Publicado en Levante de Castellón el 15 de julio de 2016
En unos días se cumple el 80
aniversario del golpe de Estado que metió a España en una brutal guerra civil
de consecuencias, en ese momento, desconocidas, y hoy todavía pendientes de
esclarecer. No porque no se hayan escrito abundantemente sobre el tema todo
tipo de artículos, ensayos, tesis doctorales, novelas, obras de teatro, etc.;
ni el cine haya dejado de rodar películas, algunas de ellas estupendas. Sin
embargo, el tema a algunos les parece recurrente y cansino, quizá porque la
Guerra Civil, al igual que otros momentos de nuestro pasado, más allá del formato
de serial televisión, del tipo: “Cuéntame” o “Amar en tiempos revueltos”, les
importa bien poco.
Que está
insuficientemente estudiada, no es esta una apreciación personal, es que
todavía quedan muchos flecos, por no decir, cortinas enteras por analizar y
conocer. El velo de silencio que durante
décadas se impuso sobre la sociedad española por el franquismo, que trataba de
legitimar su ilegalidad como régimen político, ocultando el vergonzoso golpe de
Estado del 18 de julio de 1936, tras la parafernalia triunfalista de ser los
vencedores de una guerra que acabó, según ellos, con la amenaza del comunismo
(aquí cabían todos: comunistas, anarquistas, socialistas, liberales,
monárquicos antifranquistas, demócrata cristianos y republicanos a derecha e
izquierda que nunca se doblegaron a la ilegalidad de ese régimen), y la
masonería (nunca he sabido por qué los masones no entraban en el amplio bloque
de los comunistas, aunque algo se puede intuir), no colaboró, más bien al
contrario, a conocer por qué se produjo la barbarie de una guerra que enfrentó a
padres con hijos, hermanos contra
hermanos, vecinos contra vecinos y amigos contra amigos.
Pero también, la
Guerra Civil es una absoluta desconocida para las nuevas generaciones, porque
en La Transición hubo una intención deliberada de esconderla bajo algún pliegue
de la Historia, oficialmente para que no interfiriera en el discurso de la política de reconciliación nacional, que
se vertebró en la época. Aunque,
modestamente, he de decir que siempre he pensado que fue una imposición de la
derecha franquista en las negociaciones predemocráticas, para que no saliera a
la luz lo que ellos quisieran ocultar. Un acuerdo que no fue trivial, pues ha
tenido como consecuencia, no sólo que queda mucho por estudiar, sino que las
nuevas generaciones tengan un programa curricular en donde la Guerra Civil es
una anécdota, a la que nunca se llega
por falta de tiempo.
Este déficit
de conocimiento ha conducido a que el debate sobre aquellos acontecimientos
siga estando, en muchas ocasiones, excesivamente ideologizado, y ya saben
ustedes que cuando una discusión se lleva a cabo entre posiciones fuertemente
polarizadas por trincheras ideológicas, es difícil que llegue a alguna
conclusión. Y además, desde sectores extremos, se utilizará como arma
arrojadiza contra el que piensa diferente, impidiendo que los temas más
delicados se puedan abordar con perspectiva histórica y reparación de los
damnificados, sin dedos acusadores, que debe ser una obligación moral de toda
democracia que se digne de serlo.
Por eso, es de
agradecer la iniciativa de la Diputación de Castellón de organizar un ciclo
para debatir y, espero que aprender, sobre: “La
Guerra Civil Española. Ochenta años
más tarde”, título del ciclo, que es una acierto y espero que sepamos
aprovecharlo. El conocimiento del pasado tiene que servir para no repetir los
mismos errores, sino es así, no habremos aprendido nada de la historia, claro
que esto no nos debe extrañar, si la historia no se enseña en las escuelas, ni
se estudia con profundidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario