martes, 8 de marzo de 2016

8 de Marzo de 2016. La desigualdad de género avanza

                                                                                               Imagen: Autor desconocido
El 8 de Marzo, se está convirtiendo en el día de la Marmota. Todos los años se hacen las mismas declaraciones, los mismos programas en los medios y los mismos comentarios. Parece como si la igualdad de género hubiera entrado en un bucle de difícil salida, que se retroalimenta de su propia impotencia. Es más, en los últimos tiempos podemos decir sin rubor que las cosas han ido a peor, a mucho peor, y que los comportamientos del poder y la sociedad en su conjunto son mucho más machistas.  Hay un fracaso clamoroso en la educación del que no es ajena la supresión de la asignatura Educación para la Ciudadanía, un intento loable para ir educando en valores como la igualdad, la tolerancia, la libertad y el respeto a los demás. Temas, que a la derecha meapilas del país, les parece escandalosos, de ahí esa campaña que organizaron para acabar con la asignatura, pues no pueden soportar que las mujeres abandonen el papel que les ha asignado la Biblia de parteras sumisas al cuidado y vigilancia de sus maridos. Lo dicen constantemente obispos o alcaldes de la derecha ultramontana del país, y no pasa nada. Aquí entras en una herriko taberna  y puedes ir a la cárcel, pero si prácticas ese otro terrorismo que existe hoy en España de dar alas al machismo intolerante que alimenta la violencia de género, no hay porque preocuparse, a fin de cuentas, estamos hablando de mujeres, esas lloronas calladas, según el ayuntamiento de Bigastro.
                Ningún poder hace nada. Ni siquiera que se cumpla la Ley. El 74% de las empresas españolas, incluida las administraciones públicas, incumplen la Ley de Igualdad. Y no se trata sólo de si las mujeres están en los Consejos de Administración, o en los equipos de dirección. Eso está bien reivindicarlo, pero que no sea una cortina de humo para ver ocultar otras realidades muy diferentes, como que el paro femenino ya ha superado el 50%, o que los salarios sean un 20% inferiores a los de los hombres –decía un estudio publicado hace unas días, que las mujeres trabajan gratis desde el mes de septiembre, comparando sus sueldos con el de sus compañeros masculinos-. Pero también se extiende la feminización de la precariedad laboral, los contratos a tiempo parcial, que afectan sobre todo a las mujeres, con jornadas a tiempo total, y la condena a realizar los trabajos menos valorados socialmente.
                Todas estas actitudes, que reducen a la mujer al papel del comparsa en una sociedad masculinizada, se están acrecentando en los últimos tiempos, y transmitiendo valores de desigualdad y posesión, o de pertenencia, que han provocado el aumento de los micromachismos, o el machismo, sin más, que los jóvenes están ejerciendo sobre sus compañeras, traducido en un control excesivo a través de las redes sociales, que muchas veces acaba en violencia de género. Algo de lo que todo el mundo se escandaliza, pero que nadie hace nada por remediarlo. A veces me pregunto ¿Si la ETA hubiese matado en esta legislatura a 213 personas, como mujeres asesinadas hay por violencia de género, qué habría sucedido? ¿Por qué las víctimas de la violencia de género no tienen la misma consideración que las víctimas de ETA? ¿Por qué no tienen tratamiento de víctimas, con todas las de la Ley, las mujeres que sufren esta violencia? ¿Están el gobierno y la clase política en general, satisfechos con los resultados de sus políticas sobre la violencia y la desigualdad de género? Si no es así, ¿por qué no las cambian?

                No hay motivo este 8 de Marzo para celebrar nada, pues hemos retrocedido en un problema de los más graves que tiene la sociedad española, y todos: gobierno nacional, gobiernos autonómicos, parlamentos, partidos, medios de comunicación, sistema educativo, sistema judicial, Iglesias distintas, empresas, sindicatos, trabajadores, etc…, en definitiva, hombre y mujeres, tenemos la culpa. Ya va siendo hora de acabar con esta lacra, que nos debería avergonzar como sociedad, pero que parece ser no es así.

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