Publicado en Levante de Castellón el 18 de Marzo de 2016
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los
hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que
encierran la tierra y el mar; por la libertad, así como por la honra, se puede
y debe aventurar la vida”. Con estas palabras, Cervantes, por boca del
personaje literario más famoso de la historia, le explica a Sancho y por ende a
todos nosotros, que por los valores fundamentales que dan sentido a la vida de
la humanidad: la libertad y la honra (léase dignidad), y por su defensa, merece
la pena aventurarse a los más grandes peligros, como la pintoresca pareja hizo
en pos de alcanzar la utopía, en forma de ese amor platónico, que era Dulcinea.
La
humanidad se ha batido a lo largo de su existencia entre defensores y
detractores de estas: honra y libertad. Entre aquellos, que para alcanzar el
poder y la riqueza no han tenido escrúpulos de perder la honra y sacrificar la
libertad de los demás, mediante engaños o directamente utilizando el palo,
porque es en este abuso del control de la libertad ajena, y aquí conviene no caer en la tentación de separar libertad
individual de libertad colectiva, donde se fundamenta la deshonra de los
poderosos, para espoliar a la sociedad de lo que le pertenece. En el otro lado
han estado los que han librado una batalla sin tregua por alcanzar la libertad,
que no se puede entender sin honra y sin reparto de la riqueza. Muchos ejemplos
hay a lo largo de la historia de ambos bandos, que nos ilustran sobre cómo han
ido evolucionando las relaciones entre lo que otro Quijote llamado Carlos Marx denominó
como lucha de clases. Sí, porque, aunque pueda parecer que los luchadores por
la libertad y la honra estén más cerca de asemejarse a don Quijote, por luchar
en busca de utopías que las han enfrentado al poder, a veces con resultados
quijotescos, lo cierto, es que la humanidad ha ido avanzando en la mejora de la
calidad de vida de sus habitantes. Aquí es donde reside el gran triunfo de los
quijotes que en mundo ha habido, embarcados en la aventura de buscar la honra y
la libertad.
Desgraciadamente,
en la actualidad, corren malos tiempos para el Quijote. El engaño se ha
instalado como moneda corriente en las relaciones del poder con la sociedad. Un
engaño que se fundamenta en el control de la libertad, mediante leyes
restrictivas de esta, y unos medios de comunicación que han perdido la esencia
del periodismo, al convertirse en empresas participadas por capital ajeno al
rigor informativo y el análisis reflexivo y contrastado de la noticia, para
pasar a ser el brazo armado mediático del poder, ya sea este económico o
político, o de ambos, con el único fin de preservar, aún a costa de la honra y
la libertad, sus intereses y sus privilegios.
En España
estamos viviendo esta situación de tergiversar la realidad, manipular la
información y ocultar la verdad, como nunca antes se había visto. No es ajeno
esto a los tiempos de cambio que corren, que tienen como uno de sus principios
acabar con la deshonra de una clase política y económica que ha infectado el
país de corrupción y desigualdad, y restablecer la libertad como fuente de
convivencia y reparto de la riqueza. A diario podemos ver cómo los grandes
medios lanzan campañas de desprestigio contra aquellas fuerzas de izquierda que
no entran en el juego del reparto del poder que el establishment tiene
establecido. Cuando no se les vincula con el terrorismo, da igual el que sea,
se inventan investigaciones policiales contra sus dirigentes por corrupción o conexiones
con el eje del mal, que les utiliza para blanquear dinero. Sus crisis internas,
que haberlas haylas, son aireadas con portadas de telediario y sesudos análisis
tertulianos, con él único fin de hacernos creer que esos chicos irreverentes no
son de fiar. Mientras, con nocturnidad y alevosía, ocultan o excusan las
relaciones vergonzosas de los reyes con corruptos amigos del alma, para que la
institución monárquica siga tan impoluta, como nos han querido hacer ver
durante cuarenta años; o impulsan hasta los altares a fuerzas que han creado
ellos con el único fin de contrarrestar el auge de quienes consideran lesivos
para sus intereses. Menos mal, que en el bando de la aventura quijotesca por la
honra y la libertad, están surgiendo nuevos medios, sin tanta tutela del poder,
que se van haciendo un hueco en el periodismo libre, gracias a las nuevas
tecnologías que les hacen menos dependientes de quienes acumulan la mayoría del
capital económico.
Otro instrumento que están utilizando los enemigos
de la honra y la libertad, es la educación. Sorprende la rapidez con que las
humanidades están desapareciendo de los sistemas educativos en el mundo. En
España, aunque acelerado por el gobierno de Rajoy y su nefasta Ley Wert, que ha
puesto la educación del país al servicio del neoliberalismo imperante, ya era
un proceso que venía imponiéndose de años atrás –la reforma educativa del gobierno
de Zapatero, redujo drásticamente las hora de clase de las asignaturas de
humanidades y sociales, convirtiéndolas en optativas, en un sistema que
premiaba y premia, las asignaturas de
ciencias, poniendo la educación al servicio del sistema productivo y no como
instrumento de formación de la inteligencia del país-. Además, la introducción
del sistema de Bolonia en la universidad ha convertido los estudios superiores
de humanidades en una quimera, casi imposible de superar.
Tristemente,
de seguir así, el Quijote dejará de enseñarse en las escuelas. La novela más
grande de la literatura mundial corre peligro, no parece ser del agrado de los
que administran el poder, empeñados en un sistema educativo discriminatorio en
función de la riqueza, que sólo pretende crear mano de obra barata al servicio
de la mano de obra cualificada, a la que cada vez menos estudiantes pueden
acceder. Pero también porque el Quijote esconde una gran verdad: la de que por
la libertad y la honra se puede y debe aventurar la vida, y eso no está bien
visto entre quienes manipulan nuestras vidas y quieren manipular nuestras
conciencias.
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