sábado, 2 de julio de 2022

La OTAN y la inocencia perdida

 


En los años ochenta muchos clamamos contra la OTAN, incluso algunos votamos por no entrar. Éramos jóvenes felices e indocumentados, embebidos en la inocencia de una izquierda, que veía el mundo como un jardín de flores, incapaz de ver que el lobo siempre está al acecho. Éramos pacifistas que creíamos en la bondad de la humanidad, que yo no digo que esté mal, sobre todo cuando tienes veinte años y la vida no te ha hecho ver que hay mucho mamón suelto, dispuesto a vender su alma al diablo, para llevarse por delante todo aquello que entorpezca su narcisismo.

También había motivos para pensar que todo estaba cambiando. La llegada de Gorbachov al poder en la URSS en 1985, podía significar el fin del enfrentamiento entre el este de Europa y occidente. Además, nuestra ceguera eurocéntrica (esto es válido para la derecha y la izquierda) nos impedía ver que muchas cosas estaban cambiando y nuevos actores llamaban a la puerta reclamando una posición de valor en el reparto geoestratégico del planeta. Como así ha sido.

Vivíamos en un mundo muy distinto al actual. El de ahora,  con manadas de lobos pululando a nuestro alrededor, dispuestos a hincarnos el diente, a la primera de cambio. Lobos financieros; lobos belicistas; lobos de a Dios rogando y con el mazo dando; lobos políticos ahítos de poder.

Si algo he aprendido, muy a pesar mío, a lo largo de todos estos años, es que la seguridad es un valor fundamental en una sociedad democrática. Porque de nada sirve creer que vivimos en el mejor de los sistemas políticos posibles, si no tenemos defensa contra los lobos. A veces me pregunto si la OTAN y occidente, en vez de haber estado jugando a los barquitos durante estos años o al Monopoli con los oligarcas rusos, con su sátrapa a la cabeza, estaríamos en esta situación. El gran truco del diablo (digo esto como encarnación del mal) es que nos ha hecho creer que no existe, y en occidente pecamos un poco de flower power en este aspecto.

Nunca pensé que diría esto, pero la OTAN es hoy más necesaria que nunca, porque son muchos los que quieren acabar con nuestro modelo de vida, con todos sus fallos incluidos, y porque al final, Thomas Hobbes va a tener razón y el hombre es un lobo para el hombre, y solo una  buena barrera defensiva puede impedir que nos devore.   

 

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