Publicado en Levante de Castellón el 18 de mayo de 2018
La lúcida respuesta de Amaia, la
joven cantante que junto con Alfred ha representado a España en el Festival de
Eurovisión, a Isabel Sansebastián, cada vez más hundida en las profundidades de
la caverna, resume en pocas palabras lo que la izquierda y la derecha no
nacionalista, no ha sabido expresar después de años de sesudas reflexiones y
desconcierto. «Queremos a nuestro país a nuestra manera, no existe sólo
una manera de querer un país». Fin de la cita, y la sociedad española,
harta de tanto besuqueo a la bandera, se
queda perpleja, porque una chica de 20 años, sin rencor, sin enojo en la
mirada, nos ha dado una lección de convivencia, que a muchos debería hacernos
sonrojar.
La
caverna nacionalista española, con la vena hinchada de fascismo en el cuello,
no puede soportar que alguien tenga una idea de España diferente a la
suya, que está más próxima a la dictadura de Franco, que a una democracia
tolerante y libre. Les asusta ese amor diferente, porque eso les quita la
patente de la patria, que tan buenos resultados les ha dado. Y Amaia y Alfred,
en las antípodas de esa España de besamanos, trompetas celestiales e himnos a
la raza, son un grano en el culo, que les ha estropeado esa fiesta de orgullo
patrio que es para ellos el Festival de Eurovisión, aunque quedemos en los
últimos lugares. Posición que les sirve para agitar el espantajo del
nacionalismo más rancio de camisas azules y desfiles brazo en alto. El “no nos
quieren fuera, porque nos tiene envidia”, que tanto les gusta a aquellos
que no han superado todavía la derrota
de los Tercios de Flandes, que sembraron de terror media Europa, en los tiempos
de gloria imperial, que tanto añoran.
Al
nuevo/viejo fascismo disfrazado de demócrata, ahíto de liberalismo rojiualdo,
ya le ha molestado que la pareja de jóvenes eurovisivos se llamasen Alfred y
Amaia y no Jorge y María. En su paranoia contra los nacionalismos periféricos,
tenían que ser una navarra y un catalán quienes representaran a España, como si
no hubiera otros. Ya saben que en la mente de la caverna, un catalán, un vasco,
un navarro…, son españoles de segunda categoría, no de pura raza castellana,
como mandan los cánones de los decretos de nueva planta, que acabaron en el
siglo XVIII con la España diversa y cuasi confederal de los siglos anteriores.
Encima, para sentir más la afrenta, Alfred y Amaia, al igual que muchos otros
españoles, piensan que no estaría mal
que algún año el/la representante español/a cantara en alguna de las lenguas
vernáculas existentes en el Estado.
Son demasiadas
ofensas para los oídos de esa nueva/vieja derecha postfranquista, que además
tiene que soportar ver como Alfred le regala a Amaia un libro de Albert Pla
(atención: un hereje catalán) que se titula: “España de mierda”, que a pesar de
lo que ustedes puedan creer no tiene nada que ver con la política.
Alfred,
Amaia: os ha caído la del pulpo, porque no os van a dejar, les venís muy bien
para seguir destruyendo el país con sus delirios ultranacionalistas. Pero no os
debe importar. A otros les ha pasado antes, como a Serrat que se negó a cantar
el “La-La-La”, en 1968, si no lo hacía en catalán, y ha sobrevivido y
triunfado, Por eso, seguir con vuestra carrera después de desintoxicaros de tanta
mala baba que hay en este país. Nos habéis dado una lección de humildad y de
clarividencia, al hacernos ver que hay muchas maneras de amar, no sólo a tu
país, sino a todo lo que nos rodea, y además, cantáis bien.
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