viernes, 13 de enero de 2023

La tristeza de una derecha cada vez menos democrática


¿Está la derecha preparando el camino para deslegitimar el resultado de las próximas elecciones si no las ganan? A tenor de las últimas declaraciones de sus dirigentes, cada vez menos lejanos a la extrema derecha, parece ser que sí. Empiezan por el CIS, siguen por el INE y ya siembran la sombra de la duda con la Junta Electoral; no tardarán en señalar al ministerio del Interior como principal urdidor de un pucherazo que les puede arrebatar el triunfo y, por extensión, el poder de una España, que solo puede ser si son ellos quienes la gobiernan y saquean. Perdón por sacar a relucir , otra vez, el saqueo que esa España, que tanto dicen amar, ha sufrido cuando ellos han gobernado el país, comunidades autónomas o ayuntamientos.

Aunque el terreno lo vienen abonando desde hace tiempo. No ha habido un solo día que no hayan hablado de gobierno ilegítimo, como si los que hemos votado a los partidos que sostienen el gobierno fuésemos hijos bastardos de esa madre patria que tanto adoran. Los improperios se multiplican: gobierno felón, subalterno, cautivo, soberbio, okupa, mentiroso, ególatra, traidor… y en poco tiempo volverán a sacar a relucir lo de comunista bolivariano, aunque de Venezuela ahora ya no se estira tanto, que los EEUU están a partir un piñón con Maduro por el petróleo.

Incluso, parece, que no les ha parecido tan mal el intento de golpe de estado que la extrema derecha ha protagonizado en Brasil. Solo tenemos que leer las suaves declaraciones en contra, después de justificar que en España pudiera pasar algo parecido, porque Pedro Sánchez, si no se lo merece, también sería el culpable. No hay nada como las contradicciones de un mentiroso.

Parece que en España resulta imposible que la derecha entre por la senda de la democracia. Y eso, a pesar de que la boca se les llena de Constitución, siempre en mayúsculas, porque cuando bajamos a la minúscula de los artículos se pierden en un laberinto de olvidos, no vaya a ser que descubramos lo poco que les interesa que esta se desarrolle de verdad. Una derecha con demasiados tics de la dictadura; incapaz de asumir que su papel en democracia solo tiene sentido si son leales a las leyes, las instituciones y, sobre todo, a los españoles.

Y resulta triste, que después de cuarenta años siga sin democratizarse, anclada en el insulto, la mentira y la ruptura de la convivencia democrática. Con un único discurso, que les otorga, por inspiración divina, ser los únicos legitimados para ostentar el poder. No nos ha de extrañar, entonces, que estén preparando el camino para alcanzarlo como sea, si las urnas no les son favorables.


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