viernes, 25 de febrero de 2022

Putin, el gran valedor de la extrema derecha europea

 


Nos pensábamos que ya habíamos vivido todo lo malo que nos tocaba por vivir. Que la pandemia era nuestra cuota de desgracias a la historia, y nos hemos equivocado. Nos quejamos, protestamos, nos enrabietamos por las restricciones de la pandemia, incluso, permitiéndonos el lujo de gimotear porque nuestras libertades (traducido a la sociedad actual: el impedimento de hacer lo que nos salga de las narices) están siendo coartadas. Pero nos equivocamos. Siempre hay algo peor y nada más terrible que una guerra a las puertas de casa, provocada por un fascista con sueños imperiales. Como aquella canción tan querida por el fascismo español, Montañas nevadas:

«La mirada clara, lejos,

y la frente levantada.

Voy por rutas imperiales

Caminando hacia Dios.»

No es una broma lo que está pasando y ahora sí que pende sobre nuestras cabezas una amenaza trágica, con el fascismo en ascenso en Europa, que solo necesita un poco de gasolina, para volver a transitar por rutas imperiales. O acaso es casualidad que todos los dirigentes fascistas de Europa, incluidos los de Vox, sean aprendices de Putin, teniendo en él una referencia para acabar con la democracia. Él y Donald Trump, que hace un par de días ha calificado de maravillosa la estrategia del ruso en Ucrania.

Putin es un sátrapa peligroso, con armas nucleares, que quiere volver a posicionar a Rusia en el tablero de potencias internacionales, algo que ya no es, y para ello no tiene, como se está viendo, empacho en provocar una guerra y amenazar con un sufrimiento indescriptible.

Estoy preocupado, muy preocupado, porque ahora mismo nada nos garantiza que el conflicto no se pueda extender, ni en qué medida nos va a afectar. Ni como el capitalismo mundial va a aprovechar la situación para ajustarse después de dos grandes crisis. Y porque además, la única solución posible fuera de la guerra a este conflicto la tiene China, que de momento se está frotando las manos.

Sostiene Putin que invade Ucrania porque es un país nido de neonazis protegidos por el Estado, entre otras excusas de mal pagador que está ofreciendo. Realmente desconozco ese dato, pero no creo que sea tan relevante como para invadir un país soberano. Pero si realmente es cierto, por qué no invadió Italia cuando gobernaba Salvino o lanza un ataque contra Hungría o Polonia, centros del nuevo neofascismo europeo; también podía haber invadido Grecia por consentir que Amanecer Dorado campara a sus anchas por el país. Incluso Francia, Alemania o España, todos ellos con un creciente a aumento de los partidos fascistas. No cuela, sobre todo en un personaje que tiene como asesor a uno de los principales pensadores del fascismo europeo Aleksandr Dugin y lleva años apoyando a partidos de ultraderecha en Europa como UKIP británico, el PND alemán o el Frente Nacional francés. En el caso de España no tengo datos, pero si no lo están haciendo ya, no es porque no lo quieran Abascal y sus correligionarios, sino por falta de interés del ruso. Una extrema derecha europea ahora desconcertada, que trata de desmarcarse de quien les ha estado alimentando durante años, o lo que es peor para ella, despechada al darse cuenta de que a lo mejor les ha estado utilizando para desestabilizar las democracias europeas. Y me van a perdonar los puristas de la democracia, pero de momento, no conozco otra mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Las víctimas del franquismo, una piedra en el zapato de la derecha democratica

  El 21 de mayo de 1940, fueron fusilados por el gobierno de Franco junto al Riu Sec de Castellón, a la entrada del cementerio, el alcalde d...