Publicado en Levante de Castellón el 25 de mayo de 2018
«Nosotros amamos a Cataluña por
española, y porque amamos a Cataluña la queremos más española cada vez…»
Esta frase no está dicha por Albert Rivera en una arranque de patriotismo de
bandera, de esos que tanto le gustan, y que hacen llorar a Marta Sánchez cuando
canta envuelta en su delirio rojo y gualda el himno de España, con ese engendro
de letra, más propio de otros tiempos en que Isabel la Católica era la reina
que cosió la unidad nacional, por la gracia de Dios y de Franco. No señores y
señoras, la frase pertenece a un discurso que dio José Antonio Primo de Rivera
en el Congreso el 4 de enero de 1934, un par de meses después de que las
elecciones las ganara la derecha, poniendo fin a los sueños reformistas que la
sociedad española había puesto en la
República, comenzando lo que la historia ha denominado “el Bienio Negro”,
aunque lo que vino después fue mucho peor.
Sorprende
el parecido, incluso hasta físico, que se está produciendo entre José Antonio,
fundador de la Falange Española y Albert Rivera, fundador de Ciudadanos.
Pensarán ustedes que esto es una exageración, pero la deriva nacionalista
española que está tomando el partido de Rivera, nos está haciendo pensar que ya
sólo les separa de los del yugo y las flechas el color de las camisas: azul
marino los unos y naranja los otros. Y también un asunto no menor: la
sinceridad de Albert Rivera cuando dice que su proyecto es liberal y su
intención es convertir España en el paraíso del “laissez faire, laissez laissez
passer”, es decir, en la nueva barragana
del capitalismo globalizado. En cambio, José Antonio Primo de Rivera, como buen
fascista, abominó del liberalismo, y como buen fascista era defensor, por
debajo de la mesa camilla, del ultra
capitalismo.
Pero
lo que a los dos les une, es esa palabrería envuelta en patrias, separatismo,
etc., que sólo pretende una España cegada por la bandera, que si estamos ciegos,
nunca sabremos por donde nos vienen los palos. Es sorprendente la afinidad de
pensamiento entre uno y otro, en cuanto a su idea de España como una unidad de
destino en lo universal. Veamos dos discursos que tienen 84 años de distancia: «Pero
para realizar esta tarea, España ha de estar unida. Nada de partidos. Nada de izquierdas
ni derechas. Unas y otras miran el interés patrio, desde su propio interés», del
discurso que José Antonio dio en Fuensalida, provincia de Toledo, el 20 de mayo
de 1934. Comparemos, salvando las distancias: «Recorrido España yo no veo rojos
y azules, veo españoles; no veo jóvenes y mayores, veo españoles; no veo
creyentes y agnósticos, veo españoles. Vamos a unirnos para recuperar el
orgullo de pertenecer a esta gran nación», del discurso dado por Albert Rivera
en Madrid, el 20 de mayo de 2018.
Una
España llena de españoles, donde no entran los pobres, ni los ateos, ni las
mujeres, ni los pensionistas, ni los parados, ni la gente que pasa hambre, ni
quienes sufren violencia de género, ni…; una España llena de españoles sin
diferencias, todos iguales -como en la novela de Aldous Huxley: “Un mundo
feliz”-, plagada de símbolos patrios: la bandera, el himno, Marta Sánchez, la
selección y el abrazo de la historia entre dos hombres que tenían una idea:
pintar toda España del mismo color, y
dejar que sus habitantes vivan en la intemperie. «España es irrevocable. Los
españoles podrán decidir acerca de cosas
secundarias; pero acerca de la esencia misma de la unidad de España, no tienen
nada que decir». Cualquiera de los dos pudo haber pronunciado este discurso,
por ello ni me molesto decir de quién es.
si tanto te gusta que tus ídolos vivan en el palacio de Galapagar, a ti también te gusta que el resto viva a la interperie.
ResponderEliminarsaludos
¡¡¡Tóma moreno!!!!
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