viernes, 22 de marzo de 2024

Dani Alves y el privilegio de ser rico y famoso

 


Resulta muy poco edificante la concesión de la libertad bajo fianza al futbolista Dani Alves si abona un millón de euros, porque el mensaje que transmite es que la impunidad se extiende en la sociedad si eres rico y capaz de pagar para no cumplir con cárcel el castigo por los delitos que puedas cometer o hayas cometido. Eso así, grosso modo, en un país donde los ricos, poderosos y famosos, se libran de ir a prisión pagando multas, en algunos casos mareantes, o llegando a acuerdos de conformidad con los tribunales, después de abonar cantidades desorbitadas a los despachos de abogados que les defienden. Otra brecha más que se agranda entre ricos y no ricos, en donde la judicatura no deja de ser cómplice y algunos políticos prefieren mirar para otro lado, siempre que los investigados o condenados no sean de los suyos o simplemente no están en su universo patrimonial, no vaya a ser que al final tengan que echar ellos mano de esos privilegios. Lo que nos hace ver que la justicia no es igual para todos, y que a pesar de las peroratas mitineras de algunos partidos, los españoles no somos iguales ni ante la ley ni ante sus ojos.

Pero el caso Alves es todavía mucho más grave porque se trata de una violación que no debería tener ninguna clase de beneficio penitenciario. En un momento en el que la violencia hacia las mujeres, en sus diferentes formas, parece crecer, y cuando está ocupando el poder, en no pocas instituciones, el machismo más rancio negacionista, que cuestiona la verosimilitud de la violencia de género, este tipo de decisiones judiciales deberían ser más cuidadosas. En general, las decisiones de los jueces y juezas, en lo que respecta a la violencia contra las mujeres, deberían ser más juiciosas, para no generar equívocos en la sociedad y confusión, cuando no temor, en las mujeres. Una sociedad que no es firme con determinados delitos, lo que está provocando es que no se tomen en serio y, por tanto, el número de casos aumente. Y por desgracia, ya son demasiados los “errores” judiciales en este asunto, colocando a las mujeres en una posición de vulnerabilidad que parece preocupar poco en determinados estamentos de la política y la judicatura, en contraste con su actitud beligerante contra otras leyes que no ponen en riesgo ni la vida ni la seguridad de nadie. Incluso, que clamaron contra la Ley del “solo sí es sí”, porque estaba provocando excarcelaciones de violadores y ahora callan, con un silencio que es demasiado atronador.


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