Agencia EFE
Muchas veces nos preguntamos por
qué la extrema derecha es tan residual en España, que ni siquiera ante el
desafío soberanista catalán ha sido capaz de construir una alternativa política,
más allá del folclore de las manifestaciones y las llamadas al patriotismo
ramplón. La respuesta es sencilla, a tenor de todo lo que está sucediendo en el
país en los últimos meses: la extrema derecha lleva gobernando España desde
hace algún tiempo. Está en el poder de la mano de M. Rajoy y aquellos sectores
de su Partido que nunca romperán con el franquismo.
Digo esto, porque hoy es un día
triste para uno de los pilares de la democracia: la libertad de expresión. Un
principio fundamental que el gobierno se está encargando, como una hormiguita,
de convertir en una quimera, como tantas otras cosas que se pasan por el forro constitucional,
cada vez que así les interesa.
Condenar a un rapero a tres años
de cárcel porque al poder monárquico, con el gobierno al frente, le parezcan
ofensivas sus canciones, es seguir despeñando la libertad por el terraplén del autoritarismo.
Un disparate, al que hay que unir toda la ristra de encausamientos judiciales
en, contra de la libertad de expresión: ya sean contra blogueros, tuiteros, cantantes, titiriteros, sindicalistas, y todo
lo que se mueva. Ni siquiera en los tiempos de ETA se atrevieron a tanto.
Nunca la libertad de expresión ha
estado tan amenazada como ahora, con un gobierno que esgrime esa ley de orden
público llamada Ley Mordaza, para silenciar todo lo que sus orejas y las de sus
valedores no quieren escuchar. Una cruzada que está movilizando a todos los
poderes facciosos del estado, si no dónde podemos encuadrar que una jueza haya
ordenado retirar de las librerías un libro de Nacho Carretero: “Fariiña, sobre
el narcotráfico gallego porque no le
gusta al exalcalde de O Grove lo que se dice en él. O la retirada de ARCO de la
serie “Presos políticos en la España Contemporánea” de Santiago Sierra, porque
incluía imágenes pixeladas de Oriol Junqueras y los Jordis.
Al final va a tener razón Anna
Gabriel cuando decide exiliarse en Suiza porque en España no hay garantías
democráticas, que garanticen la libertad y una justicia justa.
¡Ah! Por cierto, la obra retirada
en ARCO ya se ha vendido por 80.000 € y el libro “Fariña” es hoy líder ventas
en Amazon
No hay comentarios:
Publicar un comentario