Alguien, no recuerdo quién, ha dicho
hace unos días que si la violencia de género se ejerciera contra políticos,
este país estaría en estado de guerra. Sin embargo, se hace contra mujeres, y
parecer ser que éstas siguen estando un peldaño por debajo en la relevancia
social. Debe ser por eso, que la justicia considera más grave el delito de quemar
neumáticos y cortar carreteras que las casi 1.000 mujeres asesinadas desde
2009, eso sin contar la violencia que se ejerce sobre ellas que no acaba en los
cementerios. Cuando un país califica de terrorismo y rebelión lo que no es más
que una protesta, más o menos afortunada, y que los maltratadores sigan
campando a sus anchas, algo mal, muy mal. Cuando los principales partidos: PP,
PSOE y CIUDADANOS, son capaces, con toda la celeridad del mundo, de firmar un
pacto antiterrorista en 2015, que acaba con una modificación del Código Penal,
que le convierte en un coladero por el que cabe como terrorismo todo lo que moleste
al poder de la clase dirigente: «Subvertir
el orden constitucional, o suprimir o desestabilizar gravemente el
funcionamiento de las instituciones políticas o de las estructuras económicas o
sociales del Estado, u obligar a los poderes públicos a realizar un acto o a
abstenerse de hacerlo» (Art. 573 1-1ª del Código Penal) y se olvidan de aumentar
la calificación penal de los maltratadores de género, como si esto fuese una
cosa de menor enjundia, estamos perdidos moral y políticamente como país.
miércoles, 11 de abril de 2018
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