De
todos y todas es sabido que los medios de comunicación, en general, siempre han
servido a intereses que en muchos casos no tienen nada que ver con la veracidad
informativa, sino que más bien se han convertido en uno de los grandes pilares
en los que se sustenta el poder, ya sea político, económico, religioso o de
cualquier otra índole. Aunque una parte del periodismo intenta hacer bien su
trabajo, y en determinados momentos de la historia lo ha hecho muy bien, no es
la tónica general, y son muchos más los casos en que los medios se han puesto
al servicio de los intereses de las élites, para modelar la percepción que la
sociedad tiene de lo que sucede a su alrededor. Esto ha sido así, es y será, y
cuanto más se rasguen las vestiduras periodistas, directores de medios y
empresarios de grupos mediáticos, más estarán corroborando este comportamiento,
porque habrán dejado de ser autocríticos y veraces, principio básico de
cualquier buen periodismo, para convertirse en correveidiles del establishment
que controla o pretende controlar la sociedad desde diferentes ángulos.
Viene
a cuento esto, no para hacer una reflexión más o menos sesuda del periodismo
actual, sino para advertir de que poco a poco, cada vez son más las instancias
de poder europeo que nos están lanzando mensajes de guerra, como si quisieran
prepararnos para algo que ya tienen decidido. En román paladino, nos están
diciendo que en el horizonte se dibuja un conflicto bélico con la Rusia de
Putin, a costa de Ucrania. Una hipotética guerra a gran escala, que en realidad
tiene que ver con dirimir quienes van a ser los nuevos dueños del mundo,
agotado el modelo de reparto entre las diferentes potencias que surgieron de la
II Guerra Mundial.
Mientras
occidente mira para otro lado en el genocidio que el Israel de Netanyahu está
cometiendo con el pueblo palestino, se enreda con la guerra de Ucrania, como si
nos fuera la vida y la democracia en ello. Y yo me pregunto: ¿Realmente los
europeos vamos a tener que pagar los platos rotos de un conflicto que nos
vendría muy de lejos si no hubiera sido Rusia (actor principal en el nuevo
reparto del mundo) quien estuviera detrás de la invasión de Ucrania? ¿Por qué
los dirigentes europeos y los medios de comunicación están tan interesados en
resaltar la gravedad del conflicto ruso/ucraniano mientras se ponen de perfil
en el palestino/israelí? ¿Cuál es la diferencia desde el punto de vista del
derecho internacional entre la invasión de Ucrania y la de Palestina?
A lo
largo de la historia del capitalismo moderno todas las grandes crisis
económicas se han saldado con un conflicto bélico, de mayor o menor intensidad,
que ha tenido detrás los intereses político/coloniales de las élites de poder,
en los que la factura en pérdidas humanas y destrucción de la vida la ha pagado
siempre el pueblo, yéndose de rositas las élites, cuando no saliendo
fortalecidas. ¿No será, entonces, que estamos asistiendo a uno de esos ajustes,
para que el poder de esas élites se asiente bien o llegue e expandirse,
tras las crisis habidas en lo que va de siglo? ¿No estarán disfrazando con una
mezcla de bulos, mentiras y lavado de cerebro, un enfrentamiento entre nuestro
modelo de vida y el ruso, aunque no veo con claridad cuáles son las diferencias?
¿Hasta qué punto el gran capital no está detrás de todo esto, como ha pasado en
otros momentos de la historia?
La
guerra de Ucrania nunca debería haberse producido si el mundo occidental
hubiera gestionado de otra forma el conflicto ruso/ucraniano desde hace tiempo,
aparcando la ambición expansionista de la Unión Europea y EEUU a costa de
socavar el poder territorial de Rusia. A lo mejor no están ni todos los buenos
ni todos los malos bien definidos en este conflicto. Los europeos no debemos ni
podemos consentir que algo que se nos antoja ajeno, pues nuestra seguridad no
está más en peligro por Rusia, de lo que pueda estar por China, EEUU, Irán,
Arabia Saudí o Israel (no olvidemos que Pegasus es un invento de Israel para
espiar a medio mundo), por citar algunos, y hemos de exigir que nuestros
dirigentes bajen el tono prebélico que en las últimas semanas están exhibiendo.
Incluso, a pesar de la desinformación casi constante que sobre este asunto nos
sirven a diario unos medios de comunicación rendidos a los intereses de un
poder que poco o nada tiene que ver con los intereses de la gran mayoría de la
población europea.
Todo
esto no significa que la UE no deba avanzar en la integración militar, al igual
que debe hacerlo en la integración de otros muchos aspectos, ni que tengamos
que renunciar al modelo de democracia social/liberal que impregna el espíritu
de la UE. Más bien se trata de avanzar en una integración más real y efectiva,
que sí haga frente a las amenazas que ahora mismo penden sobre Europa, desde
planteamientos pacíficos y democráticos. El verdadero peligro no viene de allende
el río Vístula, sino que se encuentra aquí, en forma del galopante
euroescepticismo negacionista que anida entre nosotros. Y eso es lo que debería
preocuparnos y ver cuáles son las causas de que la extrema derecha esté creciendo
en la UE.
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