Imagen: Giulia Lama
Publicado en Levante de Castellón el 17 de febrero de 2017
Finaliza PODEMOS su Congreso,
Asamblea en la jerga de la nueva política, y todo sigue igual; nada ha quedado
claro, a pesar de la aparente victoria del modelo pabloiglesias y la derrota,
sin aplastamiento, del modelo, iñigoerrejón. Porque aquí, salvo que los anticapitalistas
han quedado reducidos a ascuas por el incendio dual atizado por el resto de
dirigentes y militantes en redes sociales, recomponer la unidad del Partido se
barrunta una tarea muy difícil, que va a necesitar de un moderador con mucha
mano izquierda, y no precisamente de la que se hace gala en PODEMOS.
Hemos
visto como el mesianismo cainita tan apegado a la izquierda ha vuelto a
desintegrar las esperanzas de muchos miles de personas, que habían depositado
su confianza en una formación que se presentó como la auténtica alternativa de
cambio en España. Hemos escuchado gritos de ¡Unidad!¡Unidad!, como si la unión
de la “gente”, antiguamente “clase obrera” , fuese un maná divino caído del
cielo, capaz de aunar las voluntades de todos, sin más dialéctica, en el camino
hacia la victoria final. Y hemos visto como, al igual que en el pasado, la
izquierda sigue siendo una sucesión de enfrentamientos internos, capaces de
destruir cualquier intento de alcanzar el poder, y cuando lo han conseguido, el
látigo de la fraternidad ideológica no ha tardado en fustigar a todos los
hermanos díscolos del pensamiento oficial (aunque en descarga de ella, lo mismo
sucede en la derecha, cuando se trata de atrincherarse en el poder)
La
realidad es que PODEMOS sale de Vistalegre con heridas profundas y con algunos
acerados militantes dispuestos a que no se cierren e infligir un duro castigo,
digno del mejor centralismo democrático, a los que ellos consideran traidores a
sus ideas. Es tanto el egocentrismo de cierto izquierdismo que no pueden
soportar que alguien les lleve la contraria. Hay tanto mesías dispuesto a
redimirnos de nuestros pecados; tantos inveterados activistas que se han
dedicado en las redes sociales a destruir a sus otrora lideres incuestionables,
que toda esperanza construir una sociedad más justa, igualitaria y honesta, se
puede hundir como un castillo de naipes. A no ser que la cordura se imponga y
lo que no se ha conseguido coser antes de Vistalegre, lo empiecen a tejer ahora
con todo el cariño del mundo y respeto que deben a esos cinco millones de
votantes que confiaron en ellos. Habrá que ver cómo digieren todo esto, en un
tiempo en el que ya asoman los preparativos de listas electorales, para las
elecciones que se avecinan.
Tampoco está
mejor la otra izquierda, no exenta de conflictos internos y mesías dispuestos a
salvar los restos del naufragio. Curiosamente aquí, quienes se ofrecen como
solución a los males que padecen, son algunos de los mismos que han provocado
el destrozo. Con lo cual, es posible que el fuego se avive más después de
mandar a un cuerpo de bomberos con mangueras de gasolina. Es el mismo guion que
en PODEMOS, peor, si me apuran, porque aquí los vicios y mochilas del pasado
son enormes, tanto que nadie se plantea mandar a casa, sin exclusión, a todos
los actores de ese Titánic que se empezó a hundir en los últimos años del
gobierno de Zapatero, y renovar dirigentes capaces de rediseñar un PSOE del siglo
XXI, lejos de los modos y los agrietados líderes del siglo pasado.
El asunto es que tanto cainismo
en la izquierda, por mucho que estemos acostumbrados a ello, no deja de ser
cansino y poco eficaz, en un mundo que exige soluciones sin mirar quién las
ofrece. El tiempo de las grandes adhesiones ideológicas ha pasado a la
historia, por lo menos en la actualidad, y ver cómo la izquierda pone más
énfasis en despedazarse entre ella por dentro y por fuera, que en combatir al
unísono los males que aquejan esta sociedad, produce sonrojo y desazón. Mientras, la
derecha sigue su camino triunfal, quizá gracias a la unidad que da el pegamento
del poder o porque ahora no necesitan ningún mesías que les saque de apuros,
asomándose a un horizonte despejado de obstáculos, que han sido barridos por la
estupidez fratricida de la izquierda., que como Saturno no para de devorar a
sus hijos.
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