Foto: autor desconocido
Publicado en Levante de Castellón el 3 de Julio de 2015
Al nuevo presidente de la
Generalitat Valenciana le he conocido con el nombre de Ximo, y ahora, bajo el título
de Molt Honorable, creo que va a seguir siendo Ximo, porque es un hombre de
trato afable, aunque ha de tener cuidado, porque los oropeles del poder acaban
levantando rejas que aíslan y distancian al poderoso, alejándole de la
realidad, y sobre todo, ha de cuidarse de aquellos aduladores que sólo tratan
de mantener sus privilegios a costa de ensalzar y vanagloriar al rey. Es de
esperar de Ximo Puig, hoy alzado a la más alta dignidad de la república (lo
pongo con minúscula porque me refiero a la cosa pública, no a un sistema de
gobierno) valenciana, siga con los pies en su tierra morellana, y que la
sabiduría que dan las alturas y el frío, alejen de él a lisonjeros y zalameros.
Dicen
que Ximo Puig tiene un sueño, el de convertir la Comunidad Valenciana en la
Finlandia del Mediterráneo. No sé si será cierta esta utopía de convertir el
Levante peninsular en una tierra de progreso, culta y justa en la distribución
de la riqueza. Aunque con eso nos conformaríamos, que en Finlandia hace mucho
frío y las noches son muy largas. Pero es un
buen sueño, una quimera por la que merece la pena trabajar y luchar,
después de tantos años de vivir en la Ínsula de Barataria, con gobernadores que
sólo pensaban en zampar, holgar y echarse al bolsillo lo que no les pertenecía.
Aunque no le va a ser fácil, ni a él ni a su gobierno. Muchos son los enemigos
que se le van a cruzar en el camino, y no precisamente se va a topar con
molinos, aquellos son gigantes de los de verdad, duros de roer y con otro sueño
no menos poderoso: enriquecerse a costa de los demás, sin cortapisas ni
caballeros andantes que se interpongan en su camino.
De
hecho ya antes de empezar a gobernar los tambores de guerra han empezado a
sonar desde las tierras lejanas donde reside el gobierno central. Montoro, el
hombre/ministro que se creyó custodio/propietario de los dineros del Estado,
avisa que el grifo de la financiación autonómica se ha cerrado. Es decir,
muerte por asfixia hasta las elecciones generales, por lo menos, no vaya a ser
que cunda el ejemplo de que otra política es posible, y las huestes de Génova caigan derrotadas como
en la batalla de las Navas de Tolosa, la unión de los reinos cristianos acabó
en 1212 con la hegemonía musulmana en el sur peninsular. Pero también ha de
cuidar sus propias filas, muy proclives a enzarzarse en discusiones bizantinas
que no aportan nada al progreso de los valencianos. Nada nuevo que él no sepan
de la izquierda y sus peleas cainitas.
Pero
para empezar la cosa pinta bien. En el discurso de toma de posesión del domingo
pasado como President de la Generalitat, Ximo Puig ha estado a la altura de un
buen estadista, dando síntomas de que muchas cosas van a cambiar bajo su
presidencia, con ideas claras y fáciles de entender, y un concepto de la
democracia sustentado en el estado de bienestar, la igualdad, la cultura y la
justicia. Frases como “recuperación del poder por parte de los ciudadanos” o
“un gobierno al servicio de las personas”, son muestras de que el nuevo
gobierno valenciano va en serio y se ha tomado a pie juntillas el mandato que
los ciudadanos le han dado en las urnas. No es baladí que el nuevo presidente
de los valencianos nos anuncie que su gobierno va a estar presidido por la
regeneración ética, la lucha contra la desigualdad, una cultura potente y un
nuevo contrato social que modernice la educación, la sanidad y los servicios
sociales. Y lo mejor de todo es que es un presidente creíble, por parecer
honesto, que en sus primeras intervenciones está llegando a la gente, no sólo a
los valencianos, de otras latitudes peninsulares me han llegado ecos de que les
gusta ese Ximo Puig.
De
la investidura, aparte de lo dicho y el magnífico discurso del President, saco
tres conclusiones. La primera es que posiblemente la convivencia entre PSPV y
Comprimís no va a ser fácil, pero hay una voluntad de meter a los valencianos
en la senda del progreso, que va más allá de las disensiones partidarias. Y he
de decir que me ha gustado mucho ver a Mónica Oltra junto al President, saludando
en la calle, lo que manda una señal de fortaleza que es más necesaria que
nunca, para hacer frente a los embates
que va a recibir este gobierno desde la derecha en su conjunto. La
segunda, es que hay que reconocer el exquisito comportamiento del expresident
Alberto Fabra, elegante y con gran talente democrático, en todo este proceso, y
el traspaso de poderes que le hizo a Ximo Puig el domingo, muy alejado de las
bravatas y mala educación de otros y otras dirigentes del Partido Popular en la
Comunidad Valenciana y otras geografías. Alberto Fabra ha demostrado cómo debe
ser la derecha civilizada y demócrata que esta sociedad necesita. La tercera
conclusión tiene que ver con Podemos. A mi juicio se han equivocado de
estrategia al no entrar en el Consell valenciano. Los tacticismos electorales
no casan muy bien cuando hay que arrimar el hombro para avanzar en democracia e
igualdad, y su entrada en el gobierno les habría posibilitado estar en la
primera línea del cambio. Las sociedades se cambian cuando se gobierna, no
estando en la oposición. Además, cuando los electores votan a un Partido lo
hacen para que gobierne, no para que se mantenga en la oposición por razones
tácticas o de pureza ideológica, cuando tienen oportunidad de hacerlo. Creo que
Podemos no ha estado a la altura de lo que pedíamos los ciudadanos y se le va a
echar de menos, el domingo ya se le echo de menos. Escudarse en garante del Pacto
del Botánico es tratar de disimular la invisibilidad que da la oposición. Y si
el cambio en la política valenciana va adelante, lo pagarán en las próximas
elecciones, pues ellos solamente habrán participado como invitados.
Quiero
creer que si el President sigue siendo Ximo, no me cabe la menor duda de que el
futuro de los valencianos y valencianas va a ser mucho mejor, y que la
Comunidad podrá recuperar aquel otro viejo sueño de ser unas de las regiones
más prósperas de España. Sueño que se truncó cuando los que llegaron a la
política para enriquecerse, colonizaron el levante peninsular.
Ximo
Puig ha hecho suyas las palabras Jaime I: “Amar y proteger a todas las personas
y el pueblo, hacer reinar la justicia, y velar para que los grandes no opriman
a los pequeños”. Si ese es el camino “Benvingut al nou president”. Y si no,
“que la nación se lo demande”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario