve
nuestras conciencias. Y quizá sea en el arte, el cine, la literatura, el
teatro..., donde resida ese último reducto de conciencia, lo que evita que nos despeñemos por el abismo de la
indiferencia como seres humanos
miserables.
El
cineasta castellonense Sergi González, ha hecho que nos revolvamos en nuestros asientos, con su corto “Será nuestro
secreto”, maravillosamente protagonizado por una niña de 10 años: Martina
Caparrós y la maestría de Rosario Pardo. No hay concesiones al vacío mental ni
a la elucubración dispersante en este corto, en el que una nieta descubre a su
abuela, supuestamente fallecida, en una visita escolar a una residencia de
ancianos. A partir de aquí, Sergi González nos invita a la reflexión. Las otras
actrices del reparto -curiosamente todas son actrices, quizá porque las mujeres
son mucho más sensibles a este tipo de problemas-: María Pedroviejo, Ana Caldas
y Rebeca Valls, van abriendo en canal aquellas zonas de nuestro cerebro
insensibilizadas por tantos olvidos, conforme el drama, breve, intenso, como no
puede ser de otra manera en un cortometraje, va mostrándonos una verdad, que
nos abofetea sin compasión.
“Será
nuestro secreto”, sigue el camino de los trabajos anteriores de Sergi González
y su productora Dionisia Films, radicada en Vila-real. En su laureada
filmografía agita nuestra plácida mirada del
mundo, siempre desde lo cotidiano, desde esos pequeños conflictos
personales o familiares, que nos rodean a lo largo de nuestra vida. Consigue poner en valor la
importancia de lo pequeño, de aquella brevedad que anunciaba Baltasar Gracián,
enseñándonos que era dos veces buena. Esa es la magia de este cineasta afincado
en Almassora y proyectado al mundo detrás de una cámara. La magia de hacernos
grande lo pequeño, de convertir en universal un conflicto familiar, comunitario,
pequeño comparado con los grandes problemas del mundo. Nos invita a reflexionar
sobre cómo sería ese mundo si nos fijáramos en los conflictos con los que
convivimos diariamente y nos propusiéramos solucionarlos.
En
“Será nuestro secreto” nos lanza el dardo de recapacitar sobre el olvido al que
se ven sometidos nuestros mayores, y por ende, a todos los conflictos
invisibles que deliberadamente nos esforzamos en olvidar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario