Publicado en Levante de Castellón el 1 de diciembre de 2017
El arte tiene
una singularidad que lo hace eterno y esta es su globalidad, que podemos
definir en su atemporalidad y en su capacidad de saltarse fronteras, incluso en
momentos difíciles, cuando las naciones se encierran en sí mismas,
escondiéndose en un nacionalismo, que siempre acaba siendo perjudicial para sus
habitantes. La atemporalidad hace que hoy podamos disfrutar de obras que se
realizaron hace dos o tres mil años o mucho más, como es el arte levantino o
más lejano el magdaleniense. Con la atemporalidad recibimos un mensaje de otras
épocas, por esa capacidad que tiene el arte de hablarnos y trasmitirnos, desde
la belleza, conceptos culturales, filosóficos, históricos, etc. de su tiempo.
Como
decía, el arte no conoce fronteras. Podríamos pensar que es apátrida, a pesar
de los intentos de las élites gobernantes por sujetarlo a un estado/nación, en
sus intentos de construir una identidad. Sólo hay que aplicarle el principio de
atemporalidad, para que todos sus esfuerzos se vengan abajo. Por esa obsesión que
tiene el poder de controlar todas nuestras acciones, incluso en algunos casos,
hasta el pensamiento, el arte puede utilizarse como bandera contra la libertad,
lo que conduce a tratar de eliminar aquel que no es de su agrado, porque
respira libertad por sus cuatro costados. Hay muchos ejemplos que podríamos
ver, pero me gustaría hablar de uno, por la relevancia que va a adquirir a
partir del 1 de diciembre, hasta el día 28 de febrero de 2018, y que va a tener
como espacio el Museo de Arte Contemporáneo Vicente Aguilera Cerni de
Vilafamés, en adelante MACVAC.
En
el año 1971 se inaugura en Chile el Museo de la Solidaridad Salvador Allende (en
adelante MSSA). El museo parte de la idea del crítico español José María Moreno
Galván, que tiene como objetivo, que artistas del todo el mundo donen obras
como muestra de su apoyo al gobierno de Salvador Allende, en aquellos años fuertemente
atacado y, cada vez más rodeado, por el conservadurismo nacional e
internacional, con EEUU a la cabeza. Fruto de esta presión se produce el golpe
de estado de Augusto Pinochet en 1973 y se cierra el MSSA; menos mal que el
delirio fascista de los nuevos gobernantes no llegó a destruir las obras
albergadas en su seno y fueron dejadas en el cajón del olvido.
En
1975 se crea los Museos de la Resistencia y Museos Salvador Allende, que
vuelven a hacer un llamamiento internacional a los artistas para que donen
obras en apoyo al depuesto por las armas gobierno chileno de Allende. Las obras
que se donan no tienen una sede única donde albergarse y viajan por el mundo de
exposición en exposición. Igual sucede en España, hasta que en 1979 Vicente
Aguilera Cerni, crítico literario y fundador de MACVAC, acepta que un buen
número de obras queden depositadas en el museo de Vilafames.
La
vuelta de la democracia a Chile hace que en
1990 se reabra el MSSA, iniciándose una recuperación de las obras del
Museo de la Resistencia que están repartidas por el mundo. Y llegamos hasta
hoy, que el MACVAC hace la última entrega de las obras que ha tenido en
depósito durante estos años, inaugurando, para el evento, la exposición “Solidaridades”,
comisariada por Xavier Allepuz, que tendrá su alter ego en el museo chileno en
cuanto reciban las obras allí, después
de un formidable trabajo de colaboración entre los dos museos, que ha
conseguido elaborar un catálogo único para la exposición que se realiza en el
MACVA y que se realizará en el MSSA. Las obras han sido sometidas a un
minucioso trabajo de limpieza y restauración por Mayte Pascual, restauradora
del MACVAC, con la colaboración de Servicio de Restauración de la Diputación de
Castellón.
La
exposición cabe calificarla de única, porque tras su llegada a Chile, las obras
que muestra ya no se volverán a ver en España, por lo cual, a todo aquel que
sea amante del arte le convendría pasarse a verla. También habría que poner en
valor la importancia del MACVAC y su capacidad para ser uno de los mejores museos de arte contemporáneo de
España, que es decir mucho. Algo de lo que los castellonenses deberíamos
sentirnos orgullosos.
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