La familia Pujol se ha beneficiado,
durante décadas, del pacto que hizo, en nombre de Cataluña, con el Estado, por
el cual ellos y su Partido CIU podían robar todo lo que quisieran, mientras
metieran en el cajón de las utopías la independencia de Cataluña. Y robar, han
robado y mucho, tanto que puede acabar todo el clan en la cárcel. Su problema
viene cuando se dejan llevar por la veleidades independentistas y el
centralismo español, tan franquista él, les pasa la factura por si osadía, y
empieza a caerles todo el peso de la Ley que hasta entonces les había permitido
espoliar las arcas públicas catalanas y españolas.
Pero ahora, al nacionalismo corrupto
español les viene estupendamente la familia Pujol. No porque se haga justicia
con tanto ladrón de cuello blanco, que a fin de cuentas sería como darse
latigazos en sus propias espaldas, sino porque, que se han convertido en la
excusa perfecta para desviar la atención cada vez que salta un caso de
corrupción en la calle Génova. Qué curioso, que justo cuando los escándalos de corrupción
del PP y sus santos barones echados el monte de Suiza, está copando todos los
medios de comunicación, empiecen a encarcelar a los Pujol, para alivio de
tertulianos derechones que ya tienen de qué hablar sin tener que mirar al
techo, para no acusar a la mano que les da de comer.
Una última cosa. ¿Por qué a los Pujol se
le acusa de organización criminal y a los corruptos madrileños, con Ignacio
González a la cabeza, no? ¿Qué diferencia hay entre robar en Cataluña como una
mafia y hacerlo en Madrid como otra mafia? ¿Estaremos ante una pelea de
mafiosos, o es cierto que desde la calle Génova se dictan órdenes para torcer
la justicia a su favor?
Otrosí. ¿Por qué la oposición, que tiene
mayoría en el Congreso no pide ya la reprobación de los ministros de Justicia,
Interior y Hacienda, salpicados, de una manera y otra, por ser consentidores de
los corruptos, y la facilitan a Rajoy la remodelación de gobierno que no se
atreve a hacer?
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