martes, 29 de abril de 2025

Un país sin apocalipsis

 


Casi todo va bien. El país ha resistido y subsistido a la distopía de un apagón generalizado de electricidad y lo ha hecho gracias a la buena voluntad que tenemos los españoles para enfrentarnos a las adversidades, que en los últimos años son ya unas cuantas. Llevando la contraria a muchas series de televisión y películas, hemos salvado la distopía con dignidad. Me acuerdo de una serie que vi hace poco, interpretada, magistralmente, por Robert de Niro: Día cero, en la que un apagón generalizado en EEUU, que no duró más de unos minutos, sembró el caos en todo el país, muy a la americana, con disturbios, saqueos y el fin del mundo llamando a la puerta —¿Por qué estos americanos de USA son tan apocalípticos, que cualquier distorsión de su vida los pone al borde de la desaparición?—. El asunto, más allá de esta digresión, es que en España, el apagón no ha provocado el apocalipsis, a pesar de que a algunos, abonados a lo de cuanto peor mejor, les hubiera gustado, para lo que ustedes ya saben.

Lo cierto es que la sociedad española y portuguesa se han comportado como sociedades avanzadas, europeas del sur, que valoramos la vida como un bien común y necesario, a pesar de los inconvenientes que un apagón generalizado como el de ayer pueda provocarnos en nuestra vida particular. Somos resilientes y creemos en el papel del Estado, de las instituciones como garante de nuestra seguridad y nuestro bienestar. Por eso, situaciones tan desconcertantes como la de que el país se quede a oscuras, sin agua en muchos casos, sin internet, sin transportes, sin redes sociales (esto sí que ha sido una prueba de fuego, que nos ha demostrado que es posible vivir sólo con una pequeña radio de pilas, para sentirnos comunicados con el mundo), sin televisión y sin la ansiedad que nos provocaría estar frente a una pantalla buscando explicaciones, como la de que todo es culpa de los alienígenas, nos ha situado ante el espejo en el que hemos podido ver que ni somos tan tontos ni tan dependientes ni tan insolidarios ni estamos abducidos, por vaya usted a saber qué.

El país ha funcionado sin desorden, en un momento muy delicado de crisis y eso es lo importante, que hemos sabido comportarnos como ciudadanos y ciudadanas responsables. Queda pendiente saber qué ha pasado, para tomar las medidas que impidan que vuelva a suceder. Somos una sociedad robusta, moderna, europea, solidaria, con unas instituciones que funcionan en la adversidad. Sólo falta que nosotros nos lo creamos. 

domingo, 27 de abril de 2025

La nueva Feria del Libro de Castellón


Por primera vez en muchos años Castellón tiene una Feria del Libro digna y respetuosa con escritores/as, lectores/as, librerías y mundo del libro en general. Espero que atrás quede el tiempo en el que la Feria del Libro era un baratillo, donde lo más importante era la caja de las librerías participantes, en esa suerte de mercado persa que organizaban, y los escritores/as éramos figurantes en una función absurda.

Afortunadamente, la Feria del Libro de este año ha apostado por la literatura, la cultura, el respeto a los autores y autoras, a los lectores y lectoras y, también, por la revitalización del negocio de librerías y editoriales. Estamos, por tanto, de enhorabuena quienes de una manera o de otra formamos parte de ese mundo literario en Castellón, que, por extensión, engrandece la cultura en la ciudad. Y sería deshonesto si no reconociera que en el centro de todo este cambio se encuentra el Ayuntamiento de Castellón, que es el impulsor de la nueva Feria, apostando, y me consta que con un gran esfuerzo, desde la Concejalía de Cultura por hacer realidad un evento cultural, que si se sostiene en el tiempo y se dota del presupuesto adecuado, va a dar muchos años de gloria literaria a la ciudad y sobre todo a los lectores y lectoras que habitan/habitamos en ella.

 


domingo, 13 de abril de 2025

El poder de los bulos en la historia

         

    Las fake news, los bulos, las noticias falsas, no son un fenómeno actual orquestado para desestabilizar gobiernos, desprestigiar ideologías, destruir personas o aupar autócratas, reyes o gobernantes al poder. Siempre han existido y se han utilizado profusamente a lo largo de la historia. El problema al que nos enfrentamos actualmente es que la redes sociales difunden a la velocidad de la luz esos bulos y encuentran un altavoz que se puede escuchar en el mundo entero, para solaz de descreídos, fanáticos, ignorantes y negacionistas de todo pelo, que haberlos los ha habido siempre. 

                Cuando hablo de bulos en la historia no me estoy refiriendo, solamente, a la falsificación de los acontecimientos que desde diferentes ámbitos del poder, ya se económico, político, social o cultural se han hecho para ofrecernos una visión del pasado que encajara con los intereses de esos grupos de poder. Por ejemplo, uno de los bulos más extendidos por el nacionalismo español y a la sazón por todos aquellos que se benefician de él, es el de que los Reyes Católicos fueron los que unificaron España como una nación. Nada más falso, pero este es un asunto que trataremos otro día. Aunque como anticipo hay que decir que ningún rey en la península Ibérica, desde la Edad Media hasta que llegaron los borbones, tuvo como título ser rey de España. El propio Felipe II era, entre otros títulos, rey de Castilla (con todos sus territorios, incluidas las Indias), Aragón, Flandes, Franco-Condado, Nápoles, Sicilia, Milanesado, Portugal, etc., etc., etc. Como bien escribe Manuel Tuñón de Lara en su Historia de España, en el volumen V: «La España de los Austrias, lo mismo que la de los Reyes Católicos, no tiene unidad política. Es un conjunto de territorios (reinos, condados, principados señoríos…), que conservan su fisonomía propia (sus instituciones, leyes, régimen fiscal, moneda, aduanas, lengua…) y sólo tienen una característica común: la de ser gobernados por el mismo soberano». Sin embargo si usted entra en internet o lee libros poco rigurosos en este aspecto, aparecerá como Rey de España. Este es un ejemplo de cómo la historiografía ha ido amoldando la historia para justificar o ensalzar, falsamente, la grandeza nacionalista o la de las élites que la sustentan.

                Sin embargo, los bulos también existieron en la época, para conseguir fines no siempre honestos, pero que tuvieron un impacto relevante en la historia. Hablemos de cómo se hizo con la corona Isabel I, hija de Juan II y hermana de Felipe IV, todos ellos de Castilla. No me voy a referir a las turbulencias palaciegas y las guerras civiles en las que estuvo sumida Castilla hasta que Isabel alcanzó el trono. Ni me referiré a los derechos dinásticos, que según algunos historiadores, pertenecían a Juana, hija de Enrique IV, denominada “La Beltraneja”. El gran bulo se armó en el origen de todo este conflicto, cuando una parte de la nobleza se posicionó en contra del rey, Enrique IV, y en favor, porque así convenía a sus intereses, de los hermanos de padre: Alfonso, primero y, muerto este, Isabel.

                Una parte importante de la nobleza castellana nunca aceptó su pérdida de influencia ante Enrique IV, que lo consideraban un rey pusilánime, incapaz de defender sus intereses y privilegios, sobre todo, después de que éste hubiera nombrado como valido a Beltrán de la Cueva, un hombre de baja nobleza, que entró de paje en la corte y alcanzó las más altas cotas de poder en el reinado. Además, Enrique IV fue un rey tranquilo, poco dado a las hazañas bélicas que tanto gustaban a la nobleza, culto, sensible y más aficionado a las artes que a la espada. Con estas mimbres, sus enemigos optaron por la vía del descrédito, para quitarse de en medio, por una lado a Beltrán de la Cueva y por otro, obligar al rey a tener que pactar con ellos el gobierno de Castilla, recuperando su posición en la Corte.

                Cómo en aquella época, hablamos de mediados del siglo XV, el rey era un ser intocable y hacía impensable un ataque directo contra su persona, se inventaron el bulo que tuvo como resultado el ascenso al trono de Isabel I. Y atacaron por donde más daño podían hacer y más se extendería el chisme entre la población, tan dada, en todos los tiempos, a creerse lo que les resulta más fácil de entender. Enrique IV no tuvo descendencia con su primera esposa Blanca de Navarra; se le acusó de ser impotente, presa de un maleficio. En 1451 el obispo de Segovia, Luis Vázquez de Acuña, decretó nulo el matrimonio al no haber tenido descendencia. Sobre el asunto de la impotencia del rey, hubo prostitutas que declararon que de impotente nada, aunque eso nunca sabremos si es verdad. Pero la semilla del mal ya estaba sembrada y la supuesta impotencia del rey, por maleficio o no, fue el detonante del gran bulo posterior.

                Enrique IV se casó en segundas nupcias con Juana de Portugal, en mayo de 1455, mujer con la que siempre había deseado casarse y no con Blanca de Navarra, a la que nunca quiso y detestaba, según algunos cronistas. Unos años después, en 1462, nació su hija Juana, lo que vino muy bien a la nobleza contraria al rey, para difundir el bulo a cerca de que si Enrique IV era impotente, no podía tener descendencia, por lo que Juana no era su hija, sino de Beltrán de la Cueva y Juana de Portugal. El bulo de la impotencia del rey y la bastardía de su hija Juana, se propagó en favor de los intereses de la nobleza que era partidaria de traspasar los derechos de la corona a Alfonso, un adolescente maleable y asustadizo, hermano paterno de Enrique y materno de Isabel.

                Aunque Juana fue nombrada Princesa de Asturias, la nobleza enemiga de su padre no aceptó sus derechos y en claro golpe contra la monarquía montó la farsa de Ávila, donde se nombró rey de Castilla a Alfonso en 1465, provocando un conflicto sucesorio de gran magnitud, que derivó en un enfrentamiento a campo abierto entre la corona y la nobleza, teniendo como máximo exponente la batalla de Olmedo en 1467, que más allá de las discrepancias sobre quien la ganó, eso va según los bandos, lo que nos hace sospechar que no la ganó nadie, dejó las espadas en alto. Pero en 1468 muere Alfonso y Enrique consigue recuperar el trono, dando paso a una guerra civil que enfrentó a los partidarios de Juana, ya llamada “La Beltraneja” e Isabel, hermana de Alfonso, que reclamó los derechos dinásticos tras morir su hermano.

                Está claro que esa guerra civil entre la nobleza castellana la ganó Isabel I, pero eso es otro asunto. Lo que nos interesa aquí es que la urdimbre de un bulo orquestado y propagado por la nobleza, contra los derechos sucesorios del rey legítimo, para recuperar un poder en la Corte que había perdido, tuvo como consecuencia el ascenso al trono de una reina, que si no hubiera sido beneficiada por el bulo y quienes lo difundieron, es posible, que jamás hubiera llegado al trono, cambiando, ¿quién sabe cómo?, la historia de España.

                Y de bulo en bulo, tiro porque me toca y la extrema derecha vuelve a estar en el poder en algunas de las naciones más poderosas del mundo. Razón tenía Mark Twain cuando dijo que la historia no se repite, pero rima.     

 

 

 

miércoles, 9 de abril de 2025

Gracias Irene, por enseñarnos el camino


     ¡Uf! Me he quitado un peso de encima. Mejor. Me lo ha quitado Irene Montero, desde la placidez de su chalet, posiblemente mirando a un jardín que empieza a brotar, con los primeros albores de la primavera, hermosa flores que se transfigurarán en carnets de izquierda. Es consolador saber que existe una virgen inmaculada de la izquierda, que se encarga de velar por la pureza de las ideas, que por supuesto emergen desde ese jardín florido cercano a la sierra madrileña, para la salvación del mundo. Porque no hay nada más reconfortante que saberse protegido por quien ha sido ungida como una nueva Dionisia liberadora; como la nueva mesías tan esperada y deseada.

    Me he quitado un peso de encima, porque ya no tengo espacio para la duda que corroe a un ser que se debate entre la izquierda y el progresismo. Ahora está todo claro, gracias, Irene, y sé que tengo que olvidarme de mis ideas contaminadas por la derecha más rancia, perdón, se me olvidaba que para ti toda la derecha es rancia, que habían convertido mi creencia de ser de izquierdas en un progresista, traidor a la causa que tú defiendes, salvadora del mundo. Gracias, porque la luz morada de la formación que te ha erigido a ti como la única redentora de nuestros pecados y nuestras miserias, me ha iluminado y sé, que si quiero seguir fardando de izquierda entre mis amistades, hay sólo un camino, que afortunadamente tú me has revelado: postrarme ante tu Partido y aclamarte como Libertadora.


Núñez Feijoo complice de Carlos Mazón

  Hace unas semanas planteaba una pregunta que no ha obtenido respuesta todavía: ¿Cuál fue el papel de Alberto Núñez Feijoo la tarde del 29 ...