lunes, 3 de noviembre de 2025

Tres eran tres las hijas de Génova

«Tres eran tres las hijas de Elena. Tres eran tres y ninguna era buena». Tres eran tres los presidentes del Partido Popular en la Comunidad Valenciana que acabaron sentados en el banquillo: Zaplana, Camps y Olivas, cada uno por diferentes motivos, pero todos con un denominador común: la corrupción. Y aunque todos se han beneficiado de una judicatura demasiado benévola con los dirigentes de la derecha, su paso por los tribunales no deja en muy buena situación al Partido Popular valenciano. De cinco presidentes de la Generalitat sólo se ha salvado uno de sentarse en el banquillo, Alberto Fabra, y el último, Carlos Mazón, es sólo cuestión de tiempo que tenga que rendir cuentas ante la justicia. Oscuro bagaje del PP valenciano, que siempre está dispuesto a dar lecciones de moralidad y ética política. 

                Ahora, como el despropósito de Carlos Mazón; la sinvergonzonería de un presidente repudiado por una gran parte de los valencianos y quizá, desde la distancia, de los españoles; la caradura de quien dice marcharse después de un año de haber protagonizado el mayor fraude político que un presidente puede desempeñar, no ha habido ninguno. Un año de reírse de las víctimas de la DANA y los valencianos, sin asumir ninguna responsabilidad, ni siquiera cuando forzado por las circunstancias dimite, culpabilizando a todo el mundo, sin ningún tipo de empatía hacia nada ni nadie. Tampoco, haciendo gala de esa cobardía que lo ha llevado a tardar un año en dimitir, deja su escaño en las Cortes Valencianas, amparándose en la inmunidad que le otorga su condición de parlamentario, de la que no piensa dimitir, a ver si con un poco de suerte pasan los meses y se agota la instrucción sin que el haya sido imputado o, por una de esas cosas que pasan en España cuando el Partido Popular gobierna, tiene la fortuna de que a la jueza de Catarroja la sustituya cualquier juez Peinado o Hurtado de turno, como ya lo intentó la consejera de emergencias Salomé Pradas ante el Consejo General del Poder Judicial.

                Un año de componendas estratégicas de Núñez Feijoo y su séquito de Génova. De apoyos miserables, poniéndolo como ejemplo de honestidad y buen hacer. Un año de tratar de utilizar la DANA, para culpabilizar al gobierno central, a costa del dolor de las víctimas y de la dignidad de los valencianos. Un año de palmaditas en la espalda a Carlos Mazón, y de ovaciones, como el gran aplauso que le fue dispensado en el Congreso del PP en Valencia, con abrazos de los dirigentes nacionales. Un año en el que hemos tenido que escuchar: “Quiero darle las gracias (a Mazón) por el trabajo que está desarrollando”, Miguel Tellado el 12 de septiembre en Benidorm. Un año, y cuando llega el anuncio de la dimisión, Núñez Feijoo denuncia que Carlos Mazón ha sido objeto de una cacería, tratando de convertirle en víctima de la pérfida izquierda y las manipuladas víctimas. «Ignorar el mal es convertirse en cómplice de él», dijo Martin Luther King, sin conocer ni a Feijoo ni a Mazón.

                Carlos Mazón se marcha presionado por la sociedad valenciana, no por su partido, que lo ha sostenido durante todo este tiempo, cuando Núñez Feijoo se da cuenta de que la sociedad empieza a considerarle cómplice de Mazón, y esto puede afectar sus aspiraciones de verse en la Moncloa. Porque si no hubiera habido esta presión popular, hoy Carlos Mazón no habría dimitido, forzado por el miedo de Génova, y seguiría siendo el presidente más indigno de la historia de la Comunidad Valenciana.

                Sin embargo, lo más triste es que pase lo que pase a partir de ahora el mango de la sartén lo tiene VOX, al que ya están implorando desde Génova y Valencia. Porque el PSPV está desaparecido, desde que decidió tener un perfil bajo en todo este asunto, quizá por la falta de liderazgo de su candidata a presidenta o porque no le venía ni le viene muy bien abanderar la exigencia de unas elecciones, sabiendo que salen con un caballo perdedor. Parece que el PSPV ha apostado por prepararse para pasar, lo mejor posible, una larga travesía por el desierto que se habita cuando no se gobierna, en vez de asumir su deber de afrontar con decisión un roll de liderazgo, aunque esto pase por cambiar a la candidata a la Generalitat y presentar a los valencianos alguien capaz de dar la vuelta a la situación actual. Porque si no es así, Carlos Mazón habrá sido el mejor escudero de Santiago Abascal en la Comunidad Valenciana.          

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