viernes, 22 de mayo de 2015

La hora del cambio

                                                                                                 Foto: Autor desconocido
Publicado en Levante de Castellón el 22 de Mayo de 2015
La opinión sobre la imperfección de la democracia en España es cada vez más generalizada. Desde muchos ámbitos se viene reclamando que se deben introducir ajustes que la hagan más participativa y controlable por la ciudadanía, para evitar que se convierta en un sistema alejado de la sociedad, que acaba fagocitando el bienestar de la mayoría en beneficio de una minoría oligarca que legisla y gobierna para alimentarse a sí misma.
                La percepción de que vivimos en un sistema democrático que sólo tienen en cuenta a la población cada cuatro años, cuando se convocan elecciones, es creciente desde hace años, pero ha sido durante el tiempo de crisis, que ha sacado a la luz la falta de ética del establishment económico y político, con una corrupción generalizada y unos privilegios desmedidos para el común de los mortales, el momento en que los ciudadanos nos hemos sentido más alejados de los políticos, cuestionando un sistema de muy baja calidad democrática.
                A pesar de vivir en una sociedad controlada por el economía y sus gurús, esos que no vieron o no quisieron ver la explosión de la burbuja financiera e inmobiliaria, no es baladí que adquiramos conciencia de que la mayoría de los problemas que tenemos en la actualidad, tienen que ver con el bajo desarrollo de la democracia y una manera determinada de hacer política.
                No debemos dejarnos engañar. La política es el centro del funcionamiento de una sociedad, porque todas y cada una de las decisiones que se toman afectan a  nuestras vidas. Desde el diseño de los Presupuestos Generales del Estado, que pueden orientarse hacia un mayor bienestar, o hacia una mayor desigualdad; hasta la política cultural que se puede convertir en elitista o trasversal a toda la sociedad. Pero la política no es una ciencia exacta donde dos y dos son cuatro, como muchas veces nos quieren hacer ver. No. Toda acción política, cualquier decisión de gobierno, el más mínimo detalle de un ayuntamiento, esta sostenido y fundamentado por la ideología. Esa que nos quieren convencer que ya no tiene sentido, tal como escribió el politólogo estadounidense Francis Fukuyama, gran gurú del pensamiento neoliberal, que sostuvo en su libro “El fin de la Historia y el último hombre” (Editorial Planeta 1992) que la lucha entre ideologías había concluido, para dar paso a un mundo basado en la política y economía de libre mercado. Este pensamiento, que somete todo a la ideología liberal, en un acto de oportunismo histórico, que reduce la lucha de clases a un enfrentamiento entre comunismo y capitalismo, como si los siglos de historia anteriores no existieran, es el que se ha impuesto en las clases dirigentes, abocándonos, por mera ideología, a la situación actual.
                El domingo se celebra la primera vuelta de unas elecciones que pueden cambiar el panorama político en España. Es el  momento de utilizar ese privilegio que tenemos los ciudadanos en una democracia para variar el rumbo de la política en el país. Ser conscientes de que todo lo que está pasando: desigualdad, brecha social, recortes, destrucción de la enseñanza pública, privatizaciones de servicios básicos, pobreza infantil y adulta, desempleo, desregulación de las condiciones laborales, precariedad laboral, disminución del poder adquisitivo de los trabajadores, privatización galopante de la sanidad pública, regresión en las políticas de igualdad de género, eliminación de los derechos de dependientes, progresivo deterioro del medio ambiente, puertas giratorias, corrupción, connivencia de los gobiernos con las grandes empresas, tasas judiciales, ley mordaza, racismo emergente, taifización del estado autonómico, reconfesionalización de la sociedad y vuelta del catolicismo a las escuelas, privilegios del poder ante la justicia, desahucios, rescate a la banca y grandes corporaciones empresariales, etc., etc., etc., tiene que ver con un  modelo ideológico que en España está representado por el Partido Popular, en su versión postfranquista y conservadora, y según vamos descubriendo, en Ciudadanos, con una versión más moderna del liberalismo, aparentemente desligada del tardofranquismo que tanto mal ha hecho a la derecha en España y por extensión al conjunto del país, pero que no deja de ser pensamiento liberal para solucionar los problemas del país. Es decir, en muchas cosas, más de lo mismo, sobre todo en aquello que tenga que ver con la economía y un modelo de gestión que va a favorecer a los mercados, en contra de la regulación económica, que como se ha visto es necesaria en muchos sectores.
                Ahora es el momento de la verdad. De una verdad esperada que ha estado anclada en la rabia y el desconcierto al ver como el estado de bienestar desaparecía ante nuestros ojos, por mucho que las protestas ciudadanos fuesen crecientes. Es el momento de actuar democráticamente para desalojar del poder de dos importantes instituciones de gobierno a quienes nos ha engañado y llevado a esta situación: de los Ayuntamientos, que son los que más cerca están del ciudadano y por tanto de su gestión y sus decisiones políticas depende el bienestar de los vecinos del municipio de una forma muy directa; y de las Comunidades Autónomas, que en España, por este sistema cuasi federal, son depositarias del poder que tiene que desarrollar el estado de bienestar. No es poco lo que se elige, y debemos hacerlo con la razón en una mano y el recuerdo de lo que está pasando en la otra. En política, el corazón sólo da pie a garrafales errores, cuando no actitudes indeseables de falta de civismo.
                Por todo ello. Por el engaño de los últimos años y el engaño presente, el domingo tenemos que apostar por aquellas fuerzas políticas, viejas o nuevas, que sean capaces de dar un vuelco a la situación que nos asegure la vuelta al estado de bienestar, a la igualdad de oportunidades y la distribución más justa de la riqueza. Pero también, que encaren el futuro con una reforma en profundidad del sistema democrático español, abriéndolo a la participación de los ciudadanos, dotándolo de transparencia y de seguridad, no sólo ante la delincuencia y ante el terrorismo, también ante los sinvergüenzas que intentan hacer de la política un medio para enriquecerse.
                No creo que la derecha sea capaz de afrontar los cambios que necesita el país para equilibrar su desarrollo, acabando con la brecha que ahora lo divide. Ni la derecha vetusta ni la moderna. Los cambios han de ser en profundidad y sólo desde la izquierda, pueden llevarse a cabo, con voluntad de pacto y consenso entre ella.

Que según la EPA este año hayan aumentado en 40.000 las familias que no tienen ningún ingreso, o que desde que empezó la crisis los asalariados hayan perdido más de 30.000 millones euros de renta, frente a las rentas del capital que han ganado más de 62.000 millones, nos tiene que hacer reflexionar sobre la magnitud del problema y quiénes son los responsables de él.

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